jueves, 31 de julio de 2014

“La Vida. Entre la Realidad, la Mentira y el mito”.


28-07-2014.

“La Vida. Entre la Realidad, la Mentira y el mito”.



The Cure - "Out of this world" - Bloodflowers.



Después de la obviedad sigue el misterio. La perdida irrecuperable de la simpleza y la angustia de no saber que es exactamente verdad o una broma.

Introducción.

En julio del año pasado (2013) tuve la oportunidad de asistir a un encuentro al que la Universidad Metropolitana de Monterrey y la Fundación para las Letras Mexicanas (F,L,M)[1], convocó a partir de un concurso literario en el cual, jóvenes de todo México (con límite de edad) podían concursar en las categorías: poesía, narrativa, dramaturgia y ensayo. Alrededor de 20 jóvenes fuimos seleccionados. Durante nuestra estancia en Monterrey, además de “tallerear” nuestros textos con escritores mexicanos, tuvimos la oportunidad de asistir a diversas conferencias acerca de literatura. Una de ellas fue con la presencia de Vicente Quirarte, Eduardo Langagne, Bernardo Ruiz, entre otros.

Hago énfasis en especial a esta conferencia debido a que en ese momento fue mi primer contacto con la obra de Bernardo Ruiz[2]. Escuché la lectura de sus poemas y en lo personal, me hicieron resonancia.

Tiempo después, Alejandra, quién ayudó a la logística del encuentro, nos pidió a los participantes nuestras direcciones domiciliares. ¿Para qué? Para enviarnos un libro que, Bernardo, nos había regalado. La obra se titula “Más allá de sus ojos”[3].

Este texto surge a partir de mi gusto personal por la obra y por la aportación conceptual y literaria que el libro expone. Busco, con estas palabras, mostrar la estructura del libro, hacer un muy breve resumen del contenido y, por último, a partir de fragmentos narrativos de éste, analizar cómo la escritura (como proceso) moldea espacios para la reflexión sobre nosotros como hombres llevando al límite la lógica con la cual nos regimos, comúnmente,  en la vida diaria. (El lector tiene la oportunidad de escoger entre leer solamente la breve reseña y/o mi ejercicio con ella. Lo menciono debido a ciertos comentarios que he recibido acerca de la extensión de mis textos. De acuerdo hasta cierto punto, por ello divido el texto en secciones individuales e interactivas. Me pregunto sí acaso los sujetos que me dijeron esto pensarán igual acerca de la violenta y vomitiva “extensión” visual a la que a diario se enfrentan y fomentan: la T.V. , ordenadores, selfies, etc. )

Estructura y resumen.

            La obra, “Más allá de sus ojos”, es una propuesta narrativa que contiene diez relatos divididos en dos secciones. La primera parte, titulada como el libro, está compuesta por seis relatos. El hilo conductor de estás primeras narraciones es la vida cotidiana. Los escenarios, personajes y situaciones son elaborados en torno al ir y venir de personas que habitan en la Ciudad de México y otros estados del país. Las historias transcurren mostrando la rutina del personaje principal, sin embargo, hay acontecimientos que por razones diversas llevan al sujeto en cuestión a vivir los momentos más allá de la lógica que, previo al acontecimiento, regía su vida, es decir, su relación con la realidad que le es posible aprehender. La segunda parte del libro se titula: “Teoría Personal del Caos”. Compuesto de cuatro narraciones, Ruiz, liga la primera parte del libro a ésta a partir de historias que le pasan a un infante. Luchas contra monstruos ‘imaginarios’, contextos desconocidos, alianzas entre seres humanoides, etc. continúan cuestionando la relación del hombre con la realidad.

