El dispositivo en la historia.
W
domu / en casa
la
historia
es
una telaraña
que
se trama invisible
cuerpo
que carga
con
una
o
dos preguntas
durante
toda la vida
y
va tejiendo
en
la interrogación
la
casa.
Ana
Wajszczuk.
Introducción.
La manera de
relacionarnos con nosotros mismos, con el Otro, con el objeto, con la cosa, con
el arte, etc. ha estado normado– no por eso imposibilitado a un cambio y
reflexión- por códigos y leyes que, en su promesa, son ejercidas para el bien
común de una sociedad. Siendo estos elementos regulados por “autoridades
especialistas” en el tema, la sociedad “pasiva” ( no “autoridad especialista”)
debe acatar los dictámenes que se acuerden, sean estos correspondientes al
principio de bien común o no, para no ser excluido del entorno social al que
pertenece evitando la expulsión de la comunidad con la que se reconoce y lo
reconocen como un sujeto. “Quien controla el saber controla el hacer y quien
goza de la propiedad de los aparatos que permiten computar y calcular controla
el actuar. Quien controla los archivos controla la memoria, la forma en que el
sujeto recuerda su pasado y percibe su presente. El de todos y el de todo”.[1]
Este texto
responderá desde la Historia al contexto presente que, como mencioné
anteriormente, mantienen al hombre vigilado y dis-puesto a través de un
conjunto de discursos, mecanismos, objetos, etc. Michel Foucault a lo largo de su
obra denominó a este conjunto de mecanismos de control con el nombre de
“dispositivo”, utilizando este concepto, daremos cuenta de cómo, el dispositivo
ha influido en la Historia y nuestra concepción de ella así como el papel del historiador ante esta
realidad.
El dispositivo de Foucault.
¿Qué entiende
Foucault por dispositivo?
“Intento ubicar bajo
esta denominación a un conjunto definitivamente heterogéneo que incluye
discursos, instituciones, configuraciones arquitectónicas, decisiones
reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,
proposiciones filosóficas, morales filantrópicas. En resumen: cosas dichas como
no dichas; éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la
red que se establece entre estos elementos”.[2]
El dispositivo
responde al poder ejercido a través del tiempo. Una vez constituido el
dispositivo, será una estructura en movimiento perpetuo nutrida de un atento
análisis, por parte de quienes “creen”[3]
manejarlo, que se notara reflejado en los diversos ajustes que el dispositivo
requiera, empleando a los componentes de éste para continuar operando. El
ejercicio de poder emplaza al hombre y este responde, de manera teórica y practica a sus
dis-posiciones, volviéndonos sugerentemente, siervos de la red máxima.
La Historia en el dispositivo.
A partir de giro
epistemológico sobre la historiografía en la década de los setentas, se ha
postulado en instituciones académicas; la manera en que la escritura de la
historia se ha ido manifestando en diversos espacios y tiempos, respondiendo a
una pulsión de archivar las legitimizaciones, acontecimientos, sujetos,
sucesos, etc. La historiografía es una herramienta para comprender y vislumbrar
la participación de la escritura y la recepción de la historia en el dispositivo. Sin limitarse a lo anterior, la
historiografía ofrece una reflexión sobre el papel de quien escribe,
reflexiona, recibe, etc. la historia. Es, a partir de una lectura atenta
(sintomal) por la cual, el historiador actual podrá darse cuenta de que forma
su oficio responde al dispositivo haciendo una pausa en la producción de
textos, teorías y opiniones para establecer una estrategia para dislocar la
concepción de la historia hasta ahora, convirtiéndose, el historiador, en un
agente tanto activo para la liberación del dispositivo así como la interacción
consciente de la participación intrínseca que hay en él. Kracauer, en su crítica a la historia
universal: narrativa condescendiente con el dispositivo por excelencia nos
dice: “Tal vez el dispositivo más conspicuo para ponerlo en orden consista en
la adaptación al medio histórico de alguna de las muchas grandes ideas
filosóficas que pretenden cubrir y explicar el completo proceso histórico”. [4]
Antes de continuar
con el análisis, mencioné al final del párrafo anterior “historia universal”,
sin embargo ¿qué se esta entendiendo por (H)historia en este texto? Definir a
una disciplina es un acto complejo, se debe entender que la definición no será
total, ni totalitaria, ya Derrida se ocupó de establecer las inconsistencias de
este tipo de afirmaciones, sin embargo, una definición es necesaria para
delimitar el corpus desde donde se
abordará cualquier tema. Siendo consciente de este postulado del filósofo argelino,
la definición de la Historia como disciplina
es la siguiente: Disciplina que a través de los archivos y el contacto
con el Otro, se ocupa de las ausencias discursivas de orden temporal y espacial
en el presente, develando diversas interpretaciones que, respondiendo a las
ausencias inherentes a la clasificación propia del oficio, se relacionan entre
sí para reconocer al suceso y al sujeto.
