domingo, 1 de diciembre de 2013

El dispositivo de Foucault en la Historia.





El dispositivo en la historia.

W domu / en casa

la historia
es una telaraña
que se trama invisible

cuerpo que carga
con una
o dos preguntas
durante toda la vida

y va tejiendo
en la interrogación
la casa.

Ana Wajszczuk.

Introducción.

La manera de relacionarnos con nosotros mismos, con el Otro, con el objeto, con la cosa, con el arte, etc. ha estado normado– no por eso imposibilitado a un cambio y reflexión- por códigos y leyes que, en su promesa, son ejercidas para el bien común de una sociedad. Siendo estos elementos regulados por “autoridades especialistas” en el tema, la sociedad “pasiva” ( no “autoridad especialista”) debe acatar los dictámenes que se acuerden, sean estos correspondientes al principio de bien común o no, para no ser excluido del entorno social al que pertenece evitando la expulsión de la comunidad con la que se reconoce y lo reconocen como un sujeto. “Quien controla el saber controla el hacer y quien goza de la propiedad de los aparatos que permiten computar y calcular controla el actuar. Quien controla los archivos controla la memoria, la forma en que el sujeto recuerda su pasado y percibe su presente. El de todos y el de todo”.[1]
Este texto responderá desde la Historia al contexto presente que, como mencioné anteriormente, mantienen al hombre vigilado y dis-puesto a través de un conjunto de discursos, mecanismos, objetos, etc. Michel Foucault a lo largo de su obra denominó a este conjunto de mecanismos de control con el nombre de “dispositivo”, utilizando este concepto, daremos cuenta de cómo, el dispositivo ha influido en la Historia y nuestra concepción de ella  así como el papel del historiador ante esta realidad. 

El dispositivo de Foucault.

¿Qué entiende Foucault por dispositivo?

“Intento ubicar bajo esta denominación a un conjunto definitivamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, configuraciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales filantrópicas. En resumen: cosas dichas como no dichas; éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos”.[2]

El dispositivo responde al poder ejercido a través del tiempo. Una vez constituido el dispositivo, será una estructura en movimiento perpetuo nutrida de un atento análisis, por parte de quienes “creen”[3] manejarlo, que se notara reflejado en los diversos ajustes que el dispositivo requiera, empleando a los componentes de éste para continuar operando. El ejercicio de poder emplaza al hombre y este  responde, de manera teórica y practica a sus dis-posiciones, volviéndonos sugerentemente, siervos de  la red máxima.

La Historia en el dispositivo.

A partir de giro epistemológico sobre la historiografía en la década de los setentas, se ha postulado en instituciones académicas; la manera en que la escritura de la historia se ha ido manifestando en diversos espacios y tiempos, respondiendo a una pulsión de archivar las legitimizaciones, acontecimientos, sujetos, sucesos, etc. La historiografía es una herramienta para comprender y vislumbrar la participación de la escritura y la recepción de la historia en el  dispositivo. Sin limitarse a lo anterior, la historiografía ofrece una reflexión sobre el papel de quien escribe, reflexiona, recibe, etc. la historia. Es, a partir de una lectura atenta (sintomal) por la cual, el historiador actual podrá darse cuenta de que forma su oficio responde al dispositivo haciendo una pausa en la producción de textos, teorías y opiniones para establecer una estrategia para dislocar la concepción de la historia hasta ahora, convirtiéndose, el historiador, en un agente tanto activo para la liberación del dispositivo así como la interacción consciente de la participación intrínseca que hay en él.  Kracauer, en su crítica a la historia universal: narrativa condescendiente con el dispositivo por excelencia nos dice: “Tal vez el dispositivo más conspicuo para ponerlo en orden consista en la adaptación al medio histórico de alguna de las muchas grandes ideas filosóficas que pretenden cubrir y explicar el completo proceso histórico”. [4]

