lunes, 23 de diciembre de 2013

La Historia y la mujer. Veracruz, vientre de historias.

21-12-2013.

La Historia y la mujer. Veracruz, vientre de historias.

Las Mujeres de la Tormenta.

Celia del Palacio.

Prisa Ediciones, 2012.

p.p. 341.

Es el diálogo entre personas, la conversación y sus silencios lo que nos presenta como Otro para un semejante y nos abre la posibilidad de asumirnos como sujetos.

La distinción entre escribir Literatura e Historia es casi nula. Celia del Palacio, doctora en Historia por parte de la Universidad Autónoma de México, logra la unión entre ambos oficios en su reciente novela: “Las Mujeres de la Tormenta” (mayo 2012). Lilith, una científica reconocida que habita en la Ciudad de México, es avisada acerca del fallecimiento de su madre que residía en Xalapa-Veracruz. Debido a la desgastada y descuidada relación entre ambas, Lilith, se sorprende de la vida que recientemente tenía su madre. La indagación sobre la defunción de su progenitora sirve como punto de fuga para tener acercamientos con las historias de unas mujeres en Veracruz. Brujería, esclavitud, relaciones pasionales, ritos, son temas que encubren cuatro narraciones. Desde el siglo XVI hasta el siglo XX las mujeres se relacionan debido a la magia que, desde África y debido a la mezcla de culturas que se vivieron en esos siglos (indígena, española y africana), se unen en una dimensión temporal que no respeta calendarios ni progreso. Selene, madre de Lilith, ejercía el activismo junto con sus amigas intelectuales de Xalapa. Su trabajo la había llevado a conocer diversos modos en que la raza humana se relacionaba consigo misma. Principalmente sus actividades estaban enfocadas hacia la mujer, migración y desentrañar las participaciones que políticos y gente de poder moral tienen en actos ilícitos.
Lilith, tras descubrir a través de la lectura y la escucha como se conforma el presente en Veracruz y consigo decide tomar la iniciativa que cambiara su vida como hasta el momento de la muerte de su madre la había vivido.

La gran aportación del libro de Celia del Palacio se compone de la gran habilidad de la escritora de recopilar archivos, así como la oralidad de la gente que lleva, en sí mismas, la memoria de la cultura regional[1]. La historia oral, las conversaciones traen consigo una forma distinta de conocer y adentrarse en sucesos y sujetos. Veremos en seguida cómo la autora plasma su concepción de Historia en la novela:

“Selene describía cómo había estado con esas madres que eran como espectros lastimeros detrás de una esperanza; cómo había escuchado sus historias que no estaban escritas en ninguna parte, que no alcanzaron a ocupar espacio ni siquiera en la sección policiaca del periódico”. [2]

Sustraigamos: “[…] cómo había escuchado sus historias que no estaban escritas en ninguna parte, que no alcanzaron a ocupar espacio ni siquiera en la sección policíaca del periódico”.[3]

Es, a través de las voces de los sujetos por donde, sucesos se manifiestan debido a las ausencias de los textos. Es labor del historiador, ser también interlocutor ante aconteceres del presente,  entendiéndose como participes de un todo y prestando atención a su estancia en los diversos acontecimientos que se develan a diario. Atendiendo los aconteceres, el historiador podrá ser medio participe entre las ausencias que existen en los textos. La novela es consciente de esta discusión, está presente en la escritura de la obra misma y en la narración de los personajes y sus posturas ante los hechos que presenta.

El trabajo de recopilación y escritura es propositivo, sin embargo, hay pasajes en la novela que propician, al menos, dos cuestionamientos: ¿Por qué la Historia tiene que participar en el lugar común de víctimas y victimarios al redactar una novela/ensayo/tesis/comunicado/etc?, ¿esta exposición es un síntoma sobre cómo acercarnos al Otro?  Es trabajo del historiador dar cuenta sobre cómo, desde cierta perspectiva, la gente de algún sitio vive los aconteceres y opinar desde una perspectiva fuera de lugares comunes y superficiales. El papel de víctima y victimario ha sido y es la máxima irresponsabilidad de las personas para acatar los hechos que, por sí mismos, de manera inconsciente o no, han resuelto. De esta forma, el reconocimiento del Otro debe de iniciar con el de uno mismo. El acto de re-conocer no es moral, no le legitima, no se puede legislar ni mucho menos pedir o ser obligado, es labor de cada uno de trabajarlo internamente.

