23-12-2013.
“Del libro a la conversación”.
Misiones
(Navidad 2013), “Los Demasiados Libros” y su relación.
“El habla no es instrumento
disponible, sino aquel acontecimiento que dispone la más alta posibilidad del
hombre”. M. Heidegger.
Es en la lectura atenta donde la ausencia
física de un sujeto se vuelve acontecimiento.
La
intención de este texto es hacer un ejercicio de la memoria a través de un escrito,
siendo también una respuesta a la necesidad de plasmar los acontecimientos que
uno vive a través de fotografías. El ejercicio que haré en los siguientes
párrafos es una oportunidad de reencontrarse con la escritura. Inscribir lo
vivido en forma de texto utilizando la capacidad descriptiva, narrativa y
de explicación para con el Otro. La
experiencia que se expondrá será la siguiente: Mi participación en Misiones[1]
así como la de semejantes que me acompañaron[2]
y la lectura de los libros: “Los
Demasiados Libros” de Gabriel Zaid y “Las Mujeres de la Tormenta” de Celia del
Palacio. La relación que hay entre la lectura de cualquier texto y las
vivencias personales pueden desecharse (producto de una lectura ramplona)[3] o
embellecer nuestro tránsito en la tierra sensibilizándonos en el acto del
hombre por excelencia: vivir.
Gabriel
Zaid[4],
en su libro “Los Demasiados Libros”[5]
nos menciona: “[…] la verdadera función de los libros,[…] es continuar la
conversación por otros medios”:[6] La
conversación menciona el autor regiomontano es, el principio de la economía.
Una conversación puede ser de lo más común como hablar del clima, de la
cosecha, del día, de un libro, etc.
En Nauzontla- Puebla[7], así como en muchos otros municipios de la región norte del estado, la cabecera municipal está separada, por distancias de por lo menos 50km, de comunidades aledañas. “La Unión” fue el poblado al que acudí. Tras media hora de viaje durante la llegada de la cabecera a la comunidad, iba platicando con Manuel, joven de 16 años hijo de uno de los personajes importantes de la iglesia del pueblo. Conversando con Manuel, empecé a escuchar cómo era su dinámica de vida y con ello la del pueblo. Fue durante esa charla que me di cuenta de que viajar, a donde sea, con quién sea, no puede ser una experiencia profunda si uno no abandona el cordón umbilical, el confort y se entrega a la vivencia. ¿De qué sirve salir de casa si a donde vayamos llevamos nuestros aparatos, pláticas y pensamientos sin ninguna reflexión?
En Nauzontla- Puebla[7], así como en muchos otros municipios de la región norte del estado, la cabecera municipal está separada, por distancias de por lo menos 50km, de comunidades aledañas. “La Unión” fue el poblado al que acudí. Tras media hora de viaje durante la llegada de la cabecera a la comunidad, iba platicando con Manuel, joven de 16 años hijo de uno de los personajes importantes de la iglesia del pueblo. Conversando con Manuel, empecé a escuchar cómo era su dinámica de vida y con ello la del pueblo. Fue durante esa charla que me di cuenta de que viajar, a donde sea, con quién sea, no puede ser una experiencia profunda si uno no abandona el cordón umbilical, el confort y se entrega a la vivencia. ¿De qué sirve salir de casa si a donde vayamos llevamos nuestros aparatos, pláticas y pensamientos sin ninguna reflexión?
