“La ley es positiva, está puede alegar
ignorarla y todos deben ajustarse a sus dictámenes. La norma, en cambio, es
vaga, se resiste a ser conocida y es recalcitrante a la representación
consciente; no está dicha ni escrita; es ubicua, es inminente a las prácticas
en las que se actualiza. Su fuerza depende de su oscura invisibilidad y su
omnipresencia.”[1]
A
partir de la creación del “Estado” como concepto y directriz política para
ejercer el poder un territorio limitado en occidente, se fortalecieron los códigos jurídicos, cuya
principal función fue y continua siendo el control de los “ciudadanos” para los
fines propios del discurso que el Estado proporciona. La hipótesis central del
ensayo será el analizar a partir de El Extranjero[2] ,
obra narrativa de Albert Camus y La Sabiduría del Amor de Finkielkraut [3] analizar el ocultamiento del ser en el humano que surge a través de ejercer las
leyes en occidente. Haciendo una lectura sintomal/atenta de esta práctica,
observando sus inconsistencias.
En
el capitulo cuarto de la segunda parte del libro “El Extranjero” encontramos al personaje principal,
Meursault, presente en un juicio en cual se delibera su sentencia por parte del
procurador y el abogado ejerciendo así la ¿justicia? y el derecho para poder
resolver el asesinato cometido por el protagonista. Mientras el procurador y el
abogado discuten, Meursault interviene, con lo que su abogado responde: “Cállese, conviene más para la defensa”[4]. Esta orden decretada por el abogado niega
de forma rotunda la participación del acusado, siendo únicamente la voz de los
interlocutores activos valida para decidir la sentencia. ¿Qué tenemos ahora?
¡El aniquilamiento evidente de la escucha del individuo en su propio juicio! La institución jurídica propicia que
el hombre deje de serlo para convertirse en un objeto el cual por medio de
imposiciones sociales dictadas por un discurso, haga, deshaga, hable o guarde
silencio a partir de su deber ser en el mecanismo social (económico). Quien
debe hablar es el facultado por instituciones “especialistas” en el tema, en
este caso, el derecho. La institución que tiene su base en promesa al bien
común no hace más que des-individualizar al sujeto dejándolo como algo que hay
que clasificar, acomodar, controlar, vigilar, castigar, para fines que el
sujeto ignora.
¿Qué
pasa con la palabra del sujeto? Es silenciada por diversos agentes (discursos,
sujetos, normas, leyes, posturas, dictámenes, etc.) pertenecientes a la
formación de una identidad llamada nación. La palabra, expresión del lenguaje a
través de la articulación de signos que sirve para comunicar, develar al
sujeto en un tiempo y espacio queda reducida al silencio. Siendo la palabra, el puente para relacionase con el Otro, el
inconsciente material, la manifestación subjetiva [5] de
una persona, nos enfrentamos a un problema jurídico-humano. ¿Se puede
clasificar, acusar, encerrar, medicar, juzgar, la subjetividad de una persona?
No. Sin embargo es posible hacer creer que sí a través de la creación de
discursos que, aseguran, a partir de pertenecer a ellos lograr un progreso,
formar una identidad, si es que se siguen ciertas normas.
“La providencia hace del hombre un
juguete, lo ata a Dios, le quita la propiedad de sus acciones al inscribirlas
en un plan general”[6]
Se
presenta la ausencia de identidad, de pertenencia.
“¿Habrá un cimiento sólido para el ser
en el “Tengo…”, en el “Yo manejo…”, en el “Puedo, gracias a mis muletas
tecnológicas…”, en el “Me parezco a…”, en el “Estoy en el roster de los…”, en
afirmar: “Soy discípulo de…, un creyente en…,un miembro de…, un consumidor
de…”? Esas y muchas más son las respuestas que ofrece el discurso de los
merados al sujeto huérfano de Padre”[7]
Así
es como se vuelve insostenible el discurso de identidad hacia algo, alguien.