Veremos de qué
forma, algunos historiadores: escritores que, con archivos formulan visiones
del pasado respondiendo a una necesidad ya sea esta de develación o de
manipulación, escriben textos históricos sabiendo su participación en el
dispositivo o no. Tomaré a algunos de los autores mexicanos y sus textos para
ofrecer una lectura sobre su trabajo.
Enrique Krauze,
historiador doctorado por el Colegio de México, director de la revista cultural
llamada “Letras Libres”, publicó una trilogía de libros cuyo objetivo principal
es, a partir de un estudio hermenéutico, brindar un conocimiento de cierta
historia “mexicana”. La gran aportación del historiador mexicano es su extensa
divulgación ¡más de 100,000 ejemplares vendidos! Veremos pues, la forma en que los
libros de Krauze responden al dispositivo de Foucault y cómo se resiste a él:
“De hecho, el
libro propone un modelo hermenéutico, una especie de sistema político solar
donde los diversos protagonistas colectivos (poder legislativo y judicial,
burócratas, gobernantes, ejército, caciques, grupos corporativizados de obreros
de obreros y campesinos, prensa, empresarios, Iglesia, universidad,
intelectuales, partidos de oposición, etcétera) giran alrededor del sol
presidencial-priísta con diversos grados de subordinación. Cuando esos cuerpos
aparecen en la narración, ésta aporta sus antecedentes históricos para situar, con
la necesaria perspectiva, su papel y funcionamiento dentro del sistema”. [5]
“La disposición en “serie” de las actividades sucesivas
permite que el poder haga toda una fiscalización de la duración: posibilidad de
un control detallado y de una intervención puntual ( de diferenciación, de
corrección, de depuración, de eliminación) en cada momento del tiempo;
posibilidad de caracterizar y, por lo tanto, de utilizar a los individuos según
el nivel que tienen las series que recorren; posibilidad de acumular el tiempo
y la actividad, de volver a encontrarlos, totalizados, y utilizables en un
resultado último, que es la capacidad final de un individuo”.[6]
Krauze responde
al pensamiento de Foucault en sus grafismos al hablar de un organismo político
de control en México llamado: “El PRI”. No importa el partido, podría ser el
PAN, el PRD, etc. Krauze responde a las exigencias de un organismo político al
criticarlo y, sin mencionarlo abiertamente, apegándose a otra inclinación
política. Sin embargo, con una lectura atenta del texto, existe la
arbitrariedad a lo largo de la narración. “[…] una república simulada en la que
los presidentes han actuado como monarcas absolutos”.[7]
Otra observación es la importancia que le da el historiador a los presidentes o
gente del poder, sujetos que desde cierta lectura, se les atribuyen sucesos o
decisiones que afectaron al país[8].
¿No las decisiones de cualquier individuo afectan políticamente? El texto al
final, propone una re-lectura sobre como, a partir de las exigencias del
dispositivo se puede infiltrar una resistencia de igual importancia para
reconocer a las ausencias excluidas de la impresión del libro.
Carlos Pereyra,
en el libro ¿Historia, para qué? en el que colabora con diversos autores
reconocidos entre el medio académico nacional, tiene un ensayo con el mismo
titulo del libro en el que expone, de manera precisa, los alcances que tiene la
Historia como parte del dispositivo. El libro, al no responder a las exigencias
de una divulgación ( ventas) de hechos meramente históricos como los libros de
Krauze, no tiene la misma fuerza de divulgación, siendo el texto principalmente
dirigido para historiadores o gente relacionado con el tema, así como
aficionados.
