07, 08 y 09 de
mayo del 2014.
La desinvención
de América.
“Para los censistas “saber leer” es saber reconocer las
palabras escritas, para los maestros es saber referir esas palabras a objetos o
acontecimientos reales: eme - a = ma, eme – à = mà, mamá y la figura sonriente
de una mujer joven y rubia flotando por encima de las letras. El niño aprende a
leer: “Cristóbal Colón descubrió América el 12 de octubre de 1492”. El maestro
toma examen. El niño responde según su lectura, el maestro reconoce el “saber”
de su alumno y lo califica: 10 puntos. El Estado supervisa la labor del maestro
y lo califica: 10 puntos. Ambos están en condición de ser promovidos. El alumno
sabe leer el libro. El maestro sabe leer al alumno y el Estado al maestro. Ya
éramos adultos cuando leímos estas frases […] “Colón no descubrió América.
Colón fue tal vez el primer hombre blanco que se sepa que haya puesto pie en
América. Eso es todo. Allí había hombres antes de que llegara Colón”. La
revelación era deslumbrante. ¿Cómo no habíamos pensado antes algo tan
elemental? ¿No habíamos aprendido a leer bien? Los maestros y los profesores
nos habían asegurado que sí. Los libros eran claros, transparentes. Enseñaban.
Pero los maestros no nos habían enseñado a desconfiar de los textos, a
preguntarnos por qué dicen lo que dicen, por qué callan lo que callan. Desde el
ma-mà del libro de primer grado en adelante los libros tienden (por lo común) a
hacernos reconocer la realidad, es
decir a desconocer sus
determinaciones. El estudiante llega a la universidad adiestrado en el
movimiento de reconocer palabras, atribuirlas a una realidad que estaría
reflejada como en un espejo por ellas, reproducirlas a pedido del profesor y
obtener beneficios según la fidelidad de tal reproducción. Pero así como el
conocimiento científico aparecía casi como un desafío a los datos de la
experiencia vivida, así el aprendizaje debe comenzar por un cuestionamiento de
títulos de legitimidad de los textos en los que se estudia. Se puede leer toda
la vida sin saber leer. Aprender a leer es un trabajo difícil que debe
realizarse contra los hábitos de la lectura incluidos durante el período que se
llama de “formación” ”.[1]
Las clausuras, las aperturas.
Un corte, una incisión, una apertura, una
rasgadura, una inscripción, una cicatriz, una tumba, una cerradura, una puerta,
un vórtice. ¿Qué sería de la lectura y escritura sino las palabras descriptivas
que –sujetas a la añadidura o disminución – inscribí al inicio de este párrafo?
¿No está siendo, desde una lectura y escritura sintomal[2],
el acto de apertura del significado y significante de un texto[3]
sujeto –desde su nacimiento, desde su origen – a su muerte y a su porvenir?.
Atravesado por estas interrogantes, haré una revisión de términos en mi lectura
de únicamente el prólogo[4]
de la obra de Edmundo O`Gorman titulada : “La Invención de América”[5]
.La perdurabilidad de la noción: arconte, será examinada bajo el mismo texto;
continuando con la noción de: dispositivo y sus alcances en la obra.
La desinvención:
desconstruyendo la noción de descubrimiento e invento en el prólogo de la obra
de Edmundo O`Gorman: “La invención de América. Investigación acerca de la
estructura histórica del nuevo mundo y del sentido de su devenir”.
El planteamiento.
Me
propongo realizar una lectura cuya atención se centra en la estructura del
texto, analizar y buscar mantenerse en
lo posible en sus propios términos, se trata pues de seguir una de las dos
líneas que Derrida ve posibles para la desconstrucción:
“Intentar la salida y la deconstrucción sin cambiar de
terreno, repitiendo lo implícito de los conceptos fundadores y de la
problemática original, utilizando contra el edificio los instrumentos o las
piedras disponibles en la casa, es decir, también en la lengua. El riesgo aquí
es confirmar, consolidar, o revelar sin cesar en una profundidad siempre más
segura aquello mismo que se pretende deconstruir. La explicitación continua
hacia la apertura corre el riesgo de hundirse en el autismo de cierre”.[6]
Así
en principio describiré cómo está organizado el tema en tres apartados: la
primera afirmación, la puesta en duda y la segunda afirmación. Teniendo como
intención la respuesta a la pregunta:
¿Qué rasgos metafísicos y desconstructivos
se manifiestan en el prólogo de Edmundo O´Gorman?
