sábado, 31 de mayo de 2014

Discapacidad, discapacidad, genoma e historiografía.

28 y 31 de mayo de 2014.

Discapacidad, discapacidad, genoma e historiografía.

 “[…] la clasificación es una partida que se dirime en la mesa del lenguaje, sometida al equívoco y la ambigüedad. […] cada uno de los términos tiene un valor que depende, no de las propiedades de la cosa en sí (el significante, que no existe fuera del lenguaje), sino de su relación con los otros elementos del mismo sistema […]. Las clasificaciones tienen siempre efectos performativos, hacen a lo que nombran […]”.[1]

      Si la clasificación, la enunciación, el acto de nombrar, etc. está siendo la posibilidad de la aprehensión de lo real a los códigos culturales, podemos afirmar, momentáneamente, que todo discurso ya sea científico, político, etc. está constituyéndose como una invención que lidia entre lo real y la posibilidad de conocimiento de ésta. Desde la postura enunciada se partirá hacia la reflexión sobre el discurso de la “Discapacidad” y la historiografía.

 

Ponencia e historiografía. Hacia una reflexión.

 

 El día de hoy (28 de mayo 2014), en la Casa del Refugio Citaltépetl (México D.F.), bajo la cobertura de “17, Instituto de Estudios Críticos”, se impartió una conferencia/diálogo en el cuál Susan Antebi (profesora de la Universidad de Toronto) tituló: “La genética y la discapacidad por venir: entre el deseo y la prevención”[2]. La ponencia tuvo varios ejes de discusión, sin embargo, el tema genético, la Discapacidad, el por venir y su emplazamiento en el discurso de la medicina en el país de México, abrieron la posibilidad de relacionarse, desde la crítica, a una reflexión sobre cómo vivir la perdurabilidad de estos conceptos o mejor dicho, de estas nociones ya que, si algo está sujeto al cambio, a la contingencia, son los discursos; esos que, egocéntricamente, tomamos como la Verdad.

Susan, comenzó con una reflexión sobre una campaña de ‘salud’ que, a partir de unas imágenes, vertían su mensaje concentrándose en la prevención de enfermedades  como la supuesta diabetes, obesidad y hepatitis. La pregunta se centró en el papel del por venir de la Discapacidad. Es decir, de la prevención de un trastorno, una enfermedad que, según la genética[3], está dispuesto por los genes del ‘mexicano’.  Tras una investigación que aborda las décadas de los 20’s a los 50’s, en México, Susan, presentó cómo el concepto de Discapacidad se fue legitimando, desde el Estado, hasta las instituciones privadas. En un contexto post-revolucionario (1920 – en adelante) la identidad del ‘mexicano’ llevó a varios pensadores, entre ellos Vasconcelos, a disponer los elementos necesarios para identificarse como una nación sólida, reformada, democrática. Los elementos que reforzaban y moldeaban la posibilidad de conocimiento del ‘mexicano’ estaba mediado por un discurso educativo orientado hacia la enseñanza de lo que, el proyecto de nación, requería. La idea de una raza ‘mexicana’ estaba presente en todo este nuevo andamiaje ideológico. Desde ahí, el concepto: Discapacidad, se entendía como si éste existiera desde siempre, implícito, integrado, impreso a todo contexto. Se entendía similar a una ley, a un veredicto que no cabía cuestionarlo, pues, estaba validado por la ciencia y el Estado. La Discapacidad afirmó anomalías, inventó a las enfermedades así como sus remedios, es decir, movilizó la economía a partir de las empresas farmacéuticas; las Universidades abrieron espacios para su especialización, en fin, el pensar de esta forma a la Discapacidad consolidó, aunque en ficción, a una ideología y sus prácticas. Al diagnosticar esta continua construcción, Susan, hace la distinción del concepto proponiendo que la Discapacidad se entienda, desde ya, como: discapacidad, sugiriendo que el concepto se piense no como centro, ni como verdad, más bien, al igual que todos los discursos: una percepción e interpretación de lo real.  A partir de esta distinción, Susan, despliega que la Discapacidad está sujeta al por venir, es decir, a la utopía, a la universalidad. Ya que, en sus intenciones de inclusión, de los ‘anormales’ a la ‘normalidad’ sería imposible debido a la constante construcción de las posibilidades del conocimiento.

A grandes rasgos, ese fue el desarrollo sobre su ponencia en torno a la Discapacidad y la discapacidad. Sin embargo, hay un tema en el cuál la historiografía, es decir, cómo se ha escrito la Historia a través del tiempo y el espacio, debe de responder a la invitación que, entre líneas, se presentó en la conferencia. La provocación se encuentra bajo el discurso de Susan como en el del “genoma mexicano”. Las interrogantes: ¿ Qué está siendo el mexicano? ¿Qué está siendo México? ¿Es posible homogeneizar, bajo un discurso  científico, la llamada genética de todo una nación?