“La
Unión”, por más que pregunté el origen del nombre, no hubo respuesta. Sin
embargo, la causa de la creación de ese pueblo hace treinta y seis años si fue
posible saberla. Santa Lucía, comunidad cercana, menos de siete kilómetros a
pie de La Unión, era el sitio donde se encontraban las escuelas de la llamada
“educación básica”. Los niños, argumentan los adultos de “La Unión”, caminaban
de madrugada para llegar al colegio que quedaba retirado. Otra persona me
comentó que fueron las diferencias de los habitantes de Santa Lucía lo que
llevo a la separación. Esas son las dos versiones del origen. Lo que, desde
cierta interpretación, puede explicar la casi total ausencia de habla náhuatl o
cualquier lengua distinta al español y la aparente falta de tradiciones
antiguas en las celebraciones religiosas. Similar a San Bernabé, comunidad más
cercana al norte de Puebla, la sociedad se organiza con roles muy específicos
pero no por eso, definitivos. Debido a la constante ausencia del sacerdote[8],
las iglesias y capillas de las comunidades son organizadas por fiscales o un
colectivo, no más de diez personas, para llevar a cabo las tradiciones de la
religión así como sus días importantes. En “La Unión” la señora Isabel funge el
papel con más importancia de este colectivo; don Manuel (padre de Manuel, el
chico que nos llevó a la Unión), es su más confiable compañero. Doña Isabel y
don Manuel me comentaron que hay otros cinco encargados, sin embargo, su falta
de responsabilidad, había transformado el equilibrio dejando en los dos
principales personajes del colectivo, todo el trabajo. San Judas Tadeo, es su
santo por excelencia y su feria es el veintiséis de octubre, misa, vente de
antojos regionales: queso, café, aguardiente, arroz, maíz en todas sus
preparaciones, cuetes, rodeo y un baile son las actividades que conforman la
feria. En las fechas de mi estancia
física, del catorce al dieciocho de diciembre del dos mil trece, se festejaron
las dos primeras posadas, más adelante entraré en detalles.
Debido
a las actividades laborales masculinas del pueblo, principalmente trabajar el
campo[9] cuya
jornada se conforma con la luz del sol, con el amanecer, los primeros rayos del
sol sobre la tierra tiñendo los tupidos cerros de la sierra hasta el ocaso del
resplandor solar, cuando las sombras bailan con las luces por última vez en el
día; la figura femenina es quien toma las decisiones del hogar y educa a sus
hijos, siendo, con las debidas reservas, un sistema matriarcal.[10]
Las mujeres y el hogar están ligados en la Unión, depende de ellas la
posibilidad de alimentación, de atención a las materias primas conseguidas por
el varón, la formación de sus hijos, etc.
La
religión católica funge como una bisagra en la comunidad, ya que es la
creencia, la fe, lo que une a los niños en su formación como católicos, a sus
madres al momento de llevar a sus hijos al catecismo, a los hombres y familias
en las celebraciones así como en el proceso de su preparación. Mientras las
actividades de la tarde (convivir con los niños de la comunidad) transcurrían
en el atrio de la iglesia, las madres junto con doña Isabel preparaban las
posadas. Fueron solamente dos celebraciones en las que el equipo estuvo
presente debido al tiempo de estancia. Mientras nos dirigíamos hacia los
hogares en donde el rosario iba a ser rezado, doña Isabel y yo íbamos
conversando acerca de la Biblia, el libro del mormón, Tao, filosofía Veda y el
Kybalión. Yo le compartía mi experiencia con cada libro y texto sagrado, ella
respondía con sabiduría y con continuas frases o pasajes bíblicos para
introducir su reflexión. Zaid dice “[…] lo verdaderamente culto es que se deje
llevar por la curiosidad, la extrañeza, el asombro, la diversión”.[11]
Abandonar el confort es, encarar a lo incierto, a la angustia y entregarse al
nuestra estancia en el mundo.
Al
llegar a los hogares, nos reuníamos rodeando el altar de la casa, la imagen de
Jesús, San Judas, veladoras y marcos con imágenes de la Virgen María lo
componía. Doña Chave iniciaba el rosario y durante media hora se rezaba la
oración, los niños corrían y gritaban mientras los presentes, con voz baja y
ritmo constante, repetían las palabras sagradas. Al terminar el rezo, la
familia anfitriona (es importante mencionar que era toda la familia, vemos de
nuevo, la unidad social debido a la religión) daba café, pan y galletas a todos
los presentes. Mientras consumía los alimentos, comencé, a través de un saludo,
apertura a mundos diversos de historias, con un señor que estaba a mi lado.