Retomando el título de la obra: Las Mujeres de la Tormenta, podemos suponer que el libro habla sobre el género femenino. Y acertando en la suposición a lo largo de la novela se puede observar cómo el papel de la mujer, a través de los siglos, por razones distintas, había sido ignorado por gran parte de la sociedad. Sin embargo, retomando la historia oral y los archivos pasados, la autora nos adentra a las aventuras que las mujeres de la tormenta vivieron y continúan viviendo ilustrándonos el papel femenino que en la sociedad de Veracruz, se ha desarrollado. Vemos pues, en cierto pasaje de la novela: “Le llenaba de orgullo que existieran mujeres que se enfrentaban a los corruptos y exigían sus derechos y los de todas […]”.[4] ¿Quiénes sino las mujeres se asumen así mismas como tales, cómo seres esencialmente femeninos y libres? La maravilla de leer las distintas formas en que cada mujer (personaje en el libro) lo hace es un deleite en la novela.

Un clavado hacía un territorio de forma profunda, recopilando mitos, historias y vivencias de sujetos del pasado, acontecimientos presentes, mezcolanza de sentimientos, entredichos y decisiones, es lo que el lector podrá, entre lo que cada quién descubra, encontrar en el libro. Recomendable para todo público, con un lenguaje accesible y enriquecido con palabras que se remontan al siglo XVI así como tradiciones, canciones populares, descripciones regionales, ritos mágicos etc. es una manera de encontrarse con espacios y tiempos distintos, no por eso distantes ni ausentes.

JAGordilloL.











[1] En el siguiente video la autora menciona su experiencia sobre este trabajo: véase en http://www.youtube.com/watch?v=2nftwd9tdPI (citado el 23/12/2013).
[2] Celia del Palacio, Las Mujeres de la Tormenta (México: Suma de Letras, 2013), 192.
[3] Celia del Palacio, Las Mujeres, 192.
[4] [4] Celia del Palacio, Las Mujeres, 195.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El papel del historiador ante el dispositivo psi ( de la salud mental).



04-12-2013

El papel del historiador ante el dispositivo “psi”( de la salud mental) .

“[…] cada uno de los términos tiene un valor que depende, no de las propiedades de la cosa en sí (el significante que no existe fuera del lenguaje), sino su relación con los otros elementos del mismo sistema[…]”.[1]

Introducción.
Como respuesta al lanzamiento del DSM-5, documento que salió el presente año, el psicoanalista argentino, Néstor A. Braunstein, publicó su más reciente libro llamado “Clasificar en Psiquiatría”. En su obra realiza una minuciosa revisión sobre la psiquiatría y sus postulados haciendo una crítica a las nuevas posturas oficiales de este oficio.
Hago mención de esta publicación del libro para continuar ahora con una breve anécdota personal que sirvió, como punto de fuga, para una reflexión sobre la psiquiatría y la Historia. El pasado fin de semana vi la famosa película titulada “One Flew Over the Cuckoo`s Nest” o en español: “Atrapado sin Salida” (1975).[2] En el transcurso del film no dejaba de atar cabos con el libro mencionado dando como resultado mi interés por el papel del historiador en ambas obras. Me llama demasiado la atención con la facilidad y cotidianidad con que afirmamos expresiones como: “es un enfermo mental, hay que estar “sano”, necesitas ayuda ve a un psi…Es un problema “mental”, necesito calmantes, etc. Prestando atención a estas platicas, sumado a mi interés por el film y el libro pude observar un síntoma: la afirmación y creencia de discursos ignorados.  El presente texto es un primer acercamiento sobre las múltiples y continuas reflexiones que surgen en la Historia para el diálogo con diversas disciplinas.

El dispositivo “psi”.[3]

Es necesario, para continuar con esta reflexión, exponer lo que Braunstein entiende por el “dispositivo psi”. Este concepto nos servirá como punto de partida para establecer el diálogo.

“[…] “dispositivo psi” que reúne todo aquello que se reconoce por la partícula silábica mencionada: psiquiatría, psicología, psicofarmacología, psicopatología, […] y otras denominaciones que suponen salud y enfermedad mental, clasificación de los trastornos, personalidad y sus disorders, etc. […] integra elementos discursivos y no discursivos, reglamentos, instituciones, manuales de clasificación –agreguemos-, edificios, libros y cursos de especialización, aparatos de difusión, ideología […].”[4]

Braunstein explica de una forma digerible el concepto del dispositivo “psi”. A lo largo de su libro desarrollará el emplazamiento de el DSM-5 en este término y los efectos que éste ha tenido, tiene y probablemente tendrá.