La primera afirmación.
En
el planteamiento general del prologo, la aparición de América se presenta como
un descubrimiento sostenido desde la tradición y una afirmación de la cual hay
que partir: “pensando que había sido “descubierta” un buen día de octubre de
1492”[7]
Esta
afirmación se hace no obstante que se presenta como dudosa (el entrecomillado
es muestra de ello) y al mismo tiempo es el punto necesario del cual partir
para someterla a juicio o, para ponerlo en términos de prólogo, del análisis
lógico. Este gesto resulta estratégico en el análisis por razones que explicare
mas adelante.
Así
mismo esta afirmación supone una concepción de la Historia que sugiere una existencia
independientemente de la epistemología, como se puede leer en el siguiente
pasaje: “[…] como un acontecer que le “pasa” al hombre y que sí como le sucedió
pudo haberle no ocurrido, mera continencia y accidente que en nada lo afecta
[…]”. [8]
La puesta en duda.
O`Gorman diagnostica, con un análisis lógico,
la construcción del discurso historiográfico que da espacio a la afirmación
sobre el descubrimiento de América. Este proceso de duda y sospecha, dice el
autor, surge a partir de la reedición, a su mando, de la obra del padre José de
Acosta; sin embargo, tras poner atención, da cuenta de la ausencia de una
reflexión sobre la interpretación del descubrimiento.“[…] cuando me fue
encomendada la tarea de reeditar la gran obra histórica del padre José de
Acosta, percibí vagamente que la aparición de América en el seno de la Cultura
Occidental no se explicaba de un modo satisfactorio […]”.[9]
¿Cómo logró llegar a la conclusión? Tras un análisis lógico y crítico sobre la
escritura del acontecimiento. “Los resultados del trabajo […] me permitieron
mostrar que, llevada a sus consecuencias lógicas, esa idea se reducía al
absurdo o, lo que es lo mismo, que era una inadecuada de comprender la realidad
histórica a la que se refería”.[10]
Para argumentar la sospecha, recurre a una base teórica que desestabiliza y más
adelante desplaza al discurso del descubrimiento, partiendo de un visión desde
la ontología, como se explica:“[…] la necesidad de considerar la historia
dentro de una perspectiva ontológica, es decir, como un proceso productor de
entidades históricas y no ya, según es habitual, como un proceso que da por
supuesto, como algo previo, el ser de dichas entidades”. [11]
La segunda afirmación.
Tras
pensar su investigación desde la ontología, O’ Gorman, afirma que el descubrimiento
de América, no es sostenible. Desestabiliza la noción de Historia que regía la
explicación del acontecimiento para sobreponer, lo que el autor llama: “la
invención de América”. “[…] este trabajo, no obstante sus flaquezas, es, en
definitiva, una inspección del modus
operandi y del modus vivendi de
la historia […] cómo el seno de una determinada imagen del mundo, estrecha
particularista y arcaica […]”.[12]
No solamente de ese hecho en particular, también, en toda escritura/discurso
histórico. “[…] como algo que lo va constituyendo en su ser espiritual; la
historia, por lo tanto, como una modalidad de lo que llamamos vida”.[13]
Basa su argumento en que el hombre, dependiendo el lugar social en el que esté
inscrito, pertenece a una epistemología que posibilita la aprehensión de la
realidad traduciéndola a las posibilidades de conocimiento que existan en el
momento/espacio de su enunciación. “[…] surge un ente histórico imprevisto e
imprevisible que, al irse constituyendo en su ser […] es el catalítico que
provoca una nueva dinámica concepción del mundo más amplia y generosa”.[14]
La escritura/lectura/producción de discursos, desde esta postura, son
modificados constantemente. No se puede llegar a una verdad, se fabrican
verdades adaptadas a las posibilidades. Por lo tanto, pensar al descubrimiento
sería aceptar tácitamente que no existen cambios en la percepción e
interpretación de la realidad, en otras palabras, los acontecimientos en sí son
accesibles desde cualquier ‘óptica’ en cualquier lugar y momento siempre
llegando a Una explicación. Desde su opuesto, la ontología sugiere que, cada
producción histórica está siendo dispuesta por la episteme que rija mientras la
investigación es producida. Por ello, O`Gorman, anuncia la aparición de la
invención situando a la H(h)istoria[15]
en la misma condición.