Sin ser un libro
que se distinga por una monografía extensa, su contenido es re-flexivo sobre
posturas en la Historia. ¿Una adaptación del dispositivo ante los libros que
buscan abrir la discusión, sobre los mecanismos del poder ejercidos a través de
los componentes del dispositivo? El mismo Carlos Pereyra repode con el
siguiente enunciado: “El Estado, por ejemplo, dispone de numerosos canales
mediante los cuales impone una versión del movimiento social idónea para la
preservación del poder político”. [9]
Otro ejemplo del
mismo libro, pero de distinto autor, ahora Luis González, nos ofrecerá en su
ensayo titulado “La múltiple utilización de la historia” su postura ante la
Historia como herramienta que esta dis-puesta al control del hombre. González
postula (hablando sobre una clasificación de la Historia): “La anticuaria no es
siempre placentera; la crítica está lejos de poder destruir toda tradición
injusta; la didáctica es mucho menos aleccionadora de lo que dicen los
pedagogos, y la científica, por lo que parece, no va a ser la lámpara de mano
que nos permita caminar en la noche del futuro sin mayores tropiezos”.[10]
Analicemos el texto de González. A partir del titulo de su ensayo se encuentra
una anomalía “múltiple utilización de la
historia” ¿La historia es una herramienta de la que el hombre dis-pone? ¿No
es más bien la historia, escrita por el hombre, ahora por las máquinas también,
quien dis-pone al hombre mismo como un servomecanismo[11]?
¿Existe la posibilidad de que la Historia sea un dispositivo en sí misma? La
Historia no puede ser utilizada, se resiste a la utilización del hombre, se ha
visto en caídas de discursos, ideologías, el hombre no la puede si quiera
contener y es a través del uso técnico que nuestra raza ha encontrado el
almacenamiento máximo: la Internet. Es la Internet, en todo caso, quién dis-pone al hombre la información al ser
una especie de atmósfera a quien debemos acudir para obtener la información
requerida, estamos dis-puestos a la condición de esta atmósfera así como a la
múltiple utilización de los archivos que nos otorgue.
El dispositivo
aparece como un regulador que responde a los archivos por los cuales nos
acercamos al entendimiento del presente y del pasado ¡ y ni siquiera es regulado
ya por seres humanos! sino por máquinas con su propio lenguaje (binario) y a
veces llega ser ilegible para el ojo
humano como lo son los códigos de barras. La técnica como vigilante y
controladora de los archivos ¿a quién se reclama entonces? ¿cómo parar esto?
Preguntas que en un futuro serán desarrolladas, no en este texto.
José Antonio Crespo,
doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana, realizó un libro que se
titula “Contra la historia oficial” cuyo objetivo principal es el demostrar, a
través de una consulta bien documentada, otras lecturas sobre pasajes de la
historia de México siendo estas un ejemplo sobre el dispositivo ha influido a
la enseñanza de esta única visión de la historia del país respondiendo a
necesidades discursivas pertenecientes al dispositivo. A lo largo del libro,
Crespo desarrolla como la Historia oficial impartida por el Estado democrático
se contradice a sí misma a través de la historia de bronce y la continua y
latente violencia impartida en el discurso. El historiador propone ciertos
puntos en los cuales se puede accionar esta orientación hacia una enseñanza
coherente que responda a los principios democráticos. “Desde una óptica
democrática, habría que destacar sus posibles abusos, sus crímenes o robos, si
los cometieron, lo que puede poner en entredicho su heroísmo, pero los
estudiantes tendrán más elementos para entender las complejidades y tentaciones
del poder, aun e quienes sirven en algún momento al país”. [12]
El aporte de José Antonio Crespo es grato en cuanto a una reflexión
ejemplificada con monografía de episodios del pasado re-construidos con fuentes
discriminadas en la versión oficial. Igualmente, las iniciativas alternativas
de reflexión en la enseñanza de la historia. Sin embargo, Crespo responde a una
necesidad discursiva de un modelo político: la democracia. Es de esta forma
como el historiador y el producto de su oficio
es emplazado en el dispositivo. En palabras de Foucault: “Se tiende a
sustituir, o al menos a agregar, a las marcas que traducían estatus,
privilegios de pertenencias a un cuerpo social homogéneo, pero que tienen en sí
mismos un papel de clasificación, de jerarquización y de distribución de
rangos”.[13]
No por esto está condenando, enfatizando la importancia de la lectura sintomal
, es aplicándola como se puede develar sus limites y alcances.
Papel del historiador ante la participación
de la Historia en el dispositivo.