            El autor interactúa con un lenguaje amable y coloquial. Al lograr esta combinación, la lectura del libro mantiene un ritmo que permite al lector imaginar las escenas sin la complicación de no saber el significado de algunas palabras. Acerca de los escenarios –en especial los que refieren a la Ciudad de México– Ruiz, logra, a partir de su escritura, hacer ciudad, es decir, vivir el recorrido urbano estimulando los sentidos y la imaginación a tal grado que el andar afecte, de diversas maneras, al caminante. Esta experiencia (re)plantea la interacción del hombre con la ciudad volviendo, de la construcción, arquitectura.[4]

            El libro está siendo una invitación al re-descubrimiento y a la re-invención. Recomendable para todo público, al igual que otros muchos libros, la obra puede ser pensada como un esfuerzo para atrevernos, todos los lectores, a mantenernos, como los niños, siempre en búsqueda de las dimensiones de las cuales somos parte provocando la ruptura de las creencias que nos limitan a la simpleza.

La Vida, la Verdad, la Mentira y el mito.

            En este apartado ligaré muy genéricamente –debido a que anteriormente en mis textos he abordado con mayor profundidad estos temas– la postura desde donde sostengo la breve reseña. En un primer momento plantearé el argumento desde donde sostendré la imposibilidad de sostener a La Vida, La Verdad, La Mentira y el mito. En un segundo momento, ya esbozada la base, trabajaré con la obra y presentaré algunos pasajes literarios que concuerdan con mi propuesta.

            Sí le somos fieles a la cotidianidad y a las creencias, se afirma que la vida es el periodo de tiempo a partir del cual un ser nace y sus funciones biológicas están en continuo movimiento permitiendo que el ser sea en el mundo. La muerte, desde esta idea, es la suspensión irreversible del funcionamiento biológico de un ser cesando su estancia en el mundo como un ser animado y productivo. Es decir, la vida se piensa a partir de la presencia ‘total’ de un ser. Sin embargo, como he mencionado en entradas anteriores, esta posibilidad de pensar a la vida y a la muerte de esta manera corresponde a las producidas en el siglo XIX. (Para un análisis más profundo de está afirmación remito a la lectura de la obra de Michel Foucault: “Las Palabras y las Cosas”.) Por consiguiente, la afirmación anterior es en tanto se enuncie desde la aparición de esa estructura de pensamiento. Anteriormente, la Vida era pensada de otra forma, era vivida a partir de otras premisas. En conclusión: la Vida no es, ni ha sido como ahora se nos posibilita vivirla, es solamente una idea acotada del acontecer. Lo mismo sucede con todas las leyes llamadas ‘Universales’ como la Verdad y la Mentira. No son en sí, son a partir de un sujeto que las enuncia, por consiguiente, desde la perspectiva del enunciador; todo será medido bajo su propia concepción de tal o cuál cosa. Pero para el Otro, son otras sus bases, otras sus perspectivas, otro su entendimiento. He ahí la imposibilidad de la Verdad Absoluta y de la Mentira, de la Vida y de la Muerte. No por ello, hay que decir que todo es relativo, esa actitud sería ingenua. En efecto, cada quien tiene una forma de vivirse, sin embargo, al pertenecer a una sociedad y para lograr una comunicación es necesaria la creación de lugares comunes, referencias, conceptos que contengan el interactuar del hombre. La situación se complica en el momento en el que se piensa, que los acuerdos son La Verdad ante todo y bajo esta violenta imposición, se actúa.