Hacia una lectura activa.
Cómo
se puede ver hasta aquí, la argumentación que se presenta en el prólogo, se
compone de tres momentos que se articulan con la intención de conducir el
análisis a un reemplazamiento de las figuras hegemónicas. En primera instancia,
la noción de “descubrimiento” que se sostiene por la tradición y después el
remplazo por la “invención” sostenida a su vez por una lógica apoyada en la
ontología. Esta alternancia para la explicación de la aparición de América
resulta insuficiente como gesto crítico desde la desconstrucción ya que: “No
[se trata de] suprimir toda jerarquía ya que la an-arquía consolida siempre el
orden establecido, la jerarquía metafísica; no [se trata de] cambiar o invertir
los términos de una jerarquía dada, sino [de] transformar la estructura misma
de lo jerárquico”. [16]
Así pues es evidente que el
desplazamiento de un término por otro mantiene el análisis aún dentro de un
principio metafísico del que justamente busca alejarse. De este modo nos queda preguntarnos si el texto
de O’ Gorman se limita ante tal gesto crítico o es acaso que la estructura de
su contenido, los tres apartados que lo conforman de acuerdo a mi descripción
del planteamiento, dejan entrever una clave que llamaríamos pre-descosntructiva
que anima a re-producirla como afirmación de su propia argumentación ontológica
y que daría lugar a lo que nombro como: desinvención.
La desinvención.
O`Gorman, aún haciendo evidente la
inversión de nociones: descubrimiento a invención, enuncia –aunque de forma
oculta –cómo su misma propuesta queda inscrita en la ontología
(pre-desconstructivo), por consecuente, en la lógica. “Aquí campea, en todo
caso, la noción del devenir histórico como un proceso que cumple a su modo las
finalidades de la vida, lo que es decir bien poco, porque ello no hace sino
remitirlo a fondos que se hunden en el misterio”. [17]
Es, este gesto clave, el que permite enunciar y abrir al ‘misterio’ que el
autor deja, aún con la advertencia, casi cerrado. La apertura del ‘misterio’
será separar, en un primer momento, los términos opuestos para después
juntarlos proponiendo una quíntuple significación bajo un significante. La
formula del sintagma incluyente es la siguiente: Descubrimiento + invención= desinvención.
(Des:
negación o [e] inversión). Desde ya, en cada enunciación de esta palabra deberá
entenderse:
1)
Desinvención: Afirmación del descubrimiento.
2)
Desinvención: Afirmación de la invención.
3)
Desinvención: El reconocimiento y deuda de
la invención hacia el descubrimiento, mismo que, inherentemente, está inscrito
en su eco-nomía. Esta noción no niega ni jerarquiza a ninguna de las dos nociones
anteriormente opuestas.
4)
Desinvención: El prefijo: des,
refiere a la desconstrucción que se está haciendo.
5)
Desinvención: Esta palabra suspende la
afirmación y desplazamiento que hace O`Gorman al exponer a la ‘invención’ como
sustituto del descubrimiento. Se aplica, en términos del texto, la lógica
hacia la ontología.