El planteamiento requiere de una revisión exhaustiva, aguda e intensa sobre las nociones de nación, ciencia y genética. Sin embargo, debido a la extensión y el interés de este texto, lo suspenderemos advirtiendo que próximamente, se analizara la noción de “América”.

El proyecto del ‘genoma del mexicano’ tiene implícito una situación de la cuál se abren diversos caminos guiados por la duda y el cuestionamiento. Brevemente, pondré en duda la palabra “mexicano”. Sí por ‘mexicano’ se entiende vulgar y comúnmente al nativo de México, entonces, refiere a toda persona inscrita al sistema legal que legitima a la nación y que resida en la misma. Sin embargo, hay que mencionar que aún hay comunidades, como los yaquis, que se desentienden de lo anterior dando pie a la heterogeneidad, es decir, a la diferencia. México, es una nación que homogeneiza, que centraliza, que busca erradicar la diferencia, pero en este gesto existen las distinciones territoriales, culturales etc. No es lo mismo un mexicano que vive en la capital, que un poblano, un regio o un chamula. Todas estás comunidades son diversas. Se abre la primer interrogante ¿a qué mexicano se está refiriendo el proyecto del genoma?

Segunda cuestión: Si el proyecto del ‘genoma mexicano’ tiende a localizar nuestra ‘identidad’, surge una segunda pregunta: ¿qué identidad? En las recientes  investigaciones historiográficas (1980 –hasta nuestro días) se ha diagnosticado que, si algo no se puede estudiar en sí, es el pasado. Los trabajos de l@s historiadores: Guy Rozat, Norma Durán, Alfonso Mendiola, entre otros, se han distinguido por ser participes de la postura de la imposibilidad del encuentro con el pasado; en cambio, su propuesta radica en la observación de observaciones, es decir: no se estudia el pasado en sí, se estudia cómo se ha percibido el pasado en diversas posibilidades de conocimiento. Desde esta postura, los tres historiadores, enuncian que la noción tanto de ‘México’, como de ‘indígena’ es una importación occidental proveniente de la epistemología medieval. La propuesta se sostiene a partir de un análisis de los textos de la conquista, especialmente, en las crónicas de Bernal Díaz del Castillo que, comparando con los textos bíblicos y novelas artúricas, se ven similitudes y la misma estructura narrativa. El argumento es el siguiente: la epistemología medieval, en occidente, era posibilitada por los estudios escolásticos y teológicos. Así como hoy el principio de conocimiento se rige bajo la ciencia, en el medioevo, se regía por las disciplinas mencionadas. Teniendo como base esta aproximación, se puede concluir lo siguiente, claro, sujeto al cambio: la recepción e interpretación del medioevo estaban atravesadas por la escolástica y la teología, por consiguiente, al llegar a lo que hoy llamamos “América”, la única manera de trasladar a aquello, hasta ese entonces desconocido, fue apropiarlos a las posibilidades de conocimiento que los occidentales medievales en ese momento tenían. ¿Resultado? Toda percepción pre-hispánica está mediada por la concepción occidental. Es decir, no es posible, por el momento, conocer lo que llamamos ‘raíces mexicanas’ en sí. Lo que nos llega son interpretaciones y percepciones europeas del siglo XVI. De ahí la imposibilidad del proyecto del ‘genoma mexicano’.

 

¿Entonces?

           
            Desde el discurso historiográfico, el proyecto del “genoma”, no sólo mexicano, si no, ‘humano’, se desestabiliza, se quiebra. Queda pensar cómo se ha constituido nuestra concepción de nociones que, dicen, nos dan la identidad y por consiguiente, regulan toda nuestra cultura, es decir, nuestra manera de vivir a diario. ¿Qué consecuencias habría si se sabe qué: “México”, “mexicano”, “América”, “el planeta Tierra”, “la finitud”, “el origen”, "la Discapacidad", entre otros conceptos, ahora tomados como verdades y puntos de partida, son una invención discursiva? ¿Cómo regirnos ahora? ¿Angustia, terror?

            En fin, solamente me queda plantear las preguntas, abiertas, para pensarlas y emplazarme en ellas. Recordemos que, es el diálogo, descentralización de nuestras opiniones lo que posibilita pensarnos en el margen y superar el egocentrismo que nos tiene, muchas veces sin saberlo, en la inopia. Agradezco, una vez más, a la oportunidad que abrió Susan, “17…” y al acontecimiento que ha abierto tantos vectores de sentido como emociones que llevan al límite mi entendimiento, mi estancia, mi ausencia, mi concepción…


JAGordilloL.





Bibliografía.

Néstor A. Braunstein, Clasificar en psiquiatría, Siglo XXI, México, 2013,pp.139.




[1] Néstor A. Braunstein, Clasificar en psiquiatría, Siglo XXI, México, 2013,p. 80-81.
[3] Un artículo publicado por CNN aborda el tema de la cuestión genética.: http://www.cnnexpansion.com/actualidad/2009/06/04/genoma-destapa-diferencias-de-mexicanos citado el 28/05/2014.