05-11-2012
Día
de Muertos en la Casa del Migrante, Saltillo-Coahuila.
“El Día de Muertos es una celebración que honra
a los difuntos el 2 de noviembre, aunque comienza desde el 1 de noviembre y
coincide con las celebraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos y Todos
los Santos. Es una festividad mexicana y centroamericana que se celebra también
en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población
latina, e incluso en Brasil, donde se le conoce como Dia dos Finados. (http://www.conaculta.gob.mx/sala_prensa_detalle.php?id=16783).”
En Saltillo las
costumbres del primero y segundo de noviembre se celebra distinto al centro del
país. En Puebla, por ejemplo, se observan ofrendas en la mayoría de los
hogares, en oficinas, sitios públicos y cementerios. En la capital coahuilense
se logran ver algunas ofrendas, sin embrago, predominan los puestos de
disfraces y pinturas para festejar Halloween.
Es importante señalar que este par de días festivos continúan
celebrándose a pesar de los cientos de años que tiene de origen. El presente al
cual pertenecemos ha tenido por tarea en su mayoría de las veces acabar,
destruir, olvidar (peor condena no existe), nuestros orígenes a través de
distintos distractores, alteraciones. Sin embargo hay costumbres que aún están
presentes pese a todo el tormento que rodea nuestro entorno. Pero tampoco todo
es oscuro y cruel, esta tradición ha logrado escapar de la prisión
institucional, se sigue celebrando y honrando, los muertos cobran vida por lo
menos dos días.
Día de Muertos en Belén
Posada del Migrante.
El asesinato de José
David y Delmer Alexander fue el precedente, el inicio de lo que hoy es Posada
Belén. Hace diez años se encontraron sus cuerpos cerca de las vías del tren a
partir del suceso distintas personas indignadas por la muerte de dos seres
humanos, recurrieron a distintas organizaciones dando luz a lo que ahora es el
albergue.
El dos de noviembre se
avecina y Pedro Pantoja, la madre Lupita y todo el equipo de la casa se prepara
para celebrar la misa que conmemora el fallecimiento de José y Delmer. Una
señora que vive cerca de donde se cometió el crimen, año con año se solidariza
con la causa invitando al albergue a compartir alimentos, pero este año debido
a su grave estado de salud, hubo algunas variaciones.
Jorge Nuñez, Karla,
Rigoberto por mencionar a los centroamericanos ayudaron a elaborar una manta en
la cual decía los nombres de los migrantes muertos en aquellos tiempos y un par
de oraciones. El escribir sus nombres es una manifestación de vida a través de
letras, cada centroamericano cobra vida en la imaginación o memoria de los
involucrados con la conmemoración de su fallecimiento.
No es un preparativo como a los que estaba
acostumbrado, ir al mercado de San Pedro Cholula por flores de cempasúchil, calaveras de azúcar,
hojas (de papel de china) con grabados de cadáveres y ofrendas, caña y pan de
muerto, preparar la ofrenda para los familiares fallecidos, colocar las
fotografías y los adornos. Este día es
una batalla contra el olvido de nuestros muertos, cobran vida en el presente a
través de las acciones que aún hacemos por ellos. Las personas no pueden morir
totalmente, la materia se transforma pero la herencia que deja cada persona es
una muestra de vitalidad, cada acción, palabra y sentimiento. Los preparativos
en Belén tienen un sentido más colectivo, conlleva a una reflexión más amplia y
profunda sobre la muerte y por consiguiente sobre la vida. No hay fotos de mi
familia (con el concepto familia me refiero a los progenitores y
consanguíneos), pero si hay una vela encendida por el hombre.
Dos de Noviembre.
Anochece al inicio del mes
y como todas las noches en Belén, se anuncia por el megáfono que es hora de
dormir. Inmediatamente los
centroamericanos forman cinco filas que conllevan a sus respectivos
dormitorios. Se anuncia el itinerario del día siguiente, la hora de partida del
albergue, y las actividades a realizar. Amanece e inician los preparativos
hasta que llega la hora de irnos. Llega el camión y los centroamericanos se
suben en él, tras llegar al destino se alistan los objetos necesarios para
iniciar la misa que conmemora a los migrantes fallecidos. La gente se acerca,
lo que era solamente pasto seco, matorrales y desolación se convierte en un
lugar de conmemoración, fe, amor fraternal, reflexión y vida. La simple
presencia del hombre puede transformar el entorno de manera radical. No
solamente Saltillo es un campo de guerra entre militares y grupos armados,
también, hay puntos de resistencia, lugares donde hay reflexión sobre el
suceder real y colectivos activos en pro del hombre.