La Historia e historiador y la relación con el dispositivo psi.

A lo largo del tiempo, como nos hemos relacionado con él[5], la Historia ha sido participe de las diversas legitimaciones de pueblos, leyes, etc. Por consiguiente quienes la han escrito también.
El oficio conocido como: historiador, es reciente. El entendimiento de cómo ejerce su labor ha sido objeto de diversas escuelas, corrientes, etc, sin embargo, arriesgaré[6] una definición para poder abordar el texto.
Historia: Disciplina que estudia los acontecimientos[7] y ausencias a través del  espacio y el tiempo.
Historiador: Sujeto que con conocimiento de las múltiples epistemologías que ha tenido la palabra Historia, trabaja con textos, signos, arte, arquitectura, grafías[8], sujetos, etc. A partir del encuentro con el Otro es como, el historiador, responderá a explicar ininterrumpidamente la relación entre hombres, tiempo y espacio para la comprensión del presente que esté en acto.

¿Cómo se relaciona el oficio del historiador con el dispositivo psi?
Las clasificaciones que se han hecho de las enfermedades mentales fueron escritas por científicos respondiendo a las “anomalías” que el cuerpo humano requería en cada época. Los “especialistas” han sido parte de un Estado o colectivo de personas que, a través de códigos morales y quien los ejerce, cohabitan para un fin. Es sabido, a través de estudios historiográficos de la actualidad que la legitimación de las naciones, etc. han sido escritos en forma de documentos. Antes del siglo XX eran los políticos  quienes escribían los sucesos importantes para su epistemología. Son los postulados decimonónicos que siguen rigiendo, en la práctica e ideología, la noción de la Historia en las instituciones de formación primaria de ciudadanos. Esta fe a la cientificidad de las disciplinas ha ido tejiendo el soporte entre sí para darse credibilidad entre todas. Así es como la Historia, con su concepción del siglo XIX se liga al dispositivo psi. Al haber una idea de Estado es necesario establecer sus componentes y las diversas estructuras necesarias para que éste se sustente. Uno de estos pilares es la “salud”. [9] Los escritores que han forjado estos Estados y los han hecho valer como tales, son los que han redactado la historia de estos. El historiador actual, con las herramientas que diversas escuelas han ofrecido, tiene el conocimiento de esta escritura que legitima. ¿Cómo reaccionar ante esta serie de legitimaciones que, aseguran, la existencia de una salud y una enfermedad mental?
El historiador tiene que tener la suficiente capacidad para relacionarse con los signos que el tiempo y otros sujetos han dejado para comprenderse a sí mismo y el alcance que estos, los signos, han alcanzado. En este caso, el del dispositivo psi podemos observar que han sido a través de la veracidad de la ciencia que sus componentes siguen operando. Y no solamente operan en la “sanidad”, también operan en la prevención de ésta creando una necesidad que será claramente correspondida por el dispositivo psi.

“[…] el crimen debe ser prevenido y que la función judicial debe pasar del aparato jurídico-policial al dispositivo psi siendo sus funcionarios los primeros sospechosos y los culpables cuando omitieron el diagnóstico correcto del sujeto peligroso y la aplicación de los tratamientos corporales indicados por el Estado y por la propaganda de los laboratorios en una sórdida complicidad con la industria de las armas, de los videojuegos, de la incitación cotidiana a la violencia y a la idealización mediática de la guerra y sus héroes […].”[10]

Pongamos nuestra atención en las ultimas 4 palabras: “guerra y sus héroes”. ¿No es la Historia de bronce (impartida en la educación básica en México) la que se ha encargado de enfatizar ambos conceptos, guerra y héroe para dar sustento a una nación? Es por lo tanto la aportación de la Historia al dispositivo psi. El historiador también responde en el momento en que ignora su participación en dicho dispositivo y en las practicas deshumanizantes que éste efectúa. El oficio de la Historia tiene la ventaja de poder observarse a sí misma y a otras disciplinas, ciencias y oficios en cuanto a sí mismas y en relación a otras, incluyendo la Historia.
¿Qué hace el historiador en el momento en qué el DMS-5 actúa o los agentes psi se manifiestan en los seres humanos?, ¿dónde está en ese momento?, ¿qué opina?, ¿puede llamarse historiador a quién no responde a este tipo de aconteceres del pasado, el presente y el futuro?
Dar cuenta de ello tal vez sea la verdadera aportación de este texto.

