27 de junio y 02
de julio del 2014.
“[…] se cree que la pintura está dirigida a la retina. Esto
era un error de todo el mundo. ¡El temblar de la retina! Antes, la pintura
tenía otras funciones: podía ser religiosa, filosófica, moral. ¡Si tan sólo
tuviera la oportunidad de tomar una actitud antiretinal!, pero
desafortunadamente, esto no ha cambiado mucho; nuestro siglo entero es
completamente retinal […]”.[1]
Por qué una segunda
parte.
Hace unas de semanas acudí a la
presentación de una revista (Fractal). El foro fue “La Casa del Refugio
Citlaltépetl” ubicado en la colonia Condesa (México, D.F.). Dentro hay una
pequeña librería. Previo a la presentación, decidí echar un vistazo a los
libros que vendían. Principalmente, el producto de la librería son
publicaciones independientes, no populares y rarezas editoriales. Mientras
recorría los estantes me encontré con dos libros: una recopilación de poesía
mexicana (sobra la cual escribiré en un futuro) y un pequeño, delgado
encuadernado de color verde. Éste último me llamó la atención debido a su
presentación. Es el caso de una serie de entrevistas que, Pierre Cabanne
(crítico de arte), le hizo a Marcel Duchamp.[2]
Mientras leía las entrevistas de
Duchamp, el texto precedente a este[3]
no dejaba de hacer resonancia. Decidí hacer una segunda de una reflexión sobre
los historiadores (del arte), la ceguera y la obra de arte. Ésta reflexión se
guiará por el epígrafe que abre este texto. Pienso que abordar la propuesta de
Duchamp –aún vigente– puede aterrizar la primera crítica –antes publicada–
sobre cómo el artista se relaciona más allá de la vista llevando la nociones de
arte y ceguera a otros lugares en los que las posibilidades de relación entre
ambos suceden distinto.
La entrevista.
La entrevista para los historiadores nos
es fundamental. Transmite una idea que ilustra las posibilidades de
conocimiento y la cotidianidad de quienes participan en la entrevista. Por
ejemplo: el lenguaje coloquial, la enunciación de sitios de estancia, menciones
de personas en específico, gustos personales, etc. Situación que un texto
académico no se permitiría.
En
este caso Marcel Ducham y Pierre Cabanne abordaron nociones como : artista,
obra de arte, arte, etc. Situación de la que me serviré (¿o seré servido?) para
dar cuenta cómo, aún enunciadas en un pasado, los cometarios de Duchamp siguen
vigentes y aportan, además, a las propuestas de arte para ‘ciegos’ en la escena
artística actual.
El concepto.
Para abordar la propuesta de Duchamp es
necesario, en un primer momento, definir lo que estoy entendiendo por la
palabra concepto ya que la definición
será el eje en el que sostendré la
propuesta de esta reflexión. Por concepto, en este caso en particular entiendo:
la delimitación de una idea a partir de la inserción de ésta en una estructura
lógica que responde a la necesidad del hombre para volver, a la idea, pensable
y por consecuencia tener la capacidad de enunciarla. Sin embargo, el concepto
está sujeto al cambio. El concepto irá trasladándose entre las distintas
estructuras que el pensamiento genera en tanto éste está inscrito en la
contingencia. El concepto se amoldará dependiendo del sujeto que realice el
proceso de abstracción, contención, entendimiento y enunciación, es decir, el
concepto está abierto, desde su origen, al porvenir de éste[4].
Arte conceptual – arte ciego.