Nicolás Romero, Estado de México fue el tema central de la plática así como la
celebración del Divino Rostro. En ese momento comprendí lo que Gabriel Zaid
menciona: “Una conversación que nace, como debe de ser, de la tertulia local;
pero que se abre, como debe ser, a todos los lugares y a todos los tiempos”. [12] Esta platica me llevo a reflexionar sobre el
papel de los libros en esta sociedad, en La Unión. Leyendo a Zaid me quedo un
poco más claro: “[…] lo que vale de la cultura es qué tan viva está, no cuántas
toneladas de letra muerta puede acreditar”. [13]
Después de diez o quince minutos de charla, inicié el cuestionamiento sobre las
tradiciones distintas a la católica, a lo que me respondió que, efectivamente
las había. Debido al surgimiento mismo de la comunidad y por consiguiente las
nuevas generaciones, las tradiciones de antaño, quedaron en el dominio de los
ancianos del sitio. El señor me comentó la importancia que tenían estas fechas
en la relación del campo con el hombre. Es en los primeros días de diciembre (que
coinciden con luna llena) los que marcan entrada a los hombres para iniciar el
cultivo sobre la tierra. Con respecto a la luna llena, dependiendo de cómo se
viera al amanecer (5 a.m.) corresponde al clima que en ese día, o en los tres
días venideros dominará el territorio. Mientras prestaba mi escucha a las
tradiciones decembrinas propias del sitio y de la gente, me quedé observando el
altar. Además de las imágenes, etc, logré visualizar, no por primera vez,
huevos de gallina, semillas y frutas regionales en el altar. Le pregunté el
motivo de por qué ponían ahí los alimentos a lo que me contestó con una
advertencia primero, seguido de la explicación. La advertencia fue clara: te lo
digo pero no vayas a andar diciéndole al padrecito la verdad porque bastante hemos
hecho pa´que siga en secreto. Al poner en el altar los alimentos significa,
según el señor, la bendición no de Jesús ni María ni San Judas, sino de la
fertilidad de la luna.
La
última noche en el sitio llega y con ella nuestro último contacto físico con la
comunidad. Cuatro días que nombrarlos y clasificarlos como tal sería una
aniquilación de la estancia en el espacio y tiempo que la Unión y yo habitamos.
Hasta
aquí llega este (primer) encuentro testimonial con la Unión y la lectura de
ambos libros. Hay que rodearse de activos, la pasividad si funcionara ya habría
demostrado síntomas de transformación. Leer, vivir, viajar, conversar, respirar, comer, tomar,
andar, caminar, correr, pensar, verbos relacionados en idea y en acto.
“[…]
la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado
en que nos dejan.
¿Qué
importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que
importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la
calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Lo
leer nos hace físicamente, más reales”. [14]
[1] Actividad del Instituto Oriente,
colegio en el estado de Puebla, que se realiza a lo largo del curso escolar. La
experiencia de adentrarse a una realidad de la que somos parte, pero es
ignorada, viajar dentro del estado y comunicarse con gente es, como
entiendo, el objetivo. Debido a la
participación, si no excesiva, sí numerosa de alumnos y acompañantes a tal
actividad, hay una división en grupos. Cada colectivo de personas va a una
comunidad distinta dentro de una zona general. El equipo donde fui asignado se
dirigió a Nauzontla- “La Unión.
[2] Los siguientes testimonios son de
compañeros que acudieron a la misma actividad, misiones, ya sea en distintos
lugares o en el mismo.
Fernanda
Muriel:
Misiones.
