martes, 27 de noviembre de 2012


05-11-2012


Día de Muertos en la Casa del Migrante, Saltillo-Coahuila.


“El Día de Muertos es una celebración que honra a los difuntos el 2 de noviembre, aunque comienza desde el 1 de noviembre y coincide con las celebraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. Es una festividad mexicana y centroamericana que se celebra también en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población latina, e incluso en Brasil, donde se le conoce como Dia dos Finados. (http://www.conaculta.gob.mx/sala_prensa_detalle.php?id=16783).”


En Saltillo las costumbres del primero y segundo de noviembre se celebra distinto al centro del país. En Puebla, por ejemplo, se observan ofrendas en la mayoría de los hogares, en oficinas, sitios públicos y cementerios. En la capital coahuilense se logran ver algunas ofrendas, sin embrago, predominan los puestos de disfraces y pinturas para festejar Halloween.  Es importante señalar que este par de días festivos continúan celebrándose a pesar de los cientos de años que tiene de origen. El presente al cual pertenecemos ha tenido por tarea en su mayoría de las veces acabar, destruir, olvidar (peor condena no existe), nuestros orígenes a través de distintos distractores, alteraciones. Sin embargo hay costumbres que aún están presentes pese a todo el tormento que rodea nuestro entorno. Pero tampoco todo es oscuro y cruel, esta tradición ha logrado escapar de la prisión institucional, se sigue celebrando y honrando, los muertos cobran vida por lo menos dos días.


Día de Muertos en Belén Posada del Migrante.


El asesinato de José David y Delmer Alexander fue el precedente, el inicio de lo que hoy es Posada Belén. Hace diez años se encontraron sus cuerpos cerca de las vías del tren a partir del suceso distintas personas indignadas por la muerte de dos seres humanos, recurrieron a distintas organizaciones dando luz a lo que ahora es el albergue.

El dos de noviembre se avecina y Pedro Pantoja, la madre Lupita y todo el equipo de la casa se prepara para celebrar la misa que conmemora el fallecimiento de José y Delmer. Una señora que vive cerca de donde se cometió el crimen, año con año se solidariza con la causa invitando al albergue a compartir alimentos, pero este año debido a su grave estado de salud, hubo algunas variaciones.
Jorge Nuñez, Karla, Rigoberto por mencionar a los centroamericanos ayudaron a elaborar una manta en la cual decía los nombres de los migrantes muertos en aquellos tiempos y un par de oraciones. El escribir sus nombres es una manifestación de vida a través de letras, cada centroamericano cobra vida en la imaginación o memoria de los involucrados con la conmemoración de su fallecimiento.

No es un preparativo como a los que estaba acostumbrado, ir al mercado de San Pedro Cholula por flores de  cempasúchil, calaveras de azúcar, hojas (de papel de china) con grabados de cadáveres y ofrendas, caña y pan de muerto, preparar la ofrenda para los familiares fallecidos, colocar las fotografías y los adornos. Este día  es una batalla contra el olvido de nuestros muertos, cobran vida en el presente a través de las acciones que aún hacemos por ellos. Las personas no pueden morir totalmente, la materia se transforma pero la herencia que deja cada persona es una muestra de vitalidad, cada acción, palabra y sentimiento. Los preparativos en Belén tienen un sentido más colectivo, conlleva a una reflexión más amplia y profunda sobre la muerte y por consiguiente sobre la vida. No hay fotos de mi familia (con el concepto familia me refiero a los progenitores y consanguíneos), pero si hay una vela encendida por el hombre.

 

Dos de Noviembre.

 

Anochece al inicio del mes y como todas las noches en Belén, se anuncia por el megáfono que es hora de dormir. Inmediatamente  los centroamericanos forman cinco filas que conllevan a sus respectivos dormitorios. Se anuncia el itinerario del día siguiente, la hora de partida del albergue, y las actividades a realizar. Amanece e inician los preparativos hasta que llega la hora de irnos. Llega el camión y los centroamericanos se suben en él, tras llegar al destino se alistan los objetos necesarios para iniciar la misa que conmemora a los migrantes fallecidos. La gente se acerca, lo que era solamente pasto seco, matorrales y desolación se convierte en un lugar de conmemoración, fe, amor fraternal, reflexión y vida. La simple presencia del hombre puede transformar el entorno de manera radical. No solamente Saltillo es un campo de guerra entre militares y grupos armados, también, hay puntos de resistencia, lugares donde hay reflexión sobre el suceder real y colectivos activos en pro del hombre.