Insostenible pero rentable y posible. Retomando a Camus, en su novela ¿qué hace
Meursault si no romper estos paradigmas discursivos de origen, relaciones
carnales/pasionales/de pareja, vida/muerte, etc.? Mersault es un sujeto inmerso ante una
realidad a la cual la única manera que tiene él de sustraerse es el preguntar o
dialogar para sí mismo. Estos constantes diálogos son presentes durante la
narración. Es esta acción, el cuestionarse, el encontrarse en medio de
decretos, afirmaciones, etc. que da pie a que el protagonista se de cuenta del
absurdo de lo que regular su realidad. ¿A través que llega estos
cuestionamientos y diálogos internos? Por, en y a través del lenguaje. En tanto
el lenguaje es la máxima limitación entre los hombres para nuestra liberación o
en términos de Finkielkraut – ver el rostro del Otro- es de la misma manera, el canal y medio en el
cual el hombre puede reconocerse como tal. ¿De qué forma se revela esta
relación con el lenguaje y cómo las leyes pueden dis-poner revelación u
ocultamiento?
“Eso que “sobra”, irreductible al
cálculo, el inconsciente, permite que se fabriquen los sueños, que se pongan en
acción los procedimientos poéticos, que se pinten los cuadros y se compongan
las obras musicales así como el goce que brota en el espectador , en el
soñante, en quien asiste a lo incalculable de los encuentros sorpresivos de las
palabras y de los cuerpos”[8]
Ante
la propuesta de Braunstein complementaría que en la poesía escrita es donde el
lenguaje impreso en códices legibles al
ojo son arrojados para la liberación del hombre ya que es en la poesía donde,
las “incoherencias”, lo “Imposible”, no solamente se puede decir y leer,
también se transmite el sentimiento y se vive en el momento. La lógica y la
razón de ven destruidos por sus propios grafismos, una especie de
deconstrucción derridiana a través de la poesía.
Finkielkraut
menciona: “Para tener la revelación del
otro, hay que perder la iniciativa propia”[9]. Abandonarse ante el Otro es reconocerse
como un ser que esta siendo en tiempo y espacio. Ese Otro deja de ser el
abogado, el procurador, el migrante, asesino, violador, etc. Para convertirse
en un llamado al semejante en función a nuestra subjetividad.
La
ley al tener las características ya mencionadas es potencia de encuentro ante
el sujeto y por consiguiente al Otro. ¿De qué manera? Los limites de opresión
se revelan con la angustia. Heidegger lo propone en su introducción a la
metafísica: el momento limite en el cual el hombre se encuentra lejos de lo
ente o reconocido entre discursos, etc. Es justamente ese momento sin dimensión
en el que el ser se revela en su totalidad.
El ser silenciado ante decretos absurdos conlleva al sentimiento de
impotencia y angustia ante la propia
negación de un ser. Es solamente de esta manera en la cual la ley, la norma
puede develar a la nada. Pero ¿es necesario llegar a ese limite? ¿a partir de
esta angustia causada por los decretos de identidad y pertenencia es la única
forma de revelación? ¿El nacer como individuo sujeto a un futuro
desindividualizante es la condición del hombre de occidente para librarse de lo
que hasta ahora la relación hombre-lenguaje /(¿técnica?) nos mantiene cegados?
“Para que todo sea consumado, para que
me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con
gritos de odio”[10]
La
expresión del entendimiento del ser de Meursault por sí mismo en una realidad
opresiva con la única certeza de que la muerte, ese lugar desconocido era de
alguna forma, un alivio. Incomprendido, extranjero, juzgado, Meursault se
abandona para sí y para una trascendencia que lo recibiría con gritos de odio.
¿Y
el papel ético del abogado? :
“Es responsabilidad del tratante [...]el
colocarse de su lado, el ver las cosas desde su interior y no desde el exterior
de las demandas de la cultura, de la familia, del sistema político, del manual
de diagnósticos psiquiátricos, del conjunto de “normas” que corresponden a la
vida de esa abstracción que es el “hombre promedio” o “normal”. La locura es la
imposibilidad o el rechazo a vivir en el mundo de los otros y es también el
clamor por ser escuchado y entendido desde un lugar de singularidad. Es en ese
camino de escuchar y no de rechazar o de normalizar donde” [11] el derecho no
estandariza y el hombre pueda encontrarse.
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