Con
el sintagma: desinvención, se recorre, ‘imitando’ la estrategia que el autor
emplea (a partir de un análisis lógico llegar a la ontología y viceversa) a su
propia propuesta. Tensando, gráfica y significativamente la diferencia,
América, y su conformación discursiva –sujeta ya, desde sus orígenes –a la
transformación y a la disposición que se haga de su concepción; dará lugar a
pensar, dentro de la misma lógica del autor, la propuesta desconstructiva que
retiene la metafísica que vuelve posible la crítica –si el acercamiento es atento
–que hoy nos arroja cargas de sentido vertiendo las cenizas a campos distantes
funcionado, como abono, para el germinar, para el (re)nacimiento.
De la desinvencion
a la perdurabilidad del dispositivo…
Antes, la condición.
Sí
la metafísica está siendo condición para la desconstrucción, el
dispositivo está siendo condición para la producción incluyendo la histórica.
En este apartado el papel del historiador, en este caso, Edmundo O`Gorman y mi
formación en el oficio/saber, será abordada desde la presencia del dispositivo
en nuestro quehacer o nuestro que hacer en el dispositivo. Serán tres momentos
los que señalaré para plantear cómo el dispositivo se presenta en la obra y
este ensayo ofreciendo una reflexión sobre el papel del historiador, dentro del
dispositivo y sus posibles consecuencias.
El dispositivo[18].
La imposibilidad de definir establemente
al dispositivo se encuentra en la misma noción. Sin embargo, la noción requiere
de una estructura para que pueda ser pensada. Es, entonces, dentro de la
estructura (definición) donde es posible definirlo pero que, las mismas partes
que conforman las estructuras, están en un constante cambio dándole al
dispositivo un eje que nos permitirá, no obstante, aprehenderlo (o dejarnos aprehender)
en su propia dinámica de movimiento. El dispositivo está siendo el “conjunto
que ensambla y gobierna el saber humano dentro de estrategias de poder […]”[19]
. Así pues: “[…] este vasto complejo del proceso de producción, la “empresa
humana” en su conjunto, y está integrado por los “recursos humanos”, por el
saber técnico, por las ciencias y por los productos tecnológicos que ella
permite producir”.[20]
Estás ‘definiciones’ plantean tajantemente que, la técnica, es decir, el saber
hacer, ha estado, desde el principio, presente en el hombre se sepa o no. Toda
acción está dispuesta, el historiador no escapa, en todo caso sería, entre
otros, uno de los pilares con mayor resistencia que sostienen, cada vez con más
fuerza, al dispositivo.[21]
Hay una pregunta que se viene formulando, si se es agudo en la lectura, es
necesario enunciarla: ¿A qué responde y qué posibilita al dispositivo? El
dispositivo es posible desde que el hombre, como sujeto incompleto y necesitado
de soportes que le permitan su sobrevivencia, se relaciona con los objetos
siempre dispuesto a su forma, sus instrucciones, sus peticiones, sus
imposiciones.[22]
La inscripción es posibilidad del dispositivo. “Gramaticalización es el nombre de ese proceso de inscripción, de
excavar surcos en la tierra, de deja marcas y pinturas en los objetos
artesanales o industriales, de conservar con escrituras impresas o electrónicas
los hechos, tanto triviales como trascendentales”. [23]
¿Pero, por qué se inscribe? Desde la teoría freudiana, se sugiere que la
inscripción responde a la pulsión de muerte. Es decir, al deseo que tiene el
sujeto de retornar a ser completo como, se dice, lo era antes de ser arrojado,
por el vientre de su madre, al mundo siendo, la muerte, el placer máximo que
devuelve, al sujeto, la plenitud perdida. Es, en la búsqueda del deseo a partir
del placer, donde la inscripción sucede y responde a la idea, consciente o no,
de que la muerta nos habita y requerimos, de un modo u otro, dejar
inscripciones en un soporte, ya sea virtual (web) o físico (libretas,
libros,etc). Se inscribe por la angustia que es producida por la idea de dejar
de existir, dejar los placeres, estar completo. Vemos pues, que la inscripción
responde a dos pulsiones al mismo tiempo: a) aceptación, desde la con o in
conciencia y b) la resistencia a ello debido al placer. La pulsión, llamémosle
ahora, <pulsión de la inscripción> requiere, como lo he mencionado antes,
soportes en los cuales depositar la memoria. ¿Qué tenemos ahora? La vida, antes
soporte de la memoria, deposita en la muerte, en el objeto, todo su saber para
que, en algún momento, o desde siempre incluso, éste disponga a nosotros las
maneras de recordar, de interpretar, de reconocer, de hablar, de escribir, de
inscribir, de saber, de libertad, de estar siendo.