“El telón de fondo del dispositivo psi es la economía política que encuadra a la “medicina de almas” y a la manera que se ha ejercido en cada momento de la historia distribuyendo las jurisdicciones y funciones de los diferentes “dispositivos” “. [11]

Hacer manifiestas diversas lecturas sobre cómo, a través de la historia, el dispositivo psi se ha manifestado y como se ha conformado con agentes pasivos y activos, podría ser la invitación que la película y la obra de Braunstein hagan a los historiadores.

El historiador debe de ser consciente del alcance que han tenido quienes escribían la Historia antes que él y acudir a los síntomas que estas inscripciones han dado como resultado, mostrar sus inconsistencias y ausencias para brindar nuevas lecturas y posibilidades al hombre de conocimiento sobre como está constituido. 
Las limitaciones que surgen por diversos márgenes que permiten el “control” del conocimiento en un momento han demostrado que, en su propiedad de margen, hay una exclusión por lo no integrado por el margen. El historiador  deberá manifestar estas ausencias como posibles caminos por recorrer que, de la misma manera que los caminos descubiertos, dirigen al hombre para la liberación de sí mismo.





[1] Néstor A. Braunstein, Clasificar en Psiquiatría (México: Siglo XXI, 2013), 81.
[2] El trama de este film sitúa la estadía de un sujeto en un hospital psiquiátrico, 
[3] Braunstein menciona en su libro, la utilización de la definición del concepto utilizado por Michel Foucault. Esta definición se puede encontrar en la anterior entrada de este blog.
[4] Braunstein, Clasificar, 47.
[5] El tiempo concebido como lineal.
[6] A lo largo de mis reflexiones he ido moldeando la definición de Historia. Sería limitado utilizar una sola definición ya que cada caso requiere una forma distinta de abordar y entender a la Historia, de lo contrario, al postular una única definición y entendimiento sería condenar al termino.
[7] Acontecimiento: todo sujeto y suceso que se pueda significar.
[8] Por grafías entiendo: actividad del hombre que consiste desde hacer surcos en la tierra hasta inscribir códigos binarios.
[9] Michel Foucault ya ha hecho una arqueología extensa, minuciosa y profunda sobre como este termino ha sido entendido a través del tiempo.
[10] Braunstein, Clasificar, 61.
[11] Braunstein, Clasificar, 121.

domingo, 1 de diciembre de 2013

El dispositivo de Foucault en la Historia.





El dispositivo en la historia.

W domu / en casa

la historia
es una telaraña
que se trama invisible

cuerpo que carga
con una
o dos preguntas
durante toda la vida

y va tejiendo
en la interrogación
la casa.

Ana Wajszczuk.

Introducción.

La manera de relacionarnos con nosotros mismos, con el Otro, con el objeto, con la cosa, con el arte, etc. ha estado normado– no por eso imposibilitado a un cambio y reflexión- por códigos y leyes que, en su promesa, son ejercidas para el bien común de una sociedad. Siendo estos elementos regulados por “autoridades especialistas” en el tema, la sociedad “pasiva” ( no “autoridad especialista”) debe acatar los dictámenes que se acuerden, sean estos correspondientes al principio de bien común o no, para no ser excluido del entorno social al que pertenece evitando la expulsión de la comunidad con la que se reconoce y lo reconocen como un sujeto. “Quien controla el saber controla el hacer y quien goza de la propiedad de los aparatos que permiten computar y calcular controla el actuar. Quien controla los archivos controla la memoria, la forma en que el sujeto recuerda su pasado y percibe su presente. El de todos y el de todo”.[1]
Este texto responderá desde la Historia al contexto presente que, como mencioné anteriormente, mantienen al hombre vigilado y dis-puesto a través de un conjunto de discursos, mecanismos, objetos, etc. Michel Foucault a lo largo de su obra denominó a este conjunto de mecanismos de control con el nombre de “dispositivo”, utilizando este concepto, daremos cuenta de cómo, el dispositivo ha influido en la Historia y nuestra concepción de ella  así como el papel del historiador ante esta realidad. 

El dispositivo de Foucault.