¿Y el mito? El mito, comúnmente, es pensado como el emplazamiento entre La Verdad y La Mentira, entre la Naturaleza y el Hombre. El bastardo de la Verdad. Pero, ¿no es el mito, en todo caso, la forma más creativa, poética y respetuosa de vivirse? Plantearé un ejemplo del por qué: Imaginemos (pasa todo el tiempo) que un historiador común y corriente está investigando la ‘verdadera’ vida de Pancho Villa durante la Revolución Mexicana. El historiador responde a su formación como investigador con validez científica y va en búsqueda de documentos oficiales que refieran a ese periodo. En su investigación, encuentra periódicos, cartas, documentos emitidos por el Estado, etc. El tema en el que más profundiza el historiador es en la vida íntima de Villa, especialmente, en lo que respecta a las sus mujeres. Supongamos que en los documentos dice que solamente se casó una vez. Sin embargo, en diversos pueblos del norte del país, a partir de entrevistas a personas, el historiador se entera sobre la existencia de más mujeres de Villa, e inclusive, much@s hij@s (supongamos que es cierto). ¿Qué hacer? El historiador podría desechar las versiones de la gente “no oficial” y hacerle caso a los papeles “oficiales”; el resultado de su investigación sería una versión “oficial” de la vida de Villa, no sería La Versión. El mismo problema pasaría sí se escoge solamente el testimonio. ¿Qué hacer? No ir por La Verdad. Abrirse a cómo la gente que rodeó a Villa vivió el acontecimiento. Es decir, esforzarse por establecer una relación con lo Otro sin colonizarlo. Entonces, lo “oficial” se convierte tan válido como el testimonio de “doña Lupe”. Es más, sí es historiador es agudo, podría darse cuenta, además de cómo se vivió a Villa y a todos los Villas que existen según quienes hablen de él,  de la creatividad de la gente que habla de Villa. La apropiación de Villa de la gente, de la inversión del personaje.
Bien dice el autor:

Es muy difícil a veces averiguar dónde se inicia una historia. Por lo general, los cuentistas prefieren hacer más vívidas o intensas sus narraciones que entrar en detalles inútiles para la aventura”.
En cambio, los historiadores no saben bien a veces cómo pasó un hecho notable y tienen que encontrar testigos o preguntar a los cuentistas cómo reconstruir un hecho. Dicho con brevedad, los que saben poca historia afirman que los cuentos son puras mentiras”.[5]

            El mito está siendo la tensión entre lo Uno y lo Otro. Y mantener esa tensión, esa distancia, es aceptarse Otro con el Otro, es decir, dejar de pensarse único y aceptar la existencia de otros, por consiguiente, saber que toda enunciación del otro es tan válida como la de uno mismo.

Reaccionando y no reflexionando este tipo de planteamientos es como cerramos, drástica y estúpidamente, los acontecimientos a diario. De ahí la importancia de la poesía, de la literatura en general, de cierta Historia, de la filosofía, de la arquitectura. Est@s saberes/artes exigen una sensibilidad tanto racional como sensitiva para lograr apreciar un objeto como tal: una silla como una silla, pero, además, como todo lo que está siendo desde otros lugares. Abrir la experiencia. Ruiz, de manera muy sencilla, logra elaborar una oración –que en lo personal me encanta– acerca de un crucero. “Un crucero es un pueblo flotante, un arca nómada de nacionalidades”.[6] Otro ejemplo, en otra circunstancia: “[…] las galletas de relleno dulce, cremoso, que recuerdan el crujido de las hojas secas del otoño y el sabor tibio de la vainilla de un helado en las horas lluviosas de la tarde, durante las caricaturas de la televisión”.[7] La experiencia poética, escrita, muda, como se presente tiene la capacidad de llevar al limite la lógica racional, bajo sus propios términos (utilización de un alfabeto, orden, gramática, etc.), ofreciendo, no sin antes aceptar un grado de ‘locura’, una entrega hacia la nada. Ruiz, atento a esta experiencia poética menciona: “La fuga era una trasgresión necesaria para vivir con una libertad sin límites la vida excelsa […]”.[8] La fuga es, como mencioné, atreverse a vivir más allá de lo dispuesto. Por está razón, el hombre es un móvil que, de frontera en frontera, siempre migrante, anda por las senderas de la realidad cada vez maravillándose, siempre distinto, de la vida, del estar siendo.

            Retornando a la idea del mito, de la confrontación ya no de Uno – Otro, sino de Otro –Otro, Ruiz, parece trazar una afirmación que plantea una imposibilidad de un entendimiento de la Realidad debido a que, sujetos a nuestras posibilidades, sólo podemos acceder a lo que está dispuesto ignorando al Otro en el momento de traducirlo a nuestra concepción. Por ello, uno se define a partir de lo Otro. Se trata de una relación personal e interna; por consecuencia no hay aprehensión de Otro, hay maneras de reflexionar el lazo que vuelve pensable el Otro. “Las pláticas no sirven. Parecen callar el rumor que trae uno adentro, pero no se puede. Luego el rumor se vuelve recuerdo, o gritos, o una tristeza como de viernes santo”.[9]

Ya desde el mito.