Me llegan a la mente muchos recuerdos:
sonrisas, miradas de complicidad y manos unidas. Me acostumbré rápido al equipo
que me tocaba para después adaptarme a otro que a lo largo de las juntas y
hasta la fecha de salida, fue cambiando hasta quedar: Rudy como coordinador,
Jorge como acompañante y Mabel, Victoria, Iliana y yo como novatas. Debo
confesar que no tenía buenas expectativas del equipo final, sin embargo nos
volvimos muy cercanos debido a la confianza que logramos desde el primer día y
el apoyo a lo largo de las misiones. Llegar a Kuwitchuchut fue tardado y
tedioso. Cargamos nuestras maletas bajo un sol abrumador con la incertidumbre
tanto de la hora como de la llegada de la combi que nos dejaría a la puerta de
la capilla donde nos establecimos y que nos serviría de confort en momentos de
inseguridad. Siempre dormir fuera de casa es incómodo porque requiere adaptarse
a nuevas circunstancias. Y dormir entre extraños en un lugar desconocido, no es
fácil. Pero desde nuestra llegada, nos hicimos sentir en confianza entre
nosotros hablando claro y directo aún cuando con la comunidad el encuentro se
daría horas después. El primer día fue de descubrimiento y conocimiento de lo
que son las misiones y de la comunidad en general. Ese mismo día en la reflexión
nos dimos cuenta de que no habíamos interactuado con la gente realmente y nos
lo propusimos para el día siguiente. A partir del segundo día, conocimos a los
niños y nos abrimos cada vez más con la gente. El 15 en la posada, tuvimos un
problema, un señor estuvo tomando alcohol en la cena y nos empezó a decir que
bailáramos con él, no aceptamos y conforme pasaba el tiempo se ponía cada vez
más insistente y agresivo hasta que se le aventó a una de nosotras. En el
momento cada quien asumió un papel: los niños se levantaron, lo empujaron y nos
rodearon, y nosotras la jalamos y abrazamos. Cuando observamos lo que sucedía a
nuestro alrededor, las mujeres estaban en la cocina asomadas y los hombres
miraban, indiferentes al hecho. Por un momento nos sentimos inseguros y
desprotegidos, pero un señor y Migue nos ayudaron a salir rápido de la casa;
temblando de frío y de miedo, con las linternas como podíamos detenerlas y
agarrados de la mano en fila, nos pusimos a subir el camino empinado y
resbaloso hasta llegar a la capilla; nunca caminamos tan rápido, ni nos caímos
menos y a partir de ese momento nos sentimos más unidos, más protectores y
protegidos con nosotros mismos. El tercer día, en la posada, nos empezamos a
sentir cansados e incómodos; unos estábamos enfermos, otros hartos y lo único
que queríamos era llegar a la capilla, lavarnos el cabello y dormir. Durante la
cena Rudy y yo decidimos que después de la cena nos cortaríamos el cabello, yo
llevaba 4 años dejándolo crecer para donarlo entonces antes de cortármelo,
Mabel me hizo 2 trenzas para poder guardarlo. Este hecho acaparó gran parte de
las reflexiones de esa noche y fue mi manera de expresar algo que había
cambiado en mí internamente. El cuarto día fue el último y, a pesar de que no
estuve muy involucrada en las oraciones ya que no soy muy religiosa sino más
bien espiritual, nos tocó a las niñas rezar el rosario. La cena fue un poco
triste porque teníamos presente que nuestro tiempo en Kuwitchuchut ya se había
acabado y que habíamos llegado a encariñarnos con la gente. Sigo teniendo
presente la mirada de Maria Isabel, una niña como de 6 años que desde el
momento en que nos conocimos me vio con una carita de ternura, sonrió y me tomó
de la mano. No hablaba mucho y tampoco insistí demasiado. El sólo hecho de
verme a los ojos me bastó para sentir su compañía, como si me conociera, como
si supiera quién soy y confiara en mí. Aprendí pocas palabras en Tutunacu, que
quiere decir tres corazones, gracias a Migue, quien nos acompañó en todo
momento y a quien sentimos parte de nuestro equipo, y a Carmen que tiene diez
años y cursa sexto año de primaria. Me enseñaron los números del uno al diez y
los nombres de algunos animales como "paxni" que significa cerdo y
que fue el modo en que se referían a mí los niños de la comunidad. Kuwitchuchut
fue para mí un lugar mágico donde quitándonos todos los "extras",
desde esas características que hemos aceptado que nos definan, hasta nuestras
diferentes condiciones y estilos de vida, pudimos conocernos al natural con la
comunidad y en nuestro equipo misionero. Creo que para muchos ir a misiones es
esperar a vivir algo que te impacte de cierta manera y que cambie algo en ti.