¿Qué entiende Foucault por dispositivo?

“Intento ubicar bajo esta denominación a un conjunto definitivamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, configuraciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales filantrópicas. En resumen: cosas dichas como no dichas; éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos”.[2]

El dispositivo responde al poder ejercido a través del tiempo. Una vez constituido el dispositivo, será una estructura en movimiento perpetuo nutrida de un atento análisis, por parte de quienes “creen”[3] manejarlo, que se notara reflejado en los diversos ajustes que el dispositivo requiera, empleando a los componentes de éste para continuar operando. El ejercicio de poder emplaza al hombre y este  responde, de manera teórica y practica a sus dis-posiciones, volviéndonos sugerentemente, siervos de  la red máxima.

La Historia en el dispositivo.

A partir de giro epistemológico sobre la historiografía en la década de los setentas, se ha postulado en instituciones académicas; la manera en que la escritura de la historia se ha ido manifestando en diversos espacios y tiempos, respondiendo a una pulsión de archivar las legitimizaciones, acontecimientos, sujetos, sucesos, etc. La historiografía es una herramienta para comprender y vislumbrar la participación de la escritura y la recepción de la historia en el  dispositivo. Sin limitarse a lo anterior, la historiografía ofrece una reflexión sobre el papel de quien escribe, reflexiona, recibe, etc. la historia. Es, a partir de una lectura atenta (sintomal) por la cual, el historiador actual podrá darse cuenta de que forma su oficio responde al dispositivo haciendo una pausa en la producción de textos, teorías y opiniones para establecer una estrategia para dislocar la concepción de la historia hasta ahora, convirtiéndose, el historiador, en un agente tanto activo para la liberación del dispositivo así como la interacción consciente de la participación intrínseca que hay en él.  Kracauer, en su crítica a la historia universal: narrativa condescendiente con el dispositivo por excelencia nos dice: “Tal vez el dispositivo más conspicuo para ponerlo en orden consista en la adaptación al medio histórico de alguna de las muchas grandes ideas filosóficas que pretenden cubrir y explicar el completo proceso histórico”. [4]

Antes de continuar con el análisis, mencioné al final del párrafo anterior “historia universal”, sin embargo ¿qué se esta entendiendo por (H)historia en este texto? Definir a una disciplina es un acto complejo, se debe entender que la definición no será total, ni totalitaria, ya Derrida se ocupó de establecer las inconsistencias de este tipo de afirmaciones, sin embargo, una definición es necesaria para delimitar el corpus desde donde se abordará cualquier tema. Siendo consciente de este postulado del filósofo argelino, la definición de la Historia como disciplina  es la siguiente: Disciplina que a través de los archivos y el contacto con el Otro, se ocupa de las ausencias discursivas de orden temporal y espacial en el presente, develando diversas interpretaciones que, respondiendo a las ausencias inherentes a la clasificación propia del oficio, se relacionan entre sí para reconocer al suceso y al sujeto.
Veremos de qué forma, algunos historiadores: escritores que, con archivos formulan visiones del pasado respondiendo a una necesidad ya sea esta de develación o de manipulación, escriben textos históricos sabiendo su participación en el dispositivo o no. Tomaré a algunos de los autores mexicanos y sus textos para ofrecer una lectura sobre su trabajo.

Enrique Krauze, historiador doctorado por el Colegio de México, director de la revista cultural llamada “Letras Libres”, publicó una trilogía de libros cuyo objetivo principal es, a partir de un estudio hermenéutico, brindar un conocimiento de cierta historia “mexicana”. La gran aportación del historiador mexicano es su extensa divulgación ¡más de 100,000 ejemplares vendidos! Veremos pues, la forma en que los libros de Krauze responden al dispositivo de Foucault y cómo se resiste a él:

“De hecho, el libro propone un modelo hermenéutico, una especie de sistema político solar donde los diversos protagonistas colectivos (poder legislativo y judicial, burócratas, gobernantes, ejército, caciques, grupos corporativizados de obreros de obreros y campesinos, prensa, empresarios, Iglesia, universidad, intelectuales, partidos de oposición, etcétera) giran alrededor del sol presidencial-priísta con diversos grados de subordinación. Cuando esos cuerpos aparecen en la narración, ésta aporta sus antecedentes históricos para situar, con la necesaria perspectiva, su papel y funcionamiento dentro del sistema”. [5]

