02-01-2014.
El archivo, la importancia de su
reflexión y afectación en lo cotidiano.
El acontecimiento
que refiere a la lectura y cómo ello responde a la vida cotidiana en el lector
y por consecuente al escritor, fue expresada en la entrada que precede a esta.
Sin embargo, la siguiente cita de Gabriel Zaid nos acompañará y será eje del
siguiente texto. “Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa,
después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tiene
algo que decirnos. ”[1]
En la obra del
filósofo Jaques Derrida titulada: “Mal de Archivo. Una impresión freudiana”[2]
, presenta la importancia de reflexionar la noción de archivo, así como las
demás palabras y conceptos que (de) forman y complementan al archivo mismo.
Retomando la obra de un importante historiador, Yersushalmi, y su obra sobre
Freud, va desarrollando el tema del archivo con sus diversos alcances y
limitaciones presentando de que forma, el archivo, dis-pone al hombre en la
relación con éste y consigo mismo.
Este texto dará
cuenta de cómo Derrida plantea al archivo durante su obra.[3]
Después de presentar mi entendimiento sobre el tema abordaré cómo esta noción
afecta a las anteriores y posteriores entradas
en este blog, que será un ejemplo sobre cómo la noción de archivo opera en la
cotidianidad. Ya sea virtualmente, en el acto de archivar cualquier documento,
en el labor de la abogacía y su trato con las leyes, las secretarías con los
documentos, etc, el archivo operanda por sí sólo, el estar informado sobre
cómo se presenta puede ser la oportunidad para ser un activo en la dislocación
del mal de archivo.
“<<Archivo>>
es solamente una noción, una
impresión asociada a una palabra y para la cual ni Freud ni nosotros tenemos
ningún concepto.
[…] hay razones esenciales por las cuales un
concepto en formación permanece siempre inadecuado a lo que debería ser,
dividido, disjunto entre dos fuerzas”.[4]
Limitar un
“concepto”, una definición, en Un absoluto es ignorar la composición de este y
suponer la imposibilidad de apertura. Los “conceptos” están sujetos al porvenir
y la epistemología que regule el conocimiento en determinado tiempo y espacio.
Tras la advertencia/postura sobre como abordar los conceptos y términos,
daremos una primera aproximación[5]
a la noción de archivo que Derrida propone. Archivo: hogar/lugar/sitio donde
las impresiones quedan resguardadas en un principio nomológico disponiéndose
del hombre para otorgar veracidad a su existencia y ser un adepto externo, una
prótesis de la memoria humana. Por estar inscrito en un principio nomológico,
el archivo es en sí mismo eco-nómico, es decir, pone en reserva, ahorra,
guarda, de un modo no natural haciendo que se respete una ley (organización).
La constante
repetición del acto “archivar”, el inscribir en exteriores haciendo una especie
de memoria suspendida (la nube de Internet por ejemplo), siguiendo la
explicación del libro, responde a una pulsión. La pulsión de muerte. El hecho
de archivar, de guardar, de entregarse al por venir es aceptar, de antemano, la
muerte de un sujeto y su regreso al origen. No limitándose solamente a la
defunción, Derrida habla sobre una constante supresión y represión del archivo.
Entiéndase supresión como un desplazamiento de afectos. En el texto/archivo hay
silencios que se mantienen ocultos, reprimidos y suprimidos, de la misma forma
que los archivos mismos. Quienes se encargan de ejercer la (in)utilización de
estos, Derrida, les llama “arcontes”. El término remonta a la primera
definición que el filósofo hace sobre el archivo: “Arkhé, recordemos, nombra a la vez el comienzo y el mandato”.[6]
El arconte es quien distribuye, clasifica, interpreta,[7]
ofrece, oculta, destruye, etc. al archivo. Continuando con los agentes que
definen al mal de archivo, es momento de mencionar que, con la transformación
de las tecnologías, la información, los datos y el modo al que accedemos a
ellos es regulado por el principio eco-nómico y de consignación.
La utilización de
los archivos a los cuales tenemos acceso son, por naturaleza, incompletos. Ya
sea el arconte o ciertos ordenes tecnológicos, serán ellos (nosotros) quienes
decidan que información será distribuida, veraz, influyente, oficial o no, etc.
La comunidad de arcontes determinará, hasta cierto punto, nuestra epistemología.
¿Y los datos que son excluidos, reprimidos, olvidados, segregados, etc.?. Derrida, menciona que estarán en retorno constante, no de la
misma forma o bajo el mismo modo. El historiador,
por mencionar un oficio, deberá de trabajar con esa parte reprimida de los
documentos. Habrá que ser minucioso y atento para localizar la ausencia que
hubo en el momento de la inscripción.
¿Cómo enfrentarse
a la ignorancia del archivo y su constante necesidad de reflexión y práctica?
Siendo consiente de cómo el archivo opera en el presente. Asumiendo esta
responsabilidad, el archivo se resiste a seguir siendo nombrado y tratado con
una orientación hacia el pasado. Empezar por el hecho que el archivo es físico
o tangible es aceptar que está compuesto de una invisibilidad también. Es, el
espectro del archivo, lo que debe ser trabajado. ¿Qué más se oculta en las
inscripciones?, ¿qué es lo que no aparece forma literal?. El archivo debe de
hablar por sí mismo. En el diálogo que exista con el arconte y el espectro del
archivo es el que habría de reconocer como un acontecimiento en el que el
hombre dé cuenta de su subjetividad y actué en tanto a lo que se oculta.
Cada vez que
seamos responsables de la impresión tipográfica, no queramos relacionarnos con
ello como, cierta postura del acto archivar requiere. Abordar lo visible por su
invisible respetando su composición temporal, brinda, entre otras acciones, a
trabajar con lo “no obvio”, la “periferia”, lo externo y dar cuenta cómo se
revela el goce, la supresión y represión.
El lazo social
que crea la ignorancia e ignorancia
informada sobre el archivo requiere a disciplinas, oficios y practicantes,
poner en discusión este tema que es por excelencia el del porvenir y nuestra
relación con el lenguaje.
Todo archivo se
ve atravesado, desde su surgimiento, por lo anteriormente mencionado. Estas
líneas, las entradas pasadas y las que están por venir no serán la excepción ya que, es la naturaleza del
archivo, estar en constante tensión entre su desaparición y aparición.
JAGordilloL.
[2] Jaques Derrida, Mal de Archivo. Una impresión freudiana.
Trad. Paco Vidarte. (España: Trotta, 1997).
[3] Hago una invitación
abierta al lector de este texto a que lea la obra en cuestión.
http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/mal+de+archivo.htm
[4] Jaques Derrida, Mal de Archivo, 37.
[5] A lo largo del texto
veremos de que forma esta definición va moldeándose dependiendo el caso.
[7] El hecho que la palabra
este en negritas es porque justamente esa acción, la de interpretar, es cómo
una limitación, la posibilidad del arconte o quién se encuentre con el archivo
para subjetivar con él.