Yo sólo esperaba tener una experiencia diferente y agradable ya que en ese
momento salir de mi entorno habitual me pareció la mejor de las ideas, pero me
llevé mucho más. Me siento muy llena, muy satisfecha al darme cuenta que en
cinco días, al menos mi corazón creció unas diez personas más. No es posible
contar ni describir todo lo que viví y sentí en esos cinco días. Me permití
descubrirme y conocerme en situaciones nuevas y decidí dejar ir muchas cosas de
mí que no me gustaban tanto. Soy una persona perfeccionista y en el momento que
algo se sale de mi control o no resulta según lo previsto, me siento muy incómoda
y empiezo a estresarme; me cuesta trabajo confiar realmente en la gente y
mostrarme tal cual soy. Me cortaron el cabello Mabel, mi amiga de la escuela
desde hace tiempo, y Victoria, a quien había conocido dos días antes y sin
embargo ya le tenía toda mi confianza, con unas tijeras Barrilito, punta
redonda y oxidadas que encontramos. No usé maquillaje y aprendí a sentirme
cómoda con ello. Puede sonar superficial, pero para mí, es un símbolo de
aceptación de mí misma y de dejar ir, de dejar de controlar. Han pasado ya
trece días desde que me cortaron el cabello y once desde que regresé de
misiones y aún sigo con mi "corte misionero". Me recuerda esas
pequeñas locuras que te van liberando poco a poco. Aceptar que las misiones
tenían un fin, no fue fácil en el momento, pero como bien nos dijo Rudy,
nuestro coordinador, en la reflexión final "todo tiene un principio y
llega a un final". Y tiene que ser así para poder incorporar nuevas
experiencias a nuestra vida. Agradezco todo y a todos los que aportaron para
que viviera lo que viví y aprendiera lo que pude.
Daniela Morales:
Misiones
Para
mí ir a misiones, es más que ir a ayudar a personas que la mayoría de las
veces están mas necesitadas que las
personas de ciudad, es más bien ir y dar la mejor parte de tu ser, y al mismo
tiempo sin darte cuenta recibir más de
lo que crees que se pueda recibir.
Desde
mí experiencia he ido solamente tres veces a misiones, pero creo que cada una
de ellas ha tenido algo especial, lo cuál me ha llevado al sentimiento de querer
volver a participar en ellas.
¿Qué
son misiones?
Desde
mi punto de vista, ir a misiones es una de las mejores experiencias, con la
cuál puedes salir de tu rutina y quitarte la “máscara” que inevitablemente
todas las personas tenemos en algún momento de nuestras vidas, es ir y dejar
una parte de ti, y saber que aunque tal vez no afecte tanto tu realidad,
afectara en bastantes aspectos a la comunidad a la cual vayas.
Es
ir y desprenderte por un rato de la realidad que te rodea día con día, y es
algo que a veces vemos tan difícil de conseguir, pero que si te lo propones lo podrás lograr, y es el hecho
de que si realmente vas con la mejor disposición, podrás dejar de preocuparte
por unos días de tu realidad, y podrás empezar a preocuparte por alguien más
que no seas tu mismo.
El
problema es que muchas veces creemos que este sentimiento de bondad, de
caridad, de preocupación, de nostalgia, de acercamiento a los diferentes seres
que me rodean, etcétera solo lo debemos de sentir por esos días, y lo difícil
es hacer que estos sentimientos, o estos aprendizajes no se queden en el lugar
al que fuimos, sino mas bien poder analizarlos y dejar que afecten a nuestra
realidad y cambien aunque sea tan solo un poco nuestra manera de pensar y de
ver la vida.
Ir
a misiones también incluye poder conocerte más como personas y poder ver que
tan sensible eres ante las diferentes situaciones que se viven, y no solo en el
país sino más bien en todo el mundo.
Es
ir y aprender a relacionarte con personas que jamás habías visto y encontrar la
manera de acercarte a ellos sabiendo que lo único que les interesa es tu
compañía y nada mas, que ellos dan si esperar recibir nada a cambio, y esto es
algo a lo que realmente creo no estamos acostumbrados, ya que en nuestra
sociedad se da con el propósito de recibir algo a cambio.
