miércoles, 18 de junio de 2014

Yaquis: la cultura fantasmal.

17-06-2014.

Yaquis: la cultura fantasmal. [1]

“[…] un mundo de sombras, visiones que vuelven en las danzas, paisajes ásperos; pequeños pueblos habitados por fantasmas. Un poema anónimo yaqui registra a los espectros alzados: <<León paso a paso / Sordo, sordo, sordo, tratando de escuchar el monte>>.
¿Pero quién se atrevería a decir que los mexicanos del siglo XXI podemos vivir sin nuestros fantasmas? Yo me atrevería a decir que no podemos vivir sin ellos.”[2]

Yaquis.

            Investigar a la cultura yaqui es enfrentarse a cierta cantidad de culturas yaquis. Me encontré con seis; la cultura yaqui pensada en las crónicas de la conquista; la cultura desde el pensamiento jesuita que se produjo durante su estancia en la zona (principalmente, Sonora);  la cultura que había que exterminar en el porfiriato; la cultura mágica de los textos de Carlos Castaneda (acerca de la cosmovisión y epistemología yaqui); la cultura que había que analizar bajo el estructuralismo hacia los años 60’s y 70’s, y el testimonio de ellos mismos mediado por todo lo anterior. En otras palabras, iniciar una investigación sobre los yaquis es encontrarse con formas diversas de enunciación sobre ellos. Así se escribe la historia, su historia, nuestra historia. En esta escritura de la historia, sin embargo, hay fantasmas que se trasladan entre los textos apareciéndose de diversas formas, en distintos momentos. La investigación se torna de una búsqueda objetiva de su pasado hacia un esfuerzo para reconstruir las posibilidades de quienes en cada época escribieron sobre ellos.
Este texto está siendo una reflexión sobre cómo dos libros, por cierto, los más vendidos, leídos y difundidos, transmiten sus construcciones de la cultura yaqui y cómo, uno de ellos, el más controversial, se acerca a una escritura que deja a los yaquis en un lugar en el cual, la ficción, la ‘magia’ y la narración son los elementos que mantendrán distante al Otro, al yaqui; resistiendo y tensando esa colonización conceptual de la cultura. 

Antes, una muy breve contextualización sobre los yaquis.

            El encuentro entre los yaquis y los españoles se dio, al parecer y según las crónicas, en un primer momento, en el actual estado de Sonora. Se ubicaban a lo largo del río Yaqui y alrededores. Como referencia podemos decir que las temperaturas en este territorio oscilan entre los 40º hasta los -2º dependiendo de la época del año. Es un clima semi-desértico en el cual, aproximadamente, hay menos de 30 lluvias al año. Sin embargo, el río Yaqui, tiende a desbordarse un par de veces cada 365 días fertilizando las tierras de sus alrededores para el cultivo. Ante éste posible contexto en el que vivían, se puede deducir que su alimentación variaba entre vegetales, frutas y animales de la región. Así mismo, sus prácticas ‘religiosas’ (las que nos llegan hoy), se ven atravesadas por un culto al sapo/rana quién, según su mito fundador, trae la lluvia al pueblo. El yaqui es descrito a veces como un hombre flaco y torpe; otras como humanos robustos y fuertes. Si nos apegamos al contexto natural, es probable que las descripciones se apeguen a lo segundo.
 Hacia el siglo XVII los jesuitas, en su campaña de expansión en ‘América’, llegan a este territorio siendo más fácilmente aceptados por los ‘nativos’ del sitio. Los siglos XVIII y XIX están marcados por la presencia de criollos y gente que tenía intereses por la zona estableciéndose, poco a poco, en su territorio hasta (en épocas porfirianas) invadir casi todo su territorio despojándolos de su ‘origen’ hacia Yucatán principalmente. Más tarde, hacia el siglo XX, tras ‘reformas’ agrarias y comunidades organizadas, han ido regresando a su territorio.

Una escritura mágica. El caso Carlos Castaneda.

Testimonios de jóvenes de 1968 de Europa y América decían que ese era el año en el que todo era posible. Año de alzamientos de movimientos estudiantiles en México y París (por mencionar algunos), desplegaron otra concepción sobre la participación pública de los civiles en el Estado. En cuanto a la cultura, en Francia, se vivía el llamado giro lingüístico que,  hasta hoy, permea nuestro conocimiento; en la música, el blues se transformaba en rock y bandas como The Beatles eran un símbolo de liberación, mientras que, Bob Dylan, para los jóvenes era una figura redentora. En este contexto sale, escrito por un antropólogo que residía en Estados Unidos un libro que, sorprendentemente, fue uno de los más conocidos en ese entonces: “Las enseñanzas de don Juan: una forma yaqui de conocimiento”.[3] El texto narra, detalle a detalle, el encuentro entre Carlos Castaneda, el autor, y un ‘chamán’ yaqui. El esfuerzo por parte del autor para comprender a don Juan lo llevó a experimentar con “drogas” (peyote), y tras un proceso arduo, vivir distinto, comprender lo que hasta ese entonces se le había presentado como normal, como un vórtice hacia el conocimiento.