La misa.
La misa fue celebrada por Pedro Pantoja y una población aproximada de doscientas personas la contemplaba. Cuatro migrantes sostenían la manta hecha por Jorge Nuñez mientras otros tres pintaban y rotulaban las cruces que hay. El acto de pintar las cruces y poner sus nombres en ellas representa un acompañamiento empático de la gente que ahora se encuentra en la misma situación en la que ellos se encontraban. Los centroamericanos saben los riesgos que hay al emprender el viaje, tener presente a la muerte provoca un sentimiento humano, ese sentimiento es el que acompaña durante mucho tiempo su viaje desde que es planeado: la incertidumbre. (Mientras la misa se celebra el tren pasa enfrente, se hace presente la esperanza, la fe, el riesgo y la muerte).
En la misa hay lapsos
donde se entonan cantos, más de cien voces centroamericanas acompañan la
melodía con un coro fuerte y fúnebre. Cantos melancólicos que logran penetrar
en el corazón de los oyentes me hacen presenciar el sufrimiento propio de la
muerte de los migrantes, la furia con que viajan y a la vida misma. No es
primera vez que este sentimiento se hace presente, en una ocasión acudí a la
iglesia que se encuentra en San Juan
Chamula, (Chiapas). La iglesia tiene la particularidad de no tener bancas, no
puedes tomar fotos; los ritos indígenas consisten en hincarse frente a la imagen colgada en el altar y
rodearse de velas encendidas, empiezan a cantar y a beber “posh” (aguardiente
que fabrican en destilerías caseras). Cantos sinceros de hombres marginados,
azotados por el oscurantismo, sobreviviente gracias a la creencia de la futura
salvación retumban en el eco universal estremeciendo al hombre.
Concluyendo la
celebración llega el momento del abrazo de paz. Entre voluntarios, migrantes y
gente participativa en el evento cohabitan en armonía acobijando al otro con
amor fraternal. Es una revelación de acompañamiento entre iguales a pesar de
las dificultades, diferencias, confrontaciones, historias personales y heridas,
por efímero que sea la manifestación humana es palpable.
Otro momento fue el
poner flores en las cruces. Un acto que hace presente la historia de los
migrantes asesinados, cobran vida e incluso llegan a tener impacto en los
centroamericanos que les rinden esa celebración. Cada flor puesta significa
encarar a la muerte, su muerte, nuestra muerte. El asesinato dio pie a lo que
ahora es la casa del migrante pero no solamente ese ha sido su único impacto a
posteriori, el mantener a salvo a sus paisanos, hermanos, ofrecerles un techo,
alimentos, agua, es el fruto de aquel suceso.
Al concluir la misa una
señora de la pequeña comunidad nos tiene preparada su casa para compartir los alimentos en su patio.
Junto con Jorge, Karla y Orellana nos quedamos a pintar la última de las tres
cruces que hay. Orellana finaliza la leyenda de una de las cruces con la
palabra “luz”.
La comida.
Una vez instalados en
el patio de la señora se sirven los alimentos. Mole, arroz, frijol y tortillas
son servidos a los invitados. La comida es la muestra de unidad entre los
presentes, no hay fronteras, ni leyes, ningún muro que divida nuestra
condición. Los sentimientos de los migrantes, su hambre, sus placeres, sus
enojos y opiniones son las de nosotros
también, ellos son hombres vivos al igual que nosotros, el cohabitar en un sitio
compartiendo los alimentos nos deja ver claramente que la única clase social
existente es la humana.
Al finalizar la comida
Pedro agradece a la gente que nos dio ese momento de colectividad y pide que se
haga una oración. En un momento en la oración se pide que todos alcemos los
brazos hacía delante mientras oramos. Inmediatamente hay una conexión con el
momento, unidad, entendimiento y acompañamiento.
De regreso en la casa
se siguen las actividades cotidianas, sin embargo, se pide a los jóvenes que
hagan una pequeña ofrenda a todos los muertos que nos hacen presente que la
vida es cada segundo del presente. No hay pan de muerto pero si hay pastel, se parte
y se reparte entre todos. La vela queda encendida, es la representación de la
vida, la fe, la nostalgia y el hombre. La luz se hace presente en el día de
muertos en la casa del migrante de Saltillo.