 “La disposición en “serie” de las actividades sucesivas permite que el poder haga toda una fiscalización de la duración: posibilidad de un control detallado y de una intervención puntual ( de diferenciación, de corrección, de depuración, de eliminación) en cada momento del tiempo; posibilidad de caracterizar y, por lo tanto, de utilizar a los individuos según el nivel que tienen las series que recorren; posibilidad de acumular el tiempo y la actividad, de volver a encontrarlos, totalizados, y utilizables en un resultado último, que es la capacidad final de un individuo”.[6]

Krauze responde al pensamiento de Foucault en sus grafismos al hablar de un organismo político de control en México llamado: “El PRI”. No importa el partido, podría ser el PAN, el PRD, etc. Krauze responde a las exigencias de un organismo político al criticarlo y, sin mencionarlo abiertamente, apegándose a otra inclinación política. Sin embargo, con una lectura atenta del texto, existe la arbitrariedad a lo largo de la narración. “[…] una república simulada en la que los presidentes han actuado como monarcas absolutos”.[7] Otra observación es la importancia que le da el historiador a los presidentes o gente del poder, sujetos que desde cierta lectura, se les atribuyen sucesos o decisiones que afectaron al país[8]. ¿No las decisiones de cualquier individuo afectan políticamente? El texto al final, propone una re-lectura sobre como, a partir de las exigencias del dispositivo se puede infiltrar una resistencia de igual importancia para reconocer a las ausencias excluidas de la impresión del libro.

Carlos Pereyra, en el libro ¿Historia, para qué? en el que colabora con diversos autores reconocidos entre el medio académico nacional, tiene un ensayo con el mismo titulo del libro en el que expone, de manera precisa, los alcances que tiene la Historia como parte del dispositivo. El libro, al no responder a las exigencias de una divulgación ( ventas) de hechos meramente históricos como los libros de Krauze, no tiene la misma fuerza de divulgación, siendo el texto principalmente dirigido para historiadores o gente relacionado con el tema, así como aficionados.
Sin ser un libro que se distinga por una monografía extensa, su contenido es re-flexivo sobre posturas en la Historia. ¿Una adaptación del dispositivo ante los libros que buscan abrir la discusión, sobre los mecanismos del poder ejercidos a través de los componentes del dispositivo? El mismo Carlos Pereyra repode con el siguiente enunciado: “El Estado, por ejemplo, dispone de numerosos canales mediante los cuales impone una versión del movimiento social idónea para la preservación del poder político”. [9]                                                                          

Otro ejemplo del mismo libro, pero de distinto autor, ahora Luis González, nos ofrecerá en su ensayo titulado “La múltiple utilización de la historia” su postura ante la Historia como herramienta que esta dis-puesta al control del hombre. González postula (hablando sobre una clasificación de la Historia): “La anticuaria no es siempre placentera; la crítica está lejos de poder destruir toda tradición injusta; la didáctica es mucho menos aleccionadora de lo que dicen los pedagogos, y la científica, por lo que parece, no va a ser la lámpara de mano que nos permita caminar en la noche del futuro sin mayores tropiezos”.[10] Analicemos el texto de González. A partir del titulo de su ensayo se encuentra una anomalía “múltiple utilización de la historia” ¿La historia es una herramienta de la que el hombre dis-pone? ¿No es más bien la historia, escrita por el hombre, ahora por las máquinas también, quien dis-pone al hombre mismo como un servomecanismo[11]? ¿Existe la posibilidad de que la Historia sea un dispositivo en sí misma? La Historia no puede ser utilizada, se resiste a la utilización del hombre, se ha visto en caídas de discursos, ideologías, el hombre no la puede si quiera contener y es a través del uso técnico que nuestra raza ha encontrado el almacenamiento máximo: la Internet. Es la Internet, en todo caso,  quién dis-pone al hombre la información al ser una especie de atmósfera a quien debemos acudir para obtener la información requerida, estamos dis-puestos a la condición de esta atmósfera así como a la múltiple utilización de los archivos que nos otorgue.
El dispositivo aparece como un regulador que responde a los archivos por los cuales nos acercamos al entendimiento del presente y del pasado ¡ y ni siquiera es regulado ya por seres humanos! sino por máquinas con su propio lenguaje (binario) y a veces llega ser  ilegible para el ojo humano como lo son los códigos de barras. La técnica como vigilante y controladora de los archivos ¿a quién se reclama entonces? ¿cómo parar esto? Preguntas que en un futuro serán desarrolladas, no en este texto.