            No me canso cada vez que enuncio que leer está siendo escribir y viceversa. Es un proceso que contiene a ambos actos. Ruiz, dice: “[…] la escritura, que es reescriura siempre, cobra un espacio más íntimo en la propia existencia. No se espera ni una envidia, ni una crítica, ni una palmada en el hombro”.[10] La escritura, por consiguiente, está siendo un testimonio personal y social que deja una huella en la cual, nuestro espectro, aparecerá en situaciones ignoradas en las que, el significado y significante del texto, estén sujetos a Otros momentos. Porque, “Todos nuestros mundos se corresponden”[11], mi forma de agradecer mi encuentro con esta obra es enterrarlo a través de la escritura y guardarle luto sabiendo que –algún día, tal vez– re-descubra el libro distinto, pero, casi imperceptible, con el susurro del fantasma que escapa de éstas líneas.

P.D. Si el autor de la obra llega a leer esta reseña me gustaría decirle que la mirada a las líneas que escribió, es digna de benevolencia y que por supuesto que la obra está bastando.

JAGordilloL.




[1] Para mayor información de esta fundación dejo el link: <<  http://flm.mx/  >> Aquí mismo, además de poder seguir las convocatorias lanzadas, se puede consultar una revista (producida allí mismo) y una enciclopedia (en continua construcción) de la literatura en ‘México’ a través del espacio y tiempo.
[2] Ciudad de México 1953. Es escritor y crítico. Estudió la licenciatura en Lengua y literaturas hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Dirige las colecciones La mosca muerta y la piel de Judas de Plan C editores. Es tutor de la F,L,M. Dentro de sus obras, algunas son: en teatro Luz Oscura (1999); Pueblos fantasmas 1978-1999 (poesía); El último elefante (novela, 2004), entre otras.
[3] Bernardo Ruiz, Más allá de sus ojos, Plan C editores, México-D.F., 2011. pp.138.
[4] En lo personal, esta experiencia me impresionó –en los diversos sentidos de la palabra– mientras un día caminaba por las calles de Polanco. Bernanrdo escribe: “Brincábamos la barda y ahí estaban los baldíos de Polanco, herbazales y cascajo apenas divididos por el incipiente trazo de las calles. Aquí Blas Pascal, allá, hacia lo bajo, la vía del tren y los muros de ladrillo rojo y los cristales del Liceo”. Ibidem. p. 104.
Después de leer el libro coincidió que el pago a una cuenta en un banco vencía y debía de realizarlo ese día hasta antes de las 4 p.m. Mientras caminaba de Antara (centro comercial, dependencia chatarra y culto a la personalidad) hacia un HSBC (banco) que se encuentra en otro centro comercial a dos calles, me di cuenta de que, al cruzar la calle me encontraba enfrente del Liceo y del Sears de Polanco, sí, el de la cita. Conmovido fuertemente, sonreí e inmediatamente me imaginé a Polanco sin plazas comerciales, un sitio vacío. La experiencia literaria y arquitectónica me ha dejado abierta esa experiencia siempre dándole contextos, pensamientos y emociones diversos a esa parte de la ciudad. 
[5] Ibidem. p. 121. Sin embargo, aclaro que esta concepción de la Historia y los historiadores refiere a la escuela positivista. Ya que, actualmente (50`s- a hoy) en México y otros países, la orientación y reflexión de la Historia se ha dirigido, se dirige hacia otros lugares. Por ejemplo, a las reflexiones acerca de la escritura de la Historia en la que se ha llegado a decir que la escritura de la Historia es casi igual a la escritura literaria. Invito a acercarse a los textos del historiador francés Michel de Certeau para profundizar en esta discusión. 
[6] Ibidem. p. 63.
[7] Ibidem. p. 111.
[8] Ibidem. p. 104.
[9] Ibidem. p. 76.
[10] Ibidem. p. 12.
[11] Ibidem. p. 13.

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