Teniendo de antemano un esfuerzo por
definir la palabra concepto pasemos a un segundo esfuerzo; la definición del arte conceptual (repito, adaptado
específicamente a este caso en particular). Por arte conceptual entiendo: toda producción artística que en su
representación haya un indicio, ya sea literal o entre líneas, que guíe, más no
dictamine, que más allá de los sentidos (olfato, gusto, oídos, visual y del
tacto), la obra, está significando y siendo significante. La definición
enunciada es sostenible a partir de la siguiente reflexión que Duchamp hace
sobre el arte y el artista[5]:
“ [… ]
no creo en la función creativa del artista, que es un hombre como cualquier
otro. Su trabajo es hacer ciertas cosas, pero el hombre de negocios también
hace ciertas cosas, ¿me explico? Por otro lado, la palabra “arte” me interesa
mucho más. Viene del sánscrito y significa “haciendo”. Ahora todo el mundo hace
algo, y aquellos que hacen algo sobre tela y con un marco son llamados
artistas.
Antes eran
llamados artesanos y prefiero ese término.
Todos somos
artesanos, en una vida civil, militar o artística.
[…] La palabra “artista” fue inventada cuando el pintor se
convirtió en un miembro de la sociedad monárquica y después, en la sociedad
contemporánea, en un caballero. No hace las cosas para la gente; es la gente
quien viene y escoge entre su producción algunas cosas”.[6]
A continuación, expondré la concepción
que vuelve posible al arte conceptual
y su relación con la reflexión citada de Duchamp aislando y luego juntando a
los actores principales: arte, artista,
hacer y espectador.
Teniendo
ya definido lo anterior, situar la crítica que Duchamp hace a la concepción de
arte y artista reside en cómo se han pensado ambos conceptos y por consiguiente
cómo se vive el arte. Sí hacemos caso a la cita de arriba, podemos, en un
primer momento y desde una literalidad extrema, enunciar que cualquiera es
artista. Sin embargo, pienso que las palabras de Duchamp se dirigen hacía otro
lugar. En una segunda lectura, pensemos cómo Duchamp liga las palabras: arte, haciendo y artesano. Sustraigo:
“[…] la palabra “arte” […] significa “haciendo”. Ahora todo
el mundo hace algo, y aquellos que hacen algo sobre tela y con un marco son
llamados artistas.
Antes eran
llamados artesanos y prefiero ese término.
Todos somos
artesanos, en una vida civil, militar o artística”.[7]
Entendamos por “haciendo” (Actor 1), desde
la cita de Duchamp, lo siguiente: toda actividad en el tiempo (en la concepción
cotidiana del pasado, presente y futuro) sea esta consiente y/o inconsciente.
Por consecuencia, arte (Actor 2) la entiendo como: el producto de estar
haciendo que a su vez, por estar siendo, está haciendo. Entonces, por artista (Actor
3) entiendo: persona que en su estar haciendo produce algo que a su vez, ya
como producto ajeno a quien lo produjo,
está haciendo en más de un sentido, más allá de un lugar, más allá de la
lógica y lo cotidianamente comprensible y aprehensible. ¿Y el espectador (Actor
4)? Desde las conclusiones anteriores, lo defino: sujeto que en su estar siendo
experimenta el estar siendo de la obra en sus distintos campos de acción
teniendo como resultado un estar haciendo que emplaza al artista, al arte y al
espectador en un estar haciendo en múltiples espacios y tiempos.
Una vez enunciada mi propuesta sobre
los conceptos y su estructura ligaré, a todo lo anterior, una propuesta sobre
cómo se podría abordar, desde la definición del arte ciego demostrando como en la naturaleza misma del arte (de mí
definición), la ceguera está inscrita.
Por
arte ciego entiendo: La producción artística (refiero aquí a la definición de
arriba) de una persona ciega (“discapacitada”) . (Se puede relacionar
fácilmente a la definición de arte y
el arte conceptual. La diferencia
reside en que esta producción es realizada por un sujeto que es ciego en el
sentido literal de la palabra.) La aportación del arte ciego se sustenta en tanto que desde un principio su producto
exige un esfuerzo para experimentar a la obra desde otros lugares suspendiendo
nuestros elementos receptores cotidianos. No limitándose a ello, el arte ciego pone en duda a la capacidad
visual y a la “capacidad” en general. Por consecuencia, a la “normalidad”,
a la “salud” y a todas instituciones y enseñanzas acerca de ello, no
como anarquía, más bien, como reconocimiento e intención de que hay un Otro. ¿Y
qué está siendo el arte si no ese reconocimiento?