¿Por qué el libro de Castaneda fue controversial? ¿es un libro de antropología o un libro literario? ¿es ciencia o cuento? ¿por qué digo, arriba, qué mantiene la distancia? Las preguntas se ligan entre sí. No hay respuesta, hay planteamiento. En el prólogo de la edición citada en este texto, Octavio Paz aborda, desde su perspectiva, algunas de estas preguntas de una forma muy similar a la que el historiador, Michel de Certeau, lo hace en sus textos.
En un primer momento el contenido del libro es controversial debido a que Castaneda lo escribe para su tesis de posgrado, es decir, es un texto académico, científico que tiene que ser avalado por una institución. Sin embargo, más allá de nombres científicos de plantas, no hay citas de autores, la narración es en primera persona, y al ser parte de la experiencia de los yaquis (usar las ‘drogas’), le resta, ante la academia, objetividad y credibilidad. Castaneda, resuelve esta situación proponiendo un análisis estructural para entender el pensamiento yaqui creando nociones para contener y direccionar los aprendizajes.
En un segundo momento, el libro, tiene pasajes en los que afirma, el autor, su transformación en un animal, su diálogo con lagartijas y estancias en sitios exentos de las concepciones ‘normales’ de tiempo. Para poder plasmar estas ideas en su investigación, Castaneda, utiliza el símil (comienza, entonces, a utilizar las herramientas literarias): “Después de aguijarme y esforzarme por recordar, me hallé obligado a hacer una serie de analogías o símiles para “entender” lo que había “visto”. […] El agua parecía moverse en un fluir continuo sobre la cara y el cabello”. [4] Castaneda, escribe literatura, ficción.
La obra de Castaneda, está en movimiento. Sugiere el emplazamiento del discurso antropológico, pero se da cuenta, en tanto vive y escribe, que la única forma de apropiarse de la realidad que se le presenta es cambiándola, aprehendiéndola y direccionándola hacia sus códigos de comprensión. Es decir, mantiene al Otro, a la experiencia, al yaqui, a don Juan, enclaustrado en su sistema de lenguaje. Pero, la gran diferencia que distingue a este texto de otros, es que, el autor, se da cuenta y enfatiza que para poder transmitir su idea, sus conocimientos, debe de hacer este desplazamiento de un lenguaje objetivo, hacia uno metafórico. El producto textual está siendo una simbiosis entre literatura y ciencia, no obstante, el autor, al ‘usar’ un lenguaje literario respeta la distancia entre su posibilidad de conocimiento y el Otro. No lo ‘coloniza’ totalmente. Deja, en la escritura, en el límite de la representación a la descripción del Otro, un espacio en el que lo Mismo se mantiene al borde de su veracidad. El libro, entonces, es una estructura en la que el yaqui, don Juan y sus tradiciones, se desplazan constantemente como fantasmas entre las metáforas y el esfuerzo de Castaneda por estructurar su conocimiento.

Taibo II: el profanador de tumbas.