“Los “datos” se separan de los agentes que los inscriben,
estos mismos cerebros o individuos que son en última instancia, prescindibles
aunque dotados de una imaginaria “identidad” que, en última instancia, a nadie
importa puesto que se trata de grafismos intercambiables. La consecuencia es
una desindividualización generalizada, un borramiento de las diferencias y las
particularidades de las idiosincrasias”.[24]
Hasta aquí dejaré el recorrido que ha
bordeado, brevemente, la noción del dispositivo; misma que acompañará los
siguientes apartados.
El dispositivo en la obra de Edmundo O`Gorman.
La perdurabilidad del dispositivo en
la obra de O`Gorman aparece desde la producción ideológica del libro, hasta
hoy, hasta ahora que escribo sobre ella. En el texto, desde el inicio del
prólogo se abre una interrogante, casi oculta, entre sombras, aparentemente
desapercibida: “Desde 1940, cuando me fue encomendada la tarea [ ¿por quién? ] de reeditar la gran obra
histórica del padre José de Acosta […]”.[25]
En respuesta a la interrogante dentro de la cita: por el dispositivo.
Continuando con omisiones, O`Gorman, afirma cree y afirma su creencia
enunciando que él, como historiador, eligió su campo de observación para su
investigación: “ […] dentro de los límites del campo de observación elegido
[…]”[26].
O`Gorman ha caído en las trampas del dispositivo no por la primera cita, cuya
mención afirma que su trabajo es producto de una disposición, pero sí en la
afirmación de la segunda cita donde afirma que ha elegido el campo de
observación. Michel de Certeau, acerca de esta disposición afirma: “Es pues
imposible analizar el discurso histórico independientemente de la institución
en función de la cual se ha organizado su silencio, o pensar en una renovación
de la disciplina, que quedaría asegurada por la sola modificación de sus
conceptos, sin que intervenga una transformación de las situaciones
adquiridas”.[27]
La perdurabilidad del dispositivo en la obra de O`Gorman es, pues, condición de
desconstrucción
de la misma siendo, también, fiel a la ontología que el autor establece en su
análisis.
El historiador: el arconte.
Hasta ahora se ha demostrado, sujeto a su
propia lógica desinventora, la posibilidad de la desconstrucción de la
inversión de términos que realiza O`Gorman así como ubicar, tras bordear la
noción, cómo el dispositivo está implícito en su obra también. Este apartado
analizará la noción de arconte e historiador en búsqueda de tres variables,
sobre la misma formula, del quehacer del arconte/historiador.
El historiador, dispuesto, se
encuentra habitando un sitio que juega el papel de bisagra entre la inscripción
que regula nuestra episteme y los espacios, aparentemente vacíos, huecos,
invisibles, intangibles, que no sólo los habitan, los conforman. Sin embargo,
hay un riesgo. Este es que, en la continua producción de conocimiento histórico
no haya una reflexión sobre lo que se esté haciendo dando por hecho, como el descubrimiento
de América, la estabilidad, por consecuencia la repetición, la reacción, la
velación de la reflexión. ¿Cómo está compuesta nuestra (la de los
historiadores) actividad de la bisagra? “Los arcontes son ante todo sus
guardianes [del archivo]. No sólo aseguran la seguridad física del
depósito y del soporte sino que también se les concede el derecho [¿quién
les concede? El dispositivo] y la competencia hermenéuticos. Tienen el
poder de interpretar los archivos”.[28] Pongamos, de inmediato, las tres
significaciones que se despliegan:
a)Arconte/historiador:
Guardián del archivo. Éste responde a los dictámenes del dispositivo que, como
mencioné anteriormente, responden a la desindividualización del sujeto para
tener, bajo control, homogéneo y solamente con posibilidad de reaccionar, no
reflexionar, al hombre.