La misa.

 

La misa fue celebrada por Pedro Pantoja y una población aproximada de doscientas personas la contemplaba. Cuatro migrantes sostenían la manta hecha por Jorge Nuñez mientras otros tres pintaban y rotulaban las cruces que hay. El acto de pintar las cruces y poner sus nombres en ellas representa un acompañamiento empático de la gente que ahora se encuentra en la misma situación en la que ellos se encontraban. Los centroamericanos saben los riesgos que hay al emprender el viaje, tener presente a la muerte provoca un sentimiento humano, ese sentimiento es el que acompaña durante mucho tiempo su viaje desde que es planeado: la incertidumbre. (Mientras la misa se celebra el tren pasa enfrente, se hace presente la esperanza, la fe, el riesgo y la muerte).





En la misa hay lapsos donde se entonan cantos, más de cien voces centroamericanas acompañan la melodía con un coro fuerte y fúnebre. Cantos melancólicos que logran penetrar en el corazón de los oyentes me hacen presenciar el sufrimiento propio de la muerte de los migrantes, la furia con que viajan y a la vida misma. No es primera vez que este sentimiento se hace presente, en una ocasión acudí a la iglesia que se encuentra  en San Juan Chamula, (Chiapas). La iglesia tiene la particularidad de no tener bancas, no puedes tomar fotos; los ritos indígenas consisten en hincarse  frente a la imagen colgada en el altar y rodearse de velas encendidas, empiezan a cantar y a beber “posh” (aguardiente que fabrican en destilerías caseras). Cantos sinceros de hombres marginados, azotados por el oscurantismo, sobreviviente gracias a la creencia de la futura salvación retumban en el eco universal estremeciendo al hombre.
Concluyendo la celebración llega el momento del abrazo de paz. Entre voluntarios, migrantes y gente participativa en el evento cohabitan en armonía acobijando al otro con amor fraternal. Es una revelación de acompañamiento entre iguales a pesar de las dificultades, diferencias, confrontaciones, historias personales y heridas, por efímero que sea la manifestación humana es palpable.



Otro momento fue el poner flores en las cruces. Un acto que hace presente la historia de los migrantes asesinados, cobran vida e incluso llegan a tener impacto en los centroamericanos que les rinden esa celebración. Cada flor puesta significa encarar a la muerte, su muerte, nuestra muerte. El asesinato dio pie a lo que ahora es la casa del migrante pero no solamente ese ha sido su único impacto a posteriori, el mantener a salvo a sus paisanos, hermanos, ofrecerles un techo, alimentos, agua, es el fruto de aquel suceso. 

Al concluir la misa una señora de la pequeña comunidad nos tiene preparada su casa  para compartir los alimentos en su patio. Junto con Jorge, Karla y Orellana nos quedamos a pintar la última de las tres cruces que hay. Orellana finaliza la leyenda de una de las cruces con la palabra “luz”.






La comida.

Una vez instalados en el patio de la señora se sirven los alimentos. Mole, arroz, frijol y tortillas son servidos a los invitados. La comida es la muestra de unidad entre los presentes, no hay fronteras, ni leyes, ningún muro que divida nuestra condición. Los sentimientos de los migrantes, su hambre, sus placeres, sus enojos y opiniones son  las de nosotros también, ellos son hombres vivos al igual que nosotros, el cohabitar en un sitio compartiendo los alimentos nos deja ver claramente que la única clase social existente es la humana.
Al finalizar la comida Pedro agradece a la gente que nos dio ese momento de colectividad y pide que se haga una oración. En un momento en la oración se pide que todos alcemos los brazos hacía delante mientras oramos. Inmediatamente hay una conexión con el momento, unidad, entendimiento y acompañamiento.



De regreso en la casa se siguen las actividades cotidianas, sin embargo, se pide a los jóvenes que hagan una pequeña ofrenda a todos los muertos que nos hacen presente que la vida es cada segundo del presente. No hay pan de muerto pero si hay pastel, se parte y se reparte entre todos. La vela queda encendida, es la representación de la vida, la fe, la nostalgia y el hombre. La luz se hace presente en el día de muertos en la casa del migrante de Saltillo.













 



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