Antes de continuar con el análisis, mencioné al final del párrafo anterior “historia universal”, sin embargo ¿qué se esta entendiendo por (H)historia en este texto? Definir a una disciplina es un acto complejo, se debe entender que la definición no será total, ni totalitaria, ya Derrida se ocupó de establecer las inconsistencias de este tipo de afirmaciones, sin embargo, una definición es necesaria para delimitar el corpus desde donde se abordará cualquier tema. Siendo consciente de este postulado del filósofo argelino, la definición de la Historia como disciplina  es la siguiente: Disciplina que a través de los archivos y el contacto con el Otro, se ocupa de las ausencias discursivas de orden temporal y espacial en el presente, develando diversas interpretaciones que, respondiendo a las ausencias inherentes a la clasificación propia del oficio, se relacionan entre sí para reconocer al suceso y al sujeto.
Veremos de qué forma, algunos historiadores: escritores que, con archivos formulan visiones del pasado respondiendo a una necesidad ya sea esta de develación o de manipulación, escriben textos históricos sabiendo su participación en el dispositivo o no. Tomaré a algunos de los autores mexicanos y sus textos para ofrecer una lectura sobre su trabajo.

Enrique Krauze, historiador doctorado por el Colegio de México, director de la revista cultural llamada “Letras Libres”, publicó una trilogía de libros cuyo objetivo principal es, a partir de un estudio hermenéutico, brindar un conocimiento de cierta historia “mexicana”. La gran aportación del historiador mexicano es su extensa divulgación ¡más de 100,000 ejemplares vendidos! Veremos pues, la forma en que los libros de Krauze responden al dispositivo de Foucault y cómo se resiste a él:

“De hecho, el libro propone un modelo hermenéutico, una especie de sistema político solar donde los diversos protagonistas colectivos (poder legislativo y judicial, burócratas, gobernantes, ejército, caciques, grupos corporativizados de obreros de obreros y campesinos, prensa, empresarios, Iglesia, universidad, intelectuales, partidos de oposición, etcétera) giran alrededor del sol presidencial-priísta con diversos grados de subordinación. Cuando esos cuerpos aparecen en la narración, ésta aporta sus antecedentes históricos para situar, con la necesaria perspectiva, su papel y funcionamiento dentro del sistema”. [5]

 “La disposición en “serie” de las actividades sucesivas permite que el poder haga toda una fiscalización de la duración: posibilidad de un control detallado y de una intervención puntual ( de diferenciación, de corrección, de depuración, de eliminación) en cada momento del tiempo; posibilidad de caracterizar y, por lo tanto, de utilizar a los individuos según el nivel que tienen las series que recorren; posibilidad de acumular el tiempo y la actividad, de volver a encontrarlos, totalizados, y utilizables en un resultado último, que es la capacidad final de un individuo”.[6]

Krauze responde al pensamiento de Foucault en sus grafismos al hablar de un organismo político de control en México llamado: “El PRI”. No importa el partido, podría ser el PAN, el PRD, etc. Krauze responde a las exigencias de un organismo político al criticarlo y, sin mencionarlo abiertamente, apegándose a otra inclinación política. Sin embargo, con una lectura atenta del texto, existe la arbitrariedad a lo largo de la narración. “[…] una república simulada en la que los presidentes han actuado como monarcas absolutos”.[7] Otra observación es la importancia que le da el historiador a los presidentes o gente del poder, sujetos que desde cierta lectura, se les atribuyen sucesos o decisiones que afectaron al país[8]. ¿No las decisiones de cualquier individuo afectan políticamente? El texto al final, propone una re-lectura sobre como, a partir de las exigencias del dispositivo se puede infiltrar una resistencia de igual importancia para reconocer a las ausencias excluidas de la impresión del libro.

Carlos Pereyra, en el libro ¿Historia, para qué? en el que colabora con diversos autores reconocidos entre el medio académico nacional, tiene un ensayo con el mismo titulo del libro en el que expone, de manera precisa, los alcances que tiene la Historia como parte del dispositivo. El libro, al no responder a las exigencias de una divulgación ( ventas) de hechos meramente históricos como los libros de Krauze, no tiene la misma fuerza de divulgación, siendo el texto principalmente dirigido para historiadores o gente relacionado con el tema, así como aficionados.
Sin ser un libro que se distinga por una monografía extensa, su contenido es re-flexivo sobre posturas en la Historia. ¿Una adaptación del dispositivo ante los libros que buscan abrir la discusión, sobre los mecanismos del poder ejercidos a través de los componentes del dispositivo? El mismo Carlos Pereyra repode con el siguiente enunciado: “El Estado, por ejemplo, dispone de numerosos canales mediante los cuales impone una versión del movimiento social idónea para la preservación del poder político”. [9]                                                                          