En el apartado
anterior ejemplifiqué la participación de algunas obras de diversos
historiadores contemporáneos en el dispositivo. Esta parte del texto brindará
una re-flexión sobre como el historiador – con el conocimiento y conciencia de
la inherente[14]
participación de la historia en el dispositivo-
puede segmentarlo en sus propios términos para alcanzar el
reconocimiento al Otro, al suceso, al sujeto y a sí mismo como una revelación
en una serie infinita de acontecimientos[15].
La escritura
responde a la técnica y al dispositivo, por consiguiente la fabricación,
reproducción, publicación de textos históricos son inherentes, desde el proceso
creativo, al dispositivo. ¿Cómo actuar
ante tal condena? No con una oposición similar, ya que ésta podría
desarrollarse como un dispositivo y el ejercicio será un fracaso. Propongo
establecer los límites de la investigación histórica que se presente en un texto, así como atender individualmente –
entendiendo al Otro como tal y el paralelo que hay entre ambos, Otro y Otro
- al sujeto y al suceso, propiciando una
transferencia[16]
entre ambos. Esta propuesta es, necesariamente, problemática utilizando
términos científicos así como universales. Es también una invitación a un trabajo
de ampliación de afirmaciones hechas o propuestas por las “autoridades de la
Historia” para la comprensión subjetiva de cada historiador sobre lo ausente,
sobre lo Otro. Kracauer lo enuncia así: “Requiere de los historiadores que reconozcan la posible multiplicidad de verdades que romperán con el objetivismo y, al
mismo tiempo, que estén al tanto de sus limitaciones en términos de lo absoluto
y su poder controlador dispositivo
[…]”.[17]
Al ser una
estrategia – no un método- del abordaje histórico como posibilidad de
entendimiento no autorizado por el gremio científico, es posible que sea
marginado. ¿Cómo enfrentarse con esta estrategia en las instituciones (parte
del dispositivo) académicas en las que se imparte la Historia ? Por ahora me
corresponde responder como estudiante de la licenciatura en tal disciplina.
Partiendo de este momento, es a través del lenguaje, como se puede ejercer esta
estrategia. ¿Cómo? Siendo un estudiante activo y atento, formular preguntas no
hechas en las afirmaciones de los docentes así como en el material de trabajo
encontrando la relación que haya con el dispositivo para poder dislocarlo-no
destruirlo- usando la estructura del dispositivo. Porque recordemos, que el
dispositivo responde al poder, al control, a la clasificación, a la
homogenización de individuos a través de mecanismos, que incluso hoy en día,
producen una suerte de goce al acatarlos.
¿Y en la
práctica? El archivo se ha dicho, hasta ahora, que es la materia prima del
historiador para ejercer su oficio, sin embargo, el limitarse a grafismos no
corresponde al oficio mismo, el encuentro presencial con los aconteceres del
momento es necesario, de esta forma, el archivo podrá ser tratado no como
objeto, como lo sugeriría la ciencia y el dispositivo, sino como un ente con
ausencias y presencias que además es
parte de nosotros. Moldear el archivo para con el lenguaje manifestar la
subjetividad del acontecer. Retomando a
Kracauer y en relación con el poema que abre el texto(y a la descripción hecha
por Foucault del dispositivo):[18]
“[…] la historia no es en absoluto un proceso, sino una mezcolanza de cambios caleidoscopios, como nubes que se reúnen y dispersan en forma azarosa[19]”.
[20]
JAGordilloL.
JAGordilloL.
[1] Néstor A. Braunstein, EL inconsciente, la técnica y el discurso
capitalista (México: Siglo XXI, 2012),24.
[2] Michel Foucault, Orinicar? (10), París, Navarin, 1977, p.
65
[3] Es creencia en cuanto a
una suposición: que el hombre sigue controlando. Heidegger y Braunstein hacen
un análisis sobre quién es controlador, llegando a la conclusión –no
definitoria- sobre la participación esencial de la técnica en este proceso.
[4] Siegfried Kracauer, Historia. Las últimas cosas antes de las
últimas, trad. Guadalupe Marando y Agustín D`Ambrosio (Buenos Aires: Las
Cuarenta, 2010), 199.
[5] Enrique Krauze, La presidencia imperial. Ascenso y caída del
sistema político mexicano (1940-1996) (México: Tusquets, 2009), 14.