            Paco Ignacio Taibo II, ha publicado más de veinte libros sobre pasajes del pasado que, en México y su construcción como nación, han ido quedando en el olvido, fuera de los archivos, ausentes en la memoria de quien lee historia. Uno de ellos, por ejemplo, refiere a la batalla del Álamo, otro, a la así llamada “Decena Trágica”, etc. Los yaquis, no han sido excepción. Marcado, Taibo, por una tradición de ideología izquierdista documentada, sus acciones y su escritura se perfilan hacia esa dirección. La historia popular, se convierte, en el libro de los yaquis, uno de los ejes que conducen su estructura, pero también, una crítica constante del progreso, el gobierno de Díaz, el gobierno local de Sonora y una victimización del yaqui muy enfatizada.
            Taibo, decide indagar acerca de un genocidio ocurrido en el país de México hacia mediados del siglo XIX e inicios del XX. Un genocidio que, casi nadie, conoce, re-conoce. El esfuerzo por exterminar a la cultura yaqui, por medios de ejecución, campos de concentración, salida forzosa de sus tierras, etc. fueron eventos que el autor nos presenta. Quizá para honrar a la ausencia de estos eventos en los textos escritos sobre la historia de nuestro país, quizá por dar luto a ese pasado, quizá.
            Taibo escribe y detalla, con nombres, fechas, mapas, los hechos. Reconstruye cómo ha sido la percepción del yaqui a través del tiempo, cómo se ha escrito de ellos. La escritura de Taibo, como he mencionado, es crítica y coloca al yaqui, de ser ignorado, a ser víctima de una ideología. ¿Por qué? Porque, tal vez, es como debe ser escrito ahora para darle espacio al yaqui en el pasado y en el presente. Taibo, abre las tumbas (los archivos) para dejar que el fantasma salga al cementerio y deambule entre nuestro presente. Taibo descubre una parte del muerto (pasado) que antes no se veía, que antes pasaba inadvertido y eso fue, su manera de morir. Pero el muerto sigue con secretos, el fantasma aún calla más cosas, más acontecimientos. Queda, tras la profanación de Taibo II, al leer (pasear por el cementerio) la historia de México, ofrendar (leer atentamente) a la tumba yaqui aventurándonos, ya de noche (desde otros lugares, desde otras perspectivas) a errar por el cementerio, ciegos, para encontrarnos, de otra forma, como Castaneda lo plantea, con la vida, con la muerte, con el fantasma yaqui, con nosotros.
            La escritura de nuestra historia, de la historia, lejana de ser objetiva, roza con la poesía, con la literatura. Se acercan, se tocan. Escribir sobre el Otro ha sido siempre una pasión, una pérdida, un luto y una imposibilidad. Pero es, con un lenguaje poético, donde lo lógico se sisma y se convierte ilógico dando sentido, cuarteando las fronteras, rasgando nuestra percepción ordinaria del mundo. Así Castaneda nos presenta a  la cultura yaqui, así Taibo nos ofrece una entrada a ella.

JAGordilloL.


Bibliografía.

Carlos Castaneda, Las enseñanzas de don Juan: una forma yaqui de conocimiento. pról. de Octavio Paz y Walter Goldschmidt, trad. Juan Tovar. 2ª ed. México, Fondo de Cultura Económica, 2000. 362 p.

Paco Ignacio Taibo II, Yaquis. Historia de una guerra popular y genocidio en México. México, 2013, Planeta. 275 p.




[1] Este texto ha sido trabajado a lo largo de Enero del presente año (2014), siendo, el presente, una reflexión sobre esta investigación que surge a partir de una exposición que, en clase de “Culturas Autóctonas”, tuvimos que preparar, a lo largo de semestre. La idea era investigar una cultura que no fuera clasificada como “mesoamericana”. Pensé en los yaquis por una serie que, de niño, observaba en la televisión: “Doctor Quinn. La mujer que cura” . En la serie, la presencia y diálogo entre “indios” y estadounidenses era central para el guión. Curiosamente, los años en los que está situada esa serie, son paralelos a lo que sucedía en México; fe sobre el progreso y exterminio de todo aquello que frenara este deseo por la fe, siempre ciega. En fin, la presentación consistía en exponer los rasgos mínimos culturales de las culturas. Al iniciar la indagación, me enfrenté a una ausencia de archivos, libros, textos que hablaran de los ‘orígenes’ de la cultura yaqui. La mayoría de las investigaciones escribían alrededor de 5 cuartillas sobre esto, para pasar, ya sea a análisis estructurales de las tradiciones yaquis o sobre el éxodo que vivió la cultura hacia los finales de la época porfiriana. Sin embargo, un libro llegó a mis mandos. Anteriormente, me lo habían recomendado amistades pero nunca llegó a interesarme lo suficiente para leerlo o si quiera comprarlo, pero el momento llegó. Las Enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda es ese libro y fue, la lectura, de aquel libro la que me hizo, no sólo re-plantear la investigación; me acompañó, desde las primeras páginas, en mi vida personal como un recordatorio de que la vida no empieza ni termina, solamente, se desliza entre dimensiones, siempre guiada, hacia lo infinito, hacia lo irracional, hacia un sentirnos parte de todos y de todo.
[2] Paco Ignacio Taibo II, Yaquis. Historia de una guerra popular y genocidio en México. México, 2013, Planeta, p. 241-242.
[3] Carlos Castaneda, Las enseñanzas de don Juan: una forma yaqui de conocimiento.pról. de Octavio Paz y Walter Goldschmidt, trad. Juan Tovar. 2ª ed. México, Fondo de Cultura Económica, 2000. 362 p.
[4] Ibíd. p. 254.  

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