José Antonio Crespo, doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana, realizó un libro que se titula “Contra la historia oficial” cuyo objetivo principal es el demostrar, a través de una consulta bien documentada, otras lecturas sobre pasajes de la historia de México siendo estas un ejemplo sobre el dispositivo ha influido a la enseñanza de esta única visión de la historia del país respondiendo a necesidades discursivas pertenecientes al dispositivo. A lo largo del libro, Crespo desarrolla como la Historia oficial impartida por el Estado democrático se contradice a sí misma a través de la historia de bronce y la continua y latente violencia impartida en el discurso. El historiador propone ciertos puntos en los cuales se puede accionar esta orientación hacia una enseñanza coherente que responda a los principios democráticos. “Desde una óptica democrática, habría que destacar sus posibles abusos, sus crímenes o robos, si los cometieron, lo que puede poner en entredicho su heroísmo, pero los estudiantes tendrán más elementos para entender las complejidades y tentaciones del poder, aun e quienes sirven en algún momento al país”. [12] El aporte de José Antonio Crespo es grato en cuanto a una reflexión ejemplificada con monografía de episodios del pasado re-construidos con fuentes discriminadas en la versión oficial. Igualmente, las iniciativas alternativas de reflexión en la enseñanza de la historia. Sin embargo, Crespo responde a una necesidad discursiva de un modelo político: la democracia. Es de esta forma como el historiador y el producto de su oficio  es emplazado en el dispositivo. En palabras de Foucault: “Se tiende a sustituir, o al menos a agregar, a las marcas que traducían estatus, privilegios de pertenencias a un cuerpo social homogéneo, pero que tienen en sí mismos un papel de clasificación, de jerarquización y de distribución de rangos”.[13] No por esto está condenando, enfatizando la importancia de la lectura sintomal , es aplicándola como se puede develar sus  limites y alcances.

Papel del historiador ante la participación de la Historia en el dispositivo.

En el apartado anterior ejemplifiqué la participación de algunas obras de diversos historiadores contemporáneos en el dispositivo. Esta parte del texto brindará una re-flexión sobre como el historiador – con el conocimiento y conciencia de la inherente[14] participación de la historia en el dispositivo-  puede segmentarlo en sus propios términos para alcanzar el reconocimiento al Otro, al suceso, al sujeto y a sí mismo como una revelación en una serie infinita de acontecimientos[15].

La escritura responde a la técnica y al dispositivo, por consiguiente la fabricación, reproducción, publicación de textos históricos son inherentes, desde el proceso creativo, al dispositivo.  ¿Cómo actuar ante tal condena? No con una oposición similar, ya que ésta podría desarrollarse como un dispositivo y el ejercicio será un fracaso. Propongo establecer los límites de la investigación histórica que se presente en  un texto, así como atender individualmente – entendiendo al Otro como tal y el paralelo que hay entre ambos, Otro y Otro -  al sujeto y al suceso, propiciando una transferencia[16] entre ambos. Esta propuesta es, necesariamente, problemática utilizando términos científicos así como universales. Es también una invitación a un trabajo de ampliación de afirmaciones hechas o propuestas por las “autoridades de la Historia” para la comprensión subjetiva de cada historiador sobre lo ausente, sobre lo Otro. Kracauer lo enuncia así: “Requiere de los historiadores que reconozcan la posible multiplicidad de verdades que romperán con el objetivismo y, al mismo tiempo, que estén al tanto de sus limitaciones en términos de lo absoluto y su poder controlador dispositivo […]”.[17]