[6] Michel Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión,
trad. Aurelio Garzón del Camino (México: Siglo XXI, 2013), 186..
[8] En Kracauer este tipo de
Historia se le denomina: “Universal”.
[9] Carlos Pereyra, Luis
Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnoldo
Córdova, Carlos Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Adolfo Gilly, Guillermo Bonfil
Batalla, ¿Historia para, qué? (México: Siglo XXI,
2010),24.
[10] Carlos Pereyra, Luis
Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnoldo
Córdova, Carlos Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Adolfo Gilly, Guillermo Bonfil
Batalla, ¿Historia, para qué? (México: Siglo XXI,
2010),71.
[11] El concepto de
servomecanismo lo tomo de Néstor A. Braunstein. En su reciente libro “La
técnica, el inconsciente y el discurso capitalista” (México: Siglo XXI, 2012).
Por servomecanismo se entiende: objetos tecnológicos, anzuelos del goce partes
del dispositivo.
[12] José Antonio Crespo, Contra la historia oficial. Episodios de la
vida nacional: desde la Conquista hasta la Revolución (México: De Bolsillo,
2011), 296.
[14] Kracauer en el libro
citado en este ensayo hace una crítica a la historia general afirmando que esta
debe de refugiarse en dispositivos de manipulación (pág 198). Sin embargo, la
historia al manifestarse en lenguaje, queda inscrita y refugiada en el
dispositivo. Lo que se puede hacer es dislocar esta pieza del dispositivo en
sus propios términos.
[15] Al mencionar al
acontecimiento me refiero a todo acontecer en un espacio y tiempo, que por ser
participe de esta bi-relación, contiene en sí mismo una carga debeladora que si
se es consiente de ello, se reconoce como tal.
[16] Por transferencia
entiéndase en este texto como el momento y espacio donde los fantasmas actúan siendo estos
encuentros, irreductibles al calculo y clasificación.
[18] Nótese la similitud de
la enunciación de Kracauer con la definición de Foucault en el dispositivo.
Mezcolanza de cambios caleidoscópicos/ red. ¿Podrá ser que la historia sea un
dispositivo y no una pieza más para la definición de Michel Foucault?
[19] Tacho el termino debido
a mi discrepancia con éste. Sería una irresponsabilidad dejar al “azar”
las decisiones de los hombres, somos nosotros quienes con reflexiones
racionales actuamos ante la vida.
Dude! No sé si considerar esto una feliz coincidencia o una especie de zeitgeist. Resulta que mi tesis de lic. fue sobre Gumbrecht y el dispositivo. Éste entiende por dispositivo en su obra EN 1926 lo siguiente (en mi interpretación): "Los dispositivos son los efectos de superficie cuya gramática ( disposición) se concentra en la descripción comunicativa emparentada en códigos que clausuran toda posibilidad de interpretación". Lo curioso creo que los dispositivos, producto de la sociedad cibernética, eliminan la subjetividad en orden para crear, curiosamente, sujetos (en el sentido de Althusser). Para Gumbrecht los dispositivos permiten generar presencia por su relación con el cuerpo, pero irónicamente, digo yo, eso por el hedonismo y el olvido de la muerte. Lo curioso es que esto pareciera (como observas) cambiar la profesionalización, en donde la Institución ya no es la Academia cerrada, portadora del paradigma epistemológico, sino la historia como consumo (de allí, los contenidos de la historia cultural son vendibles y disfrutables). Por tanto, Krauze puede ser llamado el historiador del siglo XIX. Lo curioso es su sentido impolítico y confuso (estoy con el PRI, pero no estoy). Bueno, hay más que reflexionar sobre ello, pero hasta aquí le dejo. Saludos.
ResponderEliminarXavier, gracias por tu comentario. Leeré con calma tu tesis sobre Gumbrecht que pusieron en Historia Abierta. Acerca del dispositivo, hay un libro que salió el año pasado cuyo titulo es: "El Inconsciente, la Técnica y el Discurso Capitalista" de Néstor Braunstein. En su obra hace una arqueología de varias definiciones del dispositivo proponiendo la suya y aclara la continua confusión del termino con el de "servomecanismo".
EliminarMás que un zeitgeist, diría que es un interés por las causas y eso no es lo más abundante.
Agradecido por tu comentario y por tu tesis. Estamos en contacto.
Saludos.