b)
Arconte/historiador: Seguridad física. El historiador es emplazado por la
fuerza del dispositivo en tanto sea, el historiador, quien resguarde las
inscripciones en las instituciones; borre o emita información en su
investigación, segregue y discrimine la misma, tenga acceso, por su profesión,
a lo que la sociedad, engañada con el simulacro democrático, no tiene acceso.
c)Arconte/historiador:
Poder interpretar los archivos. He aquí el punto de emergencia del cuál, el
historiador, sea fiel al dispositivo o no, abre, al por-venir, el archivo hacia
un exterior institucional, es decir, el lazo social que construye ( o debería
de construir) arrojando su producción, al mercado y por consecuente al consumo,
al lector, a la potencia u ‘olvido’. La interpretación, como enunciación,
siempre estará incompleta. Por más dispuesto que esté una producción, habrá
fisuras. Lo que convierte a está noción de historiador/arconte, como condición
de existencia del historiador; no limitándose a ello, será la interpretación,
también, el espacio y el momento en el cuál el sujeto se relacione con la
ceniza y el fantasma que lleva, sujeto a su eco-nomía, toda inscripción, desinventando
un acercamiento en el cuál la transferencia enfatice su acontecer. “Eso que sobra, irreductible al cálculo, el
inconsciente [el pasado, el Otro, el Uno, el porvenir], permite que se
fabriquen los sueños, que se pongan en acción los procedimientos poéticos, que
se pinten los cuadros y se compongan las obras musicales así como el goce que
brota en el espectador; en el soñante, en quien asiste a lo incalculable de los
encuentros sorpresivos de las palabras y los cuerpos”.[29]
Lectura y escritura: un goce.
Sí se inscribe para la muerte y en
resistencia a ella (en fin, para ella). Más que
un placer, las impresiones: lectura y escritura, sugiero que se piensen
como un goce, es decir, retardar el placer y el deseo en un momento en el cuál,
escribiendo y/o leyendo, se viva la muerte, se muera para vivir.[30]
Es, leyendo y escribiendo desde la desconstrucción, donde, las huellas
se transforman en surcos y los surcos, a su vez, en huellas. Un contacto con la
ceniza se pone en acto en tanto realizo estás acciones, en tanto las recibo, en
tanto las doy. Inscrito en el dispositivo, al igual que O`Gorman, igual que
América y su desinvento, que la H(h)istoria, me entrelazo con la red,
luchando por salir, deseando, tal vez, una muerte que sea la continuación de la
vida, desde otra percepción, desde otro vientre, bien, desde otro lugar.
JAGordilloL.
Bibliografía:
Cristina de Peretti, Jacques Derrida: Texto y Deconstrucción, Barcelona,
Anthropos, 206 pp.
Edmundo O`Gorman,
La Invención de América. Investigación
acerca de la estructura histórica del nuevo mundo y del sentido de su devenir, México,
Fondo de Cultura Económica, 2012 (4ª. ed. 2ª. reimp), 256 pp.
Jacques Derrida, Márgenes de la Filosofía, trad. Carmen
González Marín, Madrid, 2010, (7ª edición), 2010, 372 pp.
Jacques Derrida, Mal de Archivo. Una impresión
freudiana, tr, Paco Vidarte, Valladolid, Trotta, 1997.107 pp.
Michel
de Certeau, La escritura de la historia, trad.
Jorge Moctezuma López, México, Universidad Iberoamericana Biblioteca Francisco
Xavier Clavijero, 2010 (3ª reimp.), 334.pp.
Michel
Foucault, Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias
humanas, tr, Elsa Cecilia Frost, 2ª. ed. revisada y corregida, Siglo XXI,
México, 2010, 398 pp.