Otro ejemplo del mismo libro, pero de distinto autor, ahora Luis González, nos ofrecerá en su ensayo titulado “La múltiple utilización de la historia” su postura ante la Historia como herramienta que esta dis-puesta al control del hombre. González postula (hablando sobre una clasificación de la Historia): “La anticuaria no es siempre placentera; la crítica está lejos de poder destruir toda tradición injusta; la didáctica es mucho menos aleccionadora de lo que dicen los pedagogos, y la científica, por lo que parece, no va a ser la lámpara de mano que nos permita caminar en la noche del futuro sin mayores tropiezos”.[10] Analicemos el texto de González. A partir del titulo de su ensayo se encuentra una anomalía “múltiple utilización de la historia” ¿La historia es una herramienta de la que el hombre dis-pone? ¿No es más bien la historia, escrita por el hombre, ahora por las máquinas también, quien dis-pone al hombre mismo como un servomecanismo[11]? ¿Existe la posibilidad de que la Historia sea un dispositivo en sí misma? La Historia no puede ser utilizada, se resiste a la utilización del hombre, se ha visto en caídas de discursos, ideologías, el hombre no la puede si quiera contener y es a través del uso técnico que nuestra raza ha encontrado el almacenamiento máximo: la Internet. Es la Internet, en todo caso,  quién dis-pone al hombre la información al ser una especie de atmósfera a quien debemos acudir para obtener la información requerida, estamos dis-puestos a la condición de esta atmósfera así como a la múltiple utilización de los archivos que nos otorgue.
El dispositivo aparece como un regulador que responde a los archivos por los cuales nos acercamos al entendimiento del presente y del pasado ¡ y ni siquiera es regulado ya por seres humanos! sino por máquinas con su propio lenguaje (binario) y a veces llega ser  ilegible para el ojo humano como lo son los códigos de barras. La técnica como vigilante y controladora de los archivos ¿a quién se reclama entonces? ¿cómo parar esto? Preguntas que en un futuro serán desarrolladas, no en este texto.

José Antonio Crespo, doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana, realizó un libro que se titula “Contra la historia oficial” cuyo objetivo principal es el demostrar, a través de una consulta bien documentada, otras lecturas sobre pasajes de la historia de México siendo estas un ejemplo sobre el dispositivo ha influido a la enseñanza de esta única visión de la historia del país respondiendo a necesidades discursivas pertenecientes al dispositivo. A lo largo del libro, Crespo desarrolla como la Historia oficial impartida por el Estado democrático se contradice a sí misma a través de la historia de bronce y la continua y latente violencia impartida en el discurso. El historiador propone ciertos puntos en los cuales se puede accionar esta orientación hacia una enseñanza coherente que responda a los principios democráticos. “Desde una óptica democrática, habría que destacar sus posibles abusos, sus crímenes o robos, si los cometieron, lo que puede poner en entredicho su heroísmo, pero los estudiantes tendrán más elementos para entender las complejidades y tentaciones del poder, aun e quienes sirven en algún momento al país”. [12] El aporte de José Antonio Crespo es grato en cuanto a una reflexión ejemplificada con monografía de episodios del pasado re-construidos con fuentes discriminadas en la versión oficial. Igualmente, las iniciativas alternativas de reflexión en la enseñanza de la historia. Sin embargo, Crespo responde a una necesidad discursiva de un modelo político: la democracia. Es de esta forma como el historiador y el producto de su oficio  es emplazado en el dispositivo. En palabras de Foucault: “Se tiende a sustituir, o al menos a agregar, a las marcas que traducían estatus, privilegios de pertenencias a un cuerpo social homogéneo, pero que tienen en sí mismos un papel de clasificación, de jerarquización y de distribución de rangos”.[13] No por esto está condenando, enfatizando la importancia de la lectura sintomal , es aplicándola como se puede develar sus  limites y alcances.

Papel del historiador ante la participación de la Historia en el dispositivo.