Creo
que el concepto de misiones es totalmente diferente para todas las personas, ya
que cada quien tiene sus diferentes maneras de pensar, cada quien tiene
distintos propósitos al asistir a ellas, y cada quien las vive a su manera.
Algunos
de los propósitos más comunes al asistir a misiones son: ayudar a las personas
de la comunidad, jugar con los niños, hacer el visiteo a las diferentes casas,
visitar a los enfermos, tener un acercamiento con los integrantes de la comunidad,
valorar lo que se tiene en casa, experimentar nuevas cosas, salir de la
“burbuja”, entre otros.
Las
últimas misiones a las cuales asistí, por lo tanto las más recientes, fueron
hace no mucho tiempo y fueron en diciembre del 2013.
Fueron
en Xocoyolo, Nauzontla, desde mi punto
de vista fue una gran experiencia que me lleno de buenos sentimientos y
sensaciones, decidí participar en ellas ya que como lo había mencionado antes,
ya había ido con anterioridad y me pareció una buena oportunidad para volver a
vivir nuevas experiencias, y para poder encontrar un rato de paz, y tener mayor
facilidad para encontrarme a mí misma.
Me
puede envolver en un ambiente de mayor paz y armonía, a diferencia del ambiente
al cual ya estoy acostumbrada.
Al
principio es un poco difícil, ya que vas con personas que forman parte de tu
equipo, y a la vez forman parte de tu experiencia, es difícil ya que no sabes
que tanta disposición lleven de servicio, y que tan comprometidos estén, o si
hay propósitos similares a los tuyos.
En
definitiva para mí el equipo es una parte muy importante ya que entre todos se
pueden lograr cosas grandes, o cosas pequeñas, es decir que las cosas salgan
bien no depende de uno mismo, depende de la colaboración de todos los
integrantes.
Creo
pude lograr un gran acercamiento con las personas de la comunidad, ya que con
la poca experiencia que tenía con anterioridad pude aprender de mis errores y
pude desenvolverme más en su ambiente y en sus costumbres.
Me
impresiona que a tan poca distancia de la ciudad se puedan vivir realidades
totalmente distintas, creo esa es una de las mayores razones por las cual me
encanta ir a misiones, ya que sin irte muy lejos puedes notar las distintas
opiniones, los distintos ideales y metas, los distintos sentimientos, las distintas
costumbres que se viven en la comunidad, y que comparando con la ciudad, en
esta se han ido perdiendo con el paso del
tiempo y no le damos la
importancia que le deberíamos de dar.
Para
mí es más que ir a predicar la palabra de Dios, y creo muchas veces las
personas lo confunden con eso, incluso las mismas personas que forman parte de
la comunidad, es ir a compartir con ellos un poco de lo que es tu vida, y dejar
que ellos hagan lo mismo contigo.
Me
gustó mucho su hospitalidad, ya que llegas y ellos te dan lo mejor, no les importa que ellos pasen por
incomodidades, o que tengan que atenderte, al contrario te reciben con mucho
gusto, y desde el primer día aunque no te conozcan siempre van a tener algo que
darte de comer o de beber, se preocupan por que estés lo más cómodo posible e
incluso se “pelean” por quien va a atender a
los misioneros, en que casa van a comer, etcétera.
Me
tocó visitar a los enfermos, y fue algo que me marco, ya que me di cuenta que
muchas veces nos quejamos por cosas sin mayor importancia, e incluso sufrimos,
cuando ellos pasan por cosas mucho más difíciles, no me toco ver a ningún
enfermo que se quejara por su enfermedad, por sus carencias, o por las
dificultades que se han presentado en sus vidas.
Todos
están agradecidos por la vida que tienen y por todas las bendiciones que Dios
les ha otorgado a lo largo de sus vidas.
Creo
que hasta que no participes en ellas no vas a saber exactamente de qué se
trata, porque todos los que han asistido a misiones las ven de distintas maneras, depende de la
percepción de cada persona.