N.A. Braunstein, M. Pasternac, G. Benedito
y F. Saal, Psicología: ideología y ciencia, México, Siglo XXI,
1975 (1a. ed.), 419 pp.
Néstor A.
Braunstein, El inconsciente, la técnica y
el discurso capitalista, México, Siglo XXI, 2011 (1ª. ed.), 194 pp.
[1] Néstor A.
Braunstein. Lectura de la psicología académica, en
Marcelo Pasternac, et al., Psicología: Ideología y
Ciencia. Vigesimosegunda impresión, México, Siglo XXI, 1975, p.
330-331.
[2] “[…] la lectura sintomal, que no busca en el
texto un conjunto de respuestas sino que tiende a producir preguntas. Para la
lectura sintomal lo que está escrito es un efecto, un producto de una serie de
determinantes cuyo mecanismo debe esclarecer.
El problema para una lectura sintomal es el de llegar a saber cuál es la
problemática en la que el texto se inscribe y a la que él pretende responder.
No se preocupa por la persona del autor ni por sus supuestas intenciones, ni
por reemplazar lo escrito por algún “…ismo” que permita etiquetar y clasificar
o desclarificar. El texto llega
siempre para ocupar un lugar dentro del conjunto de textos que abordan una
determinada práctica ideológica o científica. Las palabras remiten a nociones o
a conceptos que guardan una relación entre sí que puede ser dilucidada. También
remite a sectores eludidos (“reprimidos”) por el discurso, a repeticiones
innecesarias que pueden ocupar el lugar de un concepto ausente, a ambigüedades,
a respuestas que se ofrecen frente a una pregunta que no se ha formulado o que
se ha deformado, a preguntas que carecen de respuesta. Lo escrito aparece como
el efecto de una estructura invisible que incluye al autor, al sistema de
determinaciones conscientes e inconscientes que actuaron sobre él, a la
problemática abierta en el plano ideológico o científico, al conjunto de
circunstancias sociales, políticas, económicas e ideológicas que rodean al acto
de escribir tanto como al de leer y al lector mismo”. Ibid. p.
331.
[3] Texto
escrito, pintura, fotografía, arquitectura, construcción, surcos en la tierra,
huellas, etc.
[4] Me
limito, en un primer momento, al prólogo del libro debido a que considero
pertinente leer sintomalmente las cuatro cuartillas y media de extensión para
establecer una primera aproximación desde la desconstrucción.
[5] Edmundo
O`Gorman, La Invención de América.
Investigación acerca de la estructura histórica del nuevo mundo y del sentido
de su devenir, México, Fondo de Cultura Económica, 2012 (4ª. ed. 2ª.
reimp), pp. 256. La obra se publicó, en
un primer momento, en el año 1958 bajo la editorial Tierra Firme. La propuesta
del autor se compone de una revisión sobre cómo el “descubrimiento de América”
surge a lo largo de la escritura de la Historia del acontecimiento. El eje que
guiará su investigación se compone de elaborar una diferenciación entre cómo el
saber de la Historia se ha pensado como un ser/ente que sucede
independientemente del hombre siempre siendo, sin modificaciones ni
alteraciones, estable –por consiguiente – ajena a toda epistemología; y una
perspectiva ontológica que sugiere que la Historia está siendo una continua
invención discursiva dispuesta a los códigos culturales de un espacio.
[6] Jacques Derrida, Márgenes de la Filosofía, trad. Carmen
González Marín, Madrid, 2010, (7ª edición), 2010, p.173.
[7] Edmundo
O`Gorman, La Invención, op. cit., p.13.
[15] La
razón de que escriba la palabra Historia con doble: H - h sugiere pensar a la
H(h)istoria, desde está enunciación, de los siguientes significados:
a) Historia:
Ciencia validada por la institución, ya sea académica, científica y editorial.
