domingo, 26 de enero de 2014

El archivo: una invitación a su reflexión.

02-01-2014.
El archivo, la importancia de su reflexión y afectación en lo cotidiano.

El acontecimiento que refiere a la lectura y cómo ello responde a la vida cotidiana en el lector y por consecuente al escritor, fue expresada en la entrada que precede a esta. Sin embargo, la siguiente cita de Gabriel Zaid nos acompañará y será eje del siguiente texto. “Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tiene algo que decirnos. ”[1]

En la obra del filósofo Jaques Derrida titulada: “Mal de Archivo. Una impresión freudiana”[2] , presenta la importancia de reflexionar la noción de archivo, así como las demás palabras y conceptos que (de) forman y complementan al archivo mismo. Retomando la obra de un importante historiador, Yersushalmi, y su obra sobre Freud, va desarrollando el tema del archivo con sus diversos alcances y limitaciones presentando de que forma, el archivo, dis-pone al hombre en la relación con éste y consigo mismo.

Este texto dará cuenta de cómo Derrida plantea al archivo durante su obra.[3] Después de presentar mi entendimiento sobre el tema abordaré cómo esta noción afecta a las anteriores y posteriores entradas en este blog, que será un ejemplo sobre cómo la noción de archivo opera en la cotidianidad. Ya sea virtualmente, en el acto de archivar cualquier documento, en el labor de la abogacía y su trato con las leyes, las secretarías con los documentos, etc, el archivo operanda por sí sólo, el estar informado sobre cómo se presenta puede ser la oportunidad para ser un activo en la dislocación del mal de archivo.  

“<<Archivo>> es solamente una noción, una impresión asociada a una palabra y para la cual ni Freud ni nosotros tenemos ningún concepto.
 […] hay razones esenciales por las cuales un concepto en formación permanece siempre inadecuado a lo que debería ser, dividido, disjunto entre dos fuerzas”.[4]

Limitar un “concepto”, una definición, en Un absoluto es ignorar la composición de este y suponer la imposibilidad de apertura. Los “conceptos” están sujetos al porvenir y la epistemología que regule el conocimiento en determinado tiempo y espacio. Tras la advertencia/postura sobre como abordar los conceptos y términos, daremos una primera aproximación[5] a la noción de archivo que Derrida propone. Archivo: hogar/lugar/sitio donde las impresiones quedan resguardadas en un principio nomológico disponiéndose del hombre para otorgar veracidad a su existencia y ser un adepto externo, una prótesis de la memoria humana. Por estar inscrito en un principio nomológico, el archivo es en sí mismo eco-nómico, es decir, pone en reserva, ahorra, guarda, de un modo no natural haciendo que se respete una ley (organización).  

La constante repetición del acto “archivar”, el inscribir en exteriores haciendo una especie de memoria suspendida (la nube de Internet por ejemplo), siguiendo la explicación del libro, responde a una pulsión. La pulsión de muerte. El hecho de archivar, de guardar, de entregarse al por venir es aceptar, de antemano, la muerte de un sujeto y su regreso al origen. No limitándose solamente a la defunción, Derrida habla sobre una constante supresión y represión del archivo. Entiéndase supresión como un desplazamiento de afectos. En el texto/archivo hay silencios que se mantienen ocultos, reprimidos y suprimidos, de la misma forma que los archivos mismos. Quienes se encargan de ejercer la (in)utilización de estos, Derrida, les llama “arcontes”. El término remonta a la primera definición que el filósofo hace sobre el archivo: “Arkhé, recordemos, nombra a la vez el comienzo y el mandato”.[6] El arconte es quien distribuye, clasifica, interpreta,[7] ofrece, oculta, destruye, etc. al archivo. Continuando con los agentes que definen al mal de archivo, es momento de mencionar que, con la transformación de las tecnologías, la información, los datos y el modo al que accedemos a ellos es regulado por el principio eco-nómico y de consignación.

La utilización de los archivos a los cuales tenemos acceso son, por naturaleza, incompletos. Ya sea el arconte o ciertos ordenes tecnológicos, serán ellos (nosotros) quienes decidan que información será distribuida, veraz, influyente, oficial o no, etc. La comunidad de arcontes determinará, hasta cierto punto, nuestra epistemología. ¿Y los datos que son excluidos, reprimidos, olvidados, segregados, etc.?. Derrida, menciona que estarán en retorno constante, no de la misma forma o bajo el mismo modo. El historiador, por mencionar un oficio, deberá de trabajar con esa parte reprimida de los documentos. Habrá que ser minucioso y atento para localizar la ausencia que hubo en el momento de la inscripción.   

¿Cómo enfrentarse a la ignorancia del archivo y su constante necesidad de reflexión y práctica? Siendo consiente de cómo el archivo opera en el presente. Asumiendo esta responsabilidad, el archivo se resiste a seguir siendo nombrado y tratado con una orientación hacia el pasado. Empezar por el hecho que el archivo es físico o tangible es aceptar que está compuesto de una invisibilidad también. Es, el espectro del archivo, lo que debe ser trabajado. ¿Qué más se oculta en las inscripciones?, ¿qué es lo que no aparece forma literal?. El archivo debe de hablar por sí mismo. En el diálogo que exista con el arconte y el espectro del archivo es el que habría de reconocer como un acontecimiento en el que el hombre dé cuenta de su subjetividad y actué en tanto a lo que se oculta.
Cada vez que seamos responsables de la impresión tipográfica, no queramos relacionarnos con ello como, cierta postura del acto archivar requiere. Abordar lo visible por su invisible respetando su composición temporal, brinda, entre otras acciones, a trabajar con lo “no obvio”, la “periferia”, lo externo y dar cuenta cómo se revela el goce, la supresión y represión.  
El lazo social que crea la ignorancia  e ignorancia informada sobre el archivo requiere a disciplinas, oficios y practicantes, poner en discusión este tema que es por excelencia el del porvenir y nuestra relación con el lenguaje.

Todo archivo se ve atravesado, desde su surgimiento, por lo anteriormente mencionado. Estas líneas, las entradas pasadas y las que están por venir no serán la excepción ya que, es la naturaleza del archivo, estar en constante tensión entre su desaparición y aparición.


JAGordilloL.


[1] Gabriel Zaid, Los Demasiados Libros (México: De Bolsillo, 2010), 21.
[2] Jaques Derrida, Mal de Archivo. Una impresión freudiana. Trad. Paco Vidarte. (España: Trotta, 1997).
[3] Hago una invitación abierta al lector de este texto a que lea la obra en cuestión.
http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/mal+de+archivo.htm
[4] Jaques Derrida, Mal de Archivo, 37.
[5] A lo largo del texto veremos de que forma esta definición va moldeándose dependiendo el caso.
[6] Jaques Derrida, Mal de Archivo, 9.
[7] El hecho que la palabra este en negritas es porque justamente esa acción, la de interpretar, es cómo una limitación, la posibilidad del arconte o quién se encuentre con el archivo para subjetivar con él.

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