07 y 08 de junio del 2014.
Historiadores (del arte). ¿Hacia una
ceguera?
Para
quienes, como ‘yo’,
van desconfiando de los sentidos.
El
jueves 5 de junio del presente año (2014), como parte de una serie de coloquios
presentados por una Universidad privada (en la Ciudad de México); hubo una mesa
de exposición cuyos temas a tratar, entre otros, fueron: 1) el museo como
institución que enlaza a la obra de arte y al público, 2) la segregación de
obras de arte de carácter menor (según clasificaciones de la Academia) y 3) la propuesta
para una restauración de museos para recuperar obras descuidadas. La ponencia
dio inició a las 3 p.m. durando,
aproximadamente, dos horas y media. Tras presentar, cada quien su
investigación, se abrió un espacio para, quien quisiera/pudiera/se animara
comentara los trabajos, en fin, se iniciara un diálogo. Fue, en ese momento,
donde pude exponer un par de interrogantes que, desde hace tiempo, como mero
aficionado al arte, he estado pensando: ¿cómo es la relación entre las artes
visuales y los ‘ciegos’?, ¿sí el arte es sin condición, es decir, incluyente,
Universal, por qué condicionarla para videntes? Como respuesta, hubo, en
principio, silencio; seguido por un par de respuestas 1) un equipo, procedente
de Puebla, mencionó la dificultad de adaptar los espacios del museo, en
general, para los “discapacitados” y 2) el moderador de la mesa, aunque
excluyéndose abiertamente del diálogo, mencionó que se trabajara, conmigo, para
dar una respuesta ante este evento. Al terminar los comentarios, se dio por finalizada
la exposición. Mientras iba de camino a mi hogar, reflexionaba mi enunciación
en la ponencia y pensé en escribir, brevemente, un planteamiento para pensar,
vivir, el arte no desde la vista, si no, desde la ceguera.
En
la Historia[1]
del Arte, esta discusión -sobre la ceguera- aunque cada vez más institutos y/o
artistas sean parte de ella, aún, mucha gente del gremio lo ignora. Se ignoran. Dan por hecho, casi como una ley
universal, que el arte (al menos los cuadros, las pinturas) son aprehensibles
con la vista. Sin embargo, noto que dos situaciones se despliegan: 1) la gente
‘ciega’ y 2) cómo trabajar la lectura
del vidente sobre la obra.
Desde
una postura común, se piensa que es imposible, para el ciego, acceder a una
experiencia en frente de un cuadro, frente a una pintura. Evgen Bavcar[2],
fotógrafo ciego, no piensa así. Su obra ha recorrido y fisurado los limites que
esta suposición divulga. No hay mayor ciego que el vidente. En
este caso, en particular, de los historiadores del arte, pienso que hay al
menos dos formas en las que están siendo ciegos. A) Ciegos ante los ciegos, es
decir, ignorantes de lo Otro que conforma su saber y B) ciegos, literal o metafóricamente
(desde la posibilidad de ‘ver’, hagan un esfuerzo por ir más allá del sentido
de la vista). La Historia del Arte, inevitablemente, se dirige a la ceguera.
Depende, de cómo se piense esta. Si el gremio y el saber podrá ser participe
de un Arte condicionada, excluyente, dirigida a un sector en especifico y
quedarse allí; o bien, ser parte de un Arte sin condición, incluyente, que sean
los historiadores de arte, espectadores, artistas, etc. los que aporten al arte
y no, como sucede, que los artistas se acoplen a las disposiciones de una
Academia ciega.
Es
curioso que, aún pensando que la ‘vista’ asegurara un acercamiento a la obra,
muy pocas instituciones discutan cómo presentar, al menos, herramientas,
ejemplos, sobre cómo leer la obra. El acceso que se tenga a ella, ya sea en un
museo, en fotografías o en la Internet, si no sé piensa, si no hay una
reflexión, un análisis sobre ello, se convierte, el visitar una obra, en
consumo cultural, en reacciones dispuestas. Fugaz, como el espectacular de la
calle, la obra, se perderá entre mil imágenes más. ¿Qué diferencia habría entre
poder ‘ver’, encontrarse con la obra y un ‘ciego’ que no ve a ésta? Casi
ninguna. Verla, en este sentido, es no observarla; por observación entiendo: un
proceso aprehensivo e interpretativo no limitado a la vista, por su puesto. Los
historiadores del arte, deberían, además de hacer difusión (dar(se) a conocer),
hacer un lazo social más profundo, una divulgación (incluir, en el proceso de
producción de un saber, a la gente ajena, familiarizada, del gremio). ¿Cómo? Por ahora, la prioridad, sería
transmitir los métodos analíticos propios de la historia del arte, al menos,
dos principales: semiología y hermenéutica. Lo interesante aquí sería, volver
rentable esta difusión, relacionarse con un lenguaje no tan complejo y pensarlas desde la “discapacidad”,
desde la ‘ceguera’.