La ciencia se constituye por una metodología de investigación que en cada
producción histórica será necesaria abordar. Citas, sustentos por autoridades,
comprobaciones, etc.
b) historia:
como producciones no científicas que narran acontecimientos no validados por la
ciencia. Un cuento, una novela, un relato, un mito, un chiste, un aforismo,
etc. Enunciaciones narrativas bajo cualquier soporte que, popularmente,
circulen para dar cuenta de una percepción e interpretación de la realidad.
c) H(h)istoria:
Emplazamiento de las producciones de a) y b). Esta H(h)istoria está en una
continua formación y deformación, es moldeable; está sujeta al movimiento, a la
inclusión. Es consciente de la apertura que lleva consigo hacia nuevos vectores
de sentido y significación.
[16] Jacques
Derrida, Èperons. Les styles de Nietzche,
p.65, cit. por Cristina de Peretti, Jacques
Derrida: Texto y Deconstrucción, Barcelona, Anthropos, p.129.
[17] O`Gorman,
La invención, op. cit., p.16.
[18] La
noción: dispositivo, la tomaré de la propuesta que, Néstor Braunstein, enuncia
en su libro: Néstor A. Braunstein, El
inconsciente, la técnica y el discurso capitalista, México, Siglo XXI,
2011, 194p. En esta obra, Braunstein, con agudeza señalará cómo la noción de
dispositivo y servomecanismo ha sido construida/inventada desde la revisión de
autores como Heidegger, Foucault, Agamben, entre otros.
[21] Acerca
de la globalidad del dispositivo, Braunstein menciona: “El aparato de poder: la
organización social, económica, técnica y política de la sociedad de los
humanos, hoy global, en la culminación del proceso de ensambladura del planta,
de los humanos, que se inició con la desinvención de América”. Ibid.p.37. Negritas cursivas mías. El
tema de la desinvención de América, tiene un peso, desde la afirmación de
Braunstein, brutal. Ya qué es la demostración sobre la disposición de nuestra
concepción de lo que hoy es América. La concepción es dispuesta. Nos es
controlada, nos es atravesada desde una construcción epistemológica que
responde al poder. En el caso del siglo XVI de la Iglesia y corona y hoy en
día, al aparato del Estado.
[22] “[…] el
análisis de la finitud explica de la
misma manera cómo el ser del hombre está determinado por positividades que le
son exteriores y que lo ligan al espesor de las cosas, pero cómo, a la inversa,
el ser finito es el que da a toda determinación la posibilidad de aparecer en
su verdad positiva”. Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Una arqueología
de las ciencias humanas, tr, Elsa Cecilia Frost, 2ª. ed. revisada y
corregida Siglo XXI, México, 2012, p. 54.
[27] Michel
de Certeau, La escritura de la historia, trad.
Jorge Moctezuma López, México, Universidad Iberoamericana Biblioteca Francisco
Xavier Clavijero, 2010 (3ª reimp.), p.74
[28] Jacques Derrida, Mal
de Archivo. Una impresión freudiana, tr, Paco Vidarte, Valladolid,
Trotta, 1997, p. 10. Negritas
cursivas mías.
[29] Braunstein,
El inconsciente, op., cit. p. 191. Negritas cursivas mías. Acerca del trabajo con lo Otro, por
consiguiente, con Uno; Michel Foucault y Michel de Certeau proponen, a lo largo
de sus obras, pensar al psicoanálisis, la etnología, la H(h)istoria y la
teología como aquellas contra-ciencias que trabajan con lo intangible. Derrida
abre la discusión entre H(h)historia y psicoanálisis: “[…] el historiador se
resiste a ser psicoanalista mas también se resiste a no ser psicoanalista”. Derrida, Mal
de archivo, op. cit.,p.63
[30] Añado la
lectura de un poema que me acompañó en el proceso de escritura de este trabajo.
El pasado.
Entre una ruina y otra ruina
levanté una casa,
entre dos fantasmas instalé una fe,
entre un abismo y otro abismo
dispuse los manteles de la mesa
y sonreí cuando entre dos montones de cadáveres
surgió un tulipán.
Así es como he vivido
hermanos míos.
¿Me comprenden ahora?
Así he vivido.
-
Maria Banuş (1944-1999).
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