Me
llena de alegría poder compartir unos días de mi vida con personas que forman
parte de mi vida, aunque a veces no sea tan directamente.
En
definitiva en una de las mejores experiencias, ya que a diferencia de otras no
me dan nada material, sino más bien me hacen crecer como persona y me llevan
a poder humanizarme y darme cuenta de
que mi realidad no es la única sino más bien hay distintas realidades las
cuales te pueden llenar de aprendizajes y de buenas experiencias.
Conociendo
a los demás nos podemos conocer a nosotros mismos, y al reflexionar, y en mi opinión me doy cuenta de he aprendido
más cosas de ellos, que ellos de mí, ya
que tú vas y ayudas en lo que puedas, y los escuchas, y te escuchan, pero si realmente
lo aprovechas te vas a dar cuenta de que en definitiva siempre se puede
aprender del prójimo.
Es
algo que puede transformar tu realidad, pero eso depende de
ti.
Me
lleve muchos conocimientos y en definitiva es una experiencia que creo puede
ayudar a cualquiera y que si se tiene la oportunidad hay que tomarla.
Hay que abrirse a nuevas experiencias y en mi
opinión lo desconocido y lo nuevo es lo
que más te puede llenar como ser humano.
Sofía
Vigil.
MISIONES
NAVIDAD 2013
Para
mi haber podido asistir a las misiones
de navidad fue una gran experiencia pero también fue algo muy diferente a lo
que yo esperaba. La inscripción es un acto voluntario, aunque sinceramente el
que yo quisiera asistir fue una decisión con mucha influencia en las personas
que me rodean. No me detuve a pensar cual era la razón o la necesidad por la
que yo quería participar, y por eso me sorprendió tanto el efecto que esos días
tuvieron en mí.
La
comunidad a la que fuimos mi equipo y yo se llamaba La Unión y nos quedamos en
casa de una familia que nos recibió de la manera más amable y hospitalaria. Por
la mañana realizábamos el visiteo que consiste en ir de casa en casa para
bendecir sus altares. A las cuatro de la tarde íbamos a la Iglesia de la
comunidad a darles catecismo a los niños y a jugar con ellos, en la noche
asistíamos a las posadas de la comunidad y antes de dormirnos hacíamos una
reflexión con nuestro equipo.
Al
interactuar con la gente durante nuestra visita en La Unión, hubo varios
momentos que me llamaron la atención. En el visiteo al preguntarles a las
familias si tenían alguna petición o agradecimiento en especial la mayoría de ellas agradecía a Dios por el
bienestar, o bien, pedían que los siguiera
cuidando y que les siguiera dando salud. Al escuchar esto y al ver la actitud
con la que vivían me di cuenta de la facilidad con la que muchas personas se
ponen en manos de Dios, sin condiciones, sin quejarse, y aceptando todo lo que se les presenta para
hacer con ello lo mejor. Esa actitud para encarar la vida con tanta sencillez y
gratitud me pareció admirable y me hizo reflexionar bastante a mí, que a veces
vivo acomplejada por cosas que en realidad no tienen importancia.
Después
del visiteo íbamos a la iglesia a darles catecismo a los niños y a jugar con
ellos. Era impresionante la emoción con que nos recibían, nunca me imaginé lo
fácil que iba a ser sacarles una sonrisa con tan solo llevarles actividades
como dibujos, o simplemente inventar un juego, y cada día eran más los niños lo
que llegaban a la Iglesia. Cuando bendecíamos los altares teníamos que saber
exactamente qué decir, en cambio al convivir con los niños era mucho más
sencillo desenvolverse, todo podía ser más espontáneo y el ambiente era más
alegre. Fue de los momentos que más disfruté desde el principio, tal vez porque
a mí me parecía el más fácil pero
también porque sentía mucha satisfacción al notar la felicidad y la alegría que
provocábamos en los niños, y que ellos, sin darse cuenta nos contagiaban.