Sabiéndolo o no, varios saberes: la
Historia, la Historia del Arte, la fotografía, el cine, etc. han estado
encausados, desde su aparición, por una senda invisible pero perceptible: la
senda de los Otros espacios. Una senda que pone en duda, provoca, propone y
afianza, nuevas maneras de entender la Realidad, donde sea aquello
imperceptible que se nos presenta lo que nos permita, en el proceso, lidiar con
nuestro egocentrismo, con nuestra ignorancia; dirigiéndonos hacia una ceguera,
hacia otros espacios, hacia otros horizontes.
Evgen Bavcar
Información y trabajos de la 'ceguera':
http://www.diecisiete.mx/estudios-criticos/ceguera-y-filosofia.html
http://www.diecisiete.mx/escrituras/catalogo-la-mirada-invisible.html
Sobre el cine: http://www.cineparaimaginar.mx/
Borges: https://www.youtube.com/watch?v=Dy6y27Jt-HM
JAGordilloL.
[1] En un primer momento pienso en
la Historia, que es lo ‘mío’. Acerca de este saber, la ceguera, se experimenta
en tanto se producen textos históricos. ¿Cómo? al haber un archivo (virtual,
físico, etc.), lleva consigo, una selección de información que quedará inscrita
en un soporte dando pie a la existencia del archivo. Pero, es, en la selección
de información el momento en el que hay exclusiones, es decir, información
segregada que quedará, perdida, bien, borrada. No solamente queda un espacio
‘vacío’ en el archivo debido a la información, también, normalmente, el
contexto en el que se produce la Historia, queda sin enunciar (asumiendo que la
investigación que se hace es independiente de las posibilidades de conocimiento
de ese momento). Al menos, estas dos ausencias, son con las que el historiador
debe trabajar. Sí, con las huellas, con el resto ya que, este ejercicio, nos
hará darnos lugar en el presente dando, deuda y luto, al pasado. Así es como la Historia está con la ceguera,
la ceguera con la Historia. Los sentidos engañan, nos mantienen en un espacio
dentro de una gama de ellos enunciando que, en el que vivimos, es el único;
siendo el desplazamiento de este hacia
otros donde, nos damos cuenta que, desde otros lugares (a veces irracionales si
lo pensamos desde donde partimos), se puede vivir al Otro, al pasado dejándonos de penar como
centro. Así la Historia se presenta como un trabajo con lo invisible
dirigiéndose, el saber, hacia la ceguera, hacia otros espacios.
[2] Su
página de internet es la siguiente: http://www.evgenbavcar.com/
Me pareció interesante tu artículo, a mi me llamo en especial la atención no tanto la necesidad de aprender a apreciar una obra de arte, si no el hecho que también mencionas de que muchas veces el mundo de la producción artística no tome en cuenta las necesidades que presentan muchos grupos que por diversas razones no poseen las mismas capacidades motrices o sensoriales que lo que se considera "la mayoría de la población".
ResponderEliminarEsta "ceguera" hacia los otros ( en este caso la gente con diferentes capacidades motrices sensoriales) desafortunadamente no solo se limita al medio artístico sino también a muchos otros aspectos de la vida de hoy.
Ejemplo de ello es por ejemplo la gran ceguera que tiene invadido a México al momento de diseñar edificios/ espacios públicos/ objetos de uso común que no le permite ver a estos otros que por limitaciones sensoriales o motrices no puede hacer uso de ello.
Imagínate!! después de más de 40 años de funcionar apenas ahora le están empezando a meter elevadores a algunas estaciones de metro para que pueda ingresar sin problemas la gente en silla de ruedas.
Exacto Sergio, pienso que, no limitando la discusión al arte, lo que escapa de la así llamada 'normalidad' es o aprisionado (hospitales psiquiátricos, hospitales, cárceles, etc.) o ignorado. Hay, por ejemplo, un arquitecto de nombre José María Buendía, que se esfuerza, constantemente en su obra, en pensar en una participación más integral.
ResponderEliminarSería interesante pensar, por ejemplo, el asunto de la ceguera en la divulgación de la Historia. Pero eso nos toca a nosotros. De nuevo, gracias por comentar y sabes que eres bienvenido en el blog, siempre. Un abrazo.