Una cordial invitación a los historiadores del arte y a
todos los que ten(emos)gamos relación con el arte.
En el texto anterior “Historiadores (del
arte). Hacia una ceguera”, mencioné que al dar mi opinión en una ponencia,
además de un par de comentarios, el silencio fue la respuesta ante mi
enunciación. En ese momento estaba sorprendido. Ahora entiendo. El silencio es
la representación de aquello que nos confronta a la nada. Experiencia de
angustia y terror ya que, al no tener referencia, el vacío nos habita y nos corroe.
Sin embargo, es momento de reconocer el acontecimiento de la (dis)capacidad en
el terreno de la Historia del Arte y de la Historia. Una primera manera es
enunciarlo, darle lugar. La invitación que hago se direcciona principalmente a
suspender la difusión de nuestros saberes solamente a través de lo visual, en
palabras de Duchamp, de lo <<retinal>>. ¿Por qué? Debido a la
sobreproducción de información visual a la que estamos dispuestos a diario
(refiriéndome a los que vivimos en una ciudad: Puebla, México D.F., Monterrey,
Guadalajara, etc) y que merma nuestra posibilidad de reflexión incrementando la
parte de reacción, es decir, de literalidad, de no-reflexión. ¿Qué sensibilidad
podemos tener de una imagen cuando en cada instante, la información visual, se
nos presenta? ¿en qué momento se digiere? ¿es necesaria más información visual?
¿quién dijo que nuestros saberes: Historia e Historia del Arte, son
<retinales>? ¿Hemos caído, nosotros los historiadores, en una
reacción que pone en evidencia nuestra ceguera e ignorancia sobre nuestro saber
y quehacer?
Es
desde allí dónde, con la (pre)ocupación que me habita, (nos) invito a los que
estamos involucrados a re-conocer esta situación.
JAGordilloL.
[1] Anónimo,
Conversando con Marcel Duchamp. Pierre
Cabanne. trad. María Gutiérrez, Richard Moszka, Manuel Rocha, Laureana
Toledo y Araham Cruzvillegas. Alias 2ª reimp. 2010, Ciudad de México.
[2] Un
libro similar en el que coinciden varias entrevistas, se encuentra en el
siguiente link http://www.merzbach.de/UNICACH/Antologia/textos/4.1.5._Cabanne_-_Conversaciones_con_Marcel_Duchamp.pdf citado
el 27-06-2014.
[3] Jorge
Andrés Gordillo López, Historiadores (del
arte). ¿Hacia una ceguera?. En: http://planoactivo.blogspot.mx/2014/06/historiadores-del-arte-hacia-una-ceguera.html citado
el 27-06-2014.
[4] Jacques
Derrida, propuso a lo largo de su obra la distinción entre las palabras: concepto y noción.
Derrida se inclina más hacia la segunda propuesta, misma que enuncio –sin
aparente novedad– respecto a la apertura del concepto hacia el porvenir. Remito
a la lectura de su obra para profundizar en el tema, en especial, y para el
interés de los historiadores e historiadores del arte: Jacques Derrida, Mal de Archivo. Una impresión freudiana. trad.
Paco Vidarte, Barcelona, Trotta, 1997.
[5] Tanto el concepto artista como arte están
sujetos al cambio, es decir, dependiendo de cómo se hayan entendido en el
pasado, se les denomina un significado. No es lo mismo el arte grecolatino al
arte en el Renacimiento ni en la modernidad. Duchamp, enterado de éstos
cambios, propone un cambio de concepción (el que viene en la cita) y aclara,
brevemente, otros.
[6] Anónimo,
Conversando con, op. cit., p.8.
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