Durante las 4 noches que nos quedamos fuimos
tratados con una hospitalidad impresionante. En el visiteo, la mayoría de las
familias nos ofrecían una taza de café y
siempre nos invitaban a sentarnos, las personas que nos invitaban a comer
siempre eran muy amables y serviciales, al terminar las posadas nos invitaban a
convivir un rato y nos ofrecían galletas, y en la casa donde nos quedábamos
nunca dejaron de ser atentos. No me imaginaba ser tratada con tantas muestras de cortesía y amabilidad, pero lo
que verdaderamente me hizo sentir conmovida y agradecida, fue que lo hacían
todo de corazón y de un modo sincero, sin obligación, sin interés y sin esperar
nada a cambio, eso es lo que yo considero más significativo.
Al
llegar a Puebla me di cuenta de cosas que no había notado antes, ni siquiera en
las reflexiones. La perspectiva que yo tenía de misiones antes de irme cambió
totalmente una vez después de haberlo vivido. Me quité la idea de que era una
acción caritativa, porque realmente yo me sentí más necesitada y me queda claro
que si a alguien ayudé fue a mí misma. Entendí que entre menos me sintiera en
una realidad inferior más posibilidades tenía de tomar lo positivo que la gente
de la comunidad me ofrecía. La hospitalidad, la gratitud, la humildad, la entrega y el amor que encontré en las
personas me hicieron ver que yo no estaba ahí para enseñar, sino para aprender,
compartir, y para servir. Espero haber dejado algo en la gente de la misma
manera que yo me llevé algo de ellos y realmente me quedo con ganas de regresar
a misiones y seguir aprendiendo de ellas.
[3] Una lectura atenta/sintomal/entre
líneas, refiere a cuestionar al texto mismo en sus propios términos, adentrarse
a lo invisible, a las ausencias que deja entrever el autor, lo no dicho, las
notas al pie, lo que no acontece de forma literal. Al leer de este modo se
descubrirán nuevos alcances y límites del propio texto en lugares comunes o en
los más inhóspitos lugares de la narración.
[4] Escritor nacido en 1934 en
Monterrey, Nuevo León. Es autor de múltiples libros que abarcan temas desde
poesía hasta las revoluciones centroamericanas. Escribe en la revista “Letras Libres”.
Recientemente, Jesús Silva Herzog, escribe sobre él en: http://www.andaryver.mx/ideas/la-lealtad-de-gabriel-zaid/
[5] Libro publicado en 1972, re-editado en mayo del 2010 por “De Bolsillo”. Ha sido traducido en varios idiomas.
Recientemente, Jesús Silva Herzog, escribe sobre él en: http://www.andaryver.mx/ideas/la-lealtad-de-gabriel-zaid/
[5] Libro publicado en 1972, re-editado en mayo del 2010 por “De Bolsillo”. Ha sido traducido en varios idiomas.
[6] Gabriel Zaid, Los Demasiados Libros (México: De
Bolsillo, 2010), 40.
[7] Lo que nos puede brindar de información
de las más completas enciclopedias en el mundo: http://es.wikipedia.org/wiki/Nauzontla citado
el 23/12/2013.
[8] Curiosamente no tan querido por
el pueblo y por lo que escuché en Nauzontla días posteriores de mi estancia en
la “Unión”, otros pueblos tampoco.
[9] Comerciar con pueblos
aledaños, transportar gente a cabeceras
municipales, etc.
[10] Aunque no signifique que la
violencia masculina hacia las mujeres no exista, ni que la palabra del hombre,
mientras esté en la casa, sea de importancia.
En
la novela “Las Mujeres de la Tormenta” , Celia del Palacio, describe la gran
importancia del papel femenino de las cultura negra en Veracruz. Es, el papel
social de las mujeres, también en la Unión esencial para comprender a la
comunidad. Para leer la reseña del
libro, véase: http://planoactivo.blogspot.mx/2013/12/21-12-2013.html
citado el 24/12/2013.
[11] Gabriel Zaid, Los Demasiados, 36.
[13] Gabriel Zaid, Los Demasiados, 34. Esta afirmación por
parte del autor me parece muy pertinente y lucida. Ya que, hay la cutre e
ignorante no por eso desacreditada opinión que afirma que quién no tiene
educación escolar, no tiene cultura.
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