En el apartado anterior ejemplifiqué la participación de algunas obras de diversos historiadores contemporáneos en el dispositivo. Esta parte del texto brindará una re-flexión sobre como el historiador – con el conocimiento y conciencia de la inherente[14] participación de la historia en el dispositivo-  puede segmentarlo en sus propios términos para alcanzar el reconocimiento al Otro, al suceso, al sujeto y a sí mismo como una revelación en una serie infinita de acontecimientos[15].

La escritura responde a la técnica y al dispositivo, por consiguiente la fabricación, reproducción, publicación de textos históricos son inherentes, desde el proceso creativo, al dispositivo.  ¿Cómo actuar ante tal condena? No con una oposición similar, ya que ésta podría desarrollarse como un dispositivo y el ejercicio será un fracaso. Propongo establecer los límites de la investigación histórica que se presente en  un texto, así como atender individualmente – entendiendo al Otro como tal y el paralelo que hay entre ambos, Otro y Otro -  al sujeto y al suceso, propiciando una transferencia[16] entre ambos. Esta propuesta es, necesariamente, problemática utilizando términos científicos así como universales. Es también una invitación a un trabajo de ampliación de afirmaciones hechas o propuestas por las “autoridades de la Historia” para la comprensión subjetiva de cada historiador sobre lo ausente, sobre lo Otro. Kracauer lo enuncia así: “Requiere de los historiadores que reconozcan la posible multiplicidad de verdades que romperán con el objetivismo y, al mismo tiempo, que estén al tanto de sus limitaciones en términos de lo absoluto y su poder controlador dispositivo […]”.[17]

Al ser una estrategia – no un método- del abordaje histórico como posibilidad de entendimiento no autorizado por el gremio científico, es posible que sea marginado. ¿Cómo enfrentarse con esta estrategia en las instituciones (parte del dispositivo) académicas en las que se imparte la Historia ? Por ahora me corresponde responder como estudiante de la licenciatura en tal disciplina. Partiendo de este momento, es a través del lenguaje, como se puede ejercer esta estrategia. ¿Cómo? Siendo un estudiante activo y atento, formular preguntas no hechas en las afirmaciones de los docentes así como en el material de trabajo encontrando la relación que haya con el dispositivo para poder dislocarlo-no destruirlo- usando la estructura del dispositivo. Porque recordemos, que el dispositivo responde al poder, al control, a la clasificación, a la homogenización de individuos a través de mecanismos, que incluso hoy en día, producen una suerte de goce al acatarlos. 
¿Y en la práctica? El archivo se ha dicho, hasta ahora, que es la materia prima del historiador para ejercer su oficio, sin embargo, el limitarse a grafismos no corresponde al oficio mismo, el encuentro presencial con los aconteceres del momento es necesario, de esta forma, el archivo podrá ser tratado no como objeto, como lo sugeriría la ciencia y el dispositivo, sino como un ente con ausencias y presencias  que además es parte de nosotros. Moldear el archivo para con el lenguaje manifestar la subjetividad del acontecer.  Retomando a Kracauer y en relación con el poema que abre el texto(y a la descripción hecha por Foucault del dispositivo):[18] “[…] la historia no es en absoluto un proceso, sino una mezcolanza de cambios caleidoscopios, como nubes que se reúnen y dispersan en forma azarosa[19]”. [20]

JAGordilloL.