Al ser una estrategia – no un método- del abordaje histórico como posibilidad de entendimiento no autorizado por el gremio científico, es posible que sea marginado. ¿Cómo enfrentarse con esta estrategia en las instituciones (parte del dispositivo) académicas en las que se imparte la Historia ? Por ahora me corresponde responder como estudiante de la licenciatura en tal disciplina. Partiendo de este momento, es a través del lenguaje, como se puede ejercer esta estrategia. ¿Cómo? Siendo un estudiante activo y atento, formular preguntas no hechas en las afirmaciones de los docentes así como en el material de trabajo encontrando la relación que haya con el dispositivo para poder dislocarlo-no destruirlo- usando la estructura del dispositivo. Porque recordemos, que el dispositivo responde al poder, al control, a la clasificación, a la homogenización de individuos a través de mecanismos, que incluso hoy en día, producen una suerte de goce al acatarlos. 
¿Y en la práctica? El archivo se ha dicho, hasta ahora, que es la materia prima del historiador para ejercer su oficio, sin embargo, el limitarse a grafismos no corresponde al oficio mismo, el encuentro presencial con los aconteceres del momento es necesario, de esta forma, el archivo podrá ser tratado no como objeto, como lo sugeriría la ciencia y el dispositivo, sino como un ente con ausencias y presencias  que además es parte de nosotros. Moldear el archivo para con el lenguaje manifestar la subjetividad del acontecer.  Retomando a Kracauer y en relación con el poema que abre el texto(y a la descripción hecha por Foucault del dispositivo):[18] “[…] la historia no es en absoluto un proceso, sino una mezcolanza de cambios caleidoscopios, como nubes que se reúnen y dispersan en forma azarosa[19]”. [20]

JAGordilloL.








[1] Néstor A. Braunstein, EL inconsciente, la técnica y el discurso capitalista (México: Siglo XXI, 2012),24.
[2] Michel Foucault, Orinicar? (10), París, Navarin, 1977, p. 65
[3] Es creencia en cuanto a una suposición: que el hombre sigue controlando. Heidegger y Braunstein hacen un análisis sobre quién es controlador, llegando a la conclusión –no definitoria- sobre la participación esencial de la técnica en este proceso.
[4] Siegfried Kracauer, Historia. Las últimas cosas antes de las últimas, trad. Guadalupe Marando y Agustín D`Ambrosio (Buenos Aires: Las Cuarenta, 2010), 199.
[5] Enrique Krauze, La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-1996) (México: Tusquets, 2009), 14.
[6] Michel Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, trad. Aurelio Garzón del Camino (México: Siglo XXI, 2013), 186..
[7] Enrique Krauze, La presidencia imperial. 504.
[8] En Kracauer este tipo de Historia se le denomina: “Universal”.
[9] Carlos Pereyra, Luis Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnoldo Córdova, Carlos Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Adolfo Gilly, Guillermo Bonfil Batalla,  ¿Historia para, qué? (México: Siglo XXI, 2010),24.
[10] Carlos Pereyra, Luis Villoro, Luis González, José Joaquín Blanco, Enrique Florescano, Arnoldo Córdova, Carlos Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Adolfo Gilly, Guillermo Bonfil Batalla,  ¿Historia, para qué? (México: Siglo XXI, 2010),71.
[11] El concepto de servomecanismo lo tomo de Néstor A. Braunstein. En su reciente libro “La técnica, el inconsciente y el discurso capitalista” (México: Siglo XXI, 2012). Por servomecanismo se entiende: objetos tecnológicos, anzuelos del goce partes del dispositivo.
[12] José Antonio Crespo, Contra la historia oficial. Episodios de la vida nacional: desde la Conquista hasta la Revolución (México: De Bolsillo, 2011), 296.
[13] Michel Foucault, Vigilar y Castigar. 215.
[14] Kracauer en el libro citado en este ensayo hace una crítica a la historia general afirmando que esta debe de refugiarse en dispositivos de manipulación (pág 198). Sin embargo, la historia al manifestarse en lenguaje, queda inscrita y refugiada en el dispositivo. Lo que se puede hacer es dislocar esta pieza del dispositivo en sus propios términos.
[15] Al mencionar al acontecimiento me refiero a todo acontecer en un espacio y tiempo, que por ser participe de esta bi-relación, contiene en sí mismo una carga debeladora que si se es consiente de ello, se reconoce como tal.
[16] Por transferencia entiéndase en este texto como el momento y espacio donde los fantasmas actúan siendo estos encuentros, irreductibles al calculo y clasificación.
[17] Siegfried Kracauer, Historia.241. Cursivas mías.
[18] Nótese la similitud de la enunciación de Kracauer con la definición de Foucault en el dispositivo. Mezcolanza de cambios caleidoscópicos/ red. ¿Podrá ser que la historia sea un dispositivo y no una pieza más para la definición de Michel Foucault?
[19] Tacho el termino debido a mi discrepancia con éste. Sería una irresponsabilidad dejar al “azar” las decisiones de los hombres, somos nosotros quienes con reflexiones racionales actuamos ante la vida.
[20] Siegfried Kracauer, Historia.192.