[1] Néstor A. Braunstein, EL inconsciente, la técnica y el discurso capitalista (México: Siglo XXI, 2012),24.
[2] Michel Foucault, Orinicar? (10), París, Navarin, 1977, p. 65
[3] Es creencia en cuanto a una suposición: que el hombre sigue controlando. Heidegger y Braunstein hacen un análisis sobre quién es controlador, llegando a la conclusión –no definitoria- sobre la participación esencial de la técnica en este proceso.
[4] Siegfried Kracauer, Historia. Las últimas cosas antes de las últimas, trad. Guadalupe Marando y Agustín D`Ambrosio (Buenos Aires: Las Cuarenta, 2010), 199.
[5] Enrique Krauze, La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-1996) (México: Tusquets, 2009), 14.
[6] Michel Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, trad. Aurelio Garzón del Camino (México: Siglo XXI, 2013), 186..
[7] Enrique Krauze, La presidencia imperial. 504.
[8] En Kracauer este tipo de Historia se le denomina: “Universal”.
[9] Carlos Pereyra, Luis Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnoldo Córdova, Carlos Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Adolfo Gilly, Guillermo Bonfil Batalla,  ¿Historia para, qué? (México: Siglo XXI, 2010),24.
[10] Carlos Pereyra, Luis Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnoldo Córdova, Carlos Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Adolfo Gilly, Guillermo Bonfil Batalla,  ¿Historia, para qué? (México: Siglo XXI, 2010),71.
[11] El concepto de servomecanismo lo tomo de Néstor A. Braunstein. En su reciente libro “La técnica, el inconsciente y el discurso capitalista” (México: Siglo XXI, 2012). Por servomecanismo se entiende: objetos tecnológicos, anzuelos del goce partes del dispositivo.
[12] José Antonio Crespo, Contra la historia oficial. Episodios de la vida nacional: desde la Conquista hasta la Revolución (México: De Bolsillo, 2011), 296.
[13] Michel Foucault, Vigilar y Castigar. 215.
[14] Kracauer en el libro citado en este ensayo hace una crítica a la historia general afirmando que esta debe de refugiarse en dispositivos de manipulación (pág 198). Sin embargo, la historia al manifestarse en lenguaje, queda inscrita y refugiada en el dispositivo. Lo que se puede hacer es dislocar esta pieza del dispositivo en sus propios términos.
[15] Al mencionar al acontecimiento me refiero a todo acontecer en un espacio y tiempo, que por ser participe de esta bi-relación, contiene en sí mismo una carga debeladora que si se es consiente de ello, se reconoce como tal.
[16] Por transferencia entiéndase en este texto como el momento y espacio donde los fantasmas actúan siendo estos encuentros, irreductibles al calculo y clasificación.
[17] Siegfried Kracauer, Historia.241. Cursivas mías.
[18] Nótese la similitud de la enunciación de Kracauer con la definición de Foucault en el dispositivo. Mezcolanza de cambios caleidoscópicos/ red. ¿Podrá ser que la historia sea un dispositivo y no una pieza más para la definición de Michel Foucault?
[19] Tacho el termino debido a mi discrepancia con éste. Sería una irresponsabilidad dejar al “azar” las decisiones de los hombres, somos nosotros quienes con reflexiones racionales actuamos ante la vida.
[20] Siegfried Kracauer, Historia.192.

2 comentarios:

  1. Dude! No sé si considerar esto una feliz coincidencia o una especie de zeitgeist. Resulta que mi tesis de lic. fue sobre Gumbrecht y el dispositivo. Éste entiende por dispositivo en su obra EN 1926 lo siguiente (en mi interpretación): "Los dispositivos son los efectos de superficie cuya gramática ( disposición) se concentra en la descripción comunicativa emparentada en códigos que clausuran toda posibilidad de interpretación". Lo curioso creo que los dispositivos, producto de la sociedad cibernética, eliminan la subjetividad en orden para crear, curiosamente, sujetos (en el sentido de Althusser). Para Gumbrecht los dispositivos permiten generar presencia por su relación con el cuerpo, pero irónicamente, digo yo, eso por el hedonismo y el olvido de la muerte. Lo curioso es que esto pareciera (como observas) cambiar la profesionalización, en donde la Institución ya no es la Academia cerrada, portadora del paradigma epistemológico, sino la historia como consumo (de allí, los contenidos de la historia cultural son vendibles y disfrutables). Por tanto, Krauze puede ser llamado el historiador del siglo XIX. Lo curioso es su sentido impolítico y confuso (estoy con el PRI, pero no estoy). Bueno, hay más que reflexionar sobre ello, pero hasta aquí le dejo. Saludos.

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    1. Xavier, gracias por tu comentario. Leeré con calma tu tesis sobre Gumbrecht que pusieron en Historia Abierta. Acerca del dispositivo, hay un libro que salió el año pasado cuyo titulo es: "El Inconsciente, la Técnica y el Discurso Capitalista" de Néstor Braunstein. En su obra hace una arqueología de varias definiciones del dispositivo proponiendo la suya y aclara la continua confusión del termino con el de "servomecanismo".
      Más que un zeitgeist, diría que es un interés por las causas y eso no es lo más abundante.
      Agradecido por tu comentario y por tu tesis. Estamos en contacto.

      Saludos.

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