17-02-2014.
La
prosa: un diagnóstico.
El diagnóstico
está compuesto por un análisis de las operaciones en una estructura
determinada. No podrá ser nunca – por la imposibilidad de abarcar todo –
completo. La comprensión de los agentes activos, pasivos y la inclusión, con
las limitaciones de los ausentes, permite tener un acercamiento a lo
diagnosticado, comprenderlo complejo, único (por consiguiente, adaptarse a ello
no adaptarlo a cánones universales), y poder brindar una opinión sobre ello. José
Emilio Pacheco, realiza un diagnóstico de una espacio temporal compuesto por
diversos acontecimientos tanto nacionales como internacionales. El estilo
utilizado por Pacheco en su obre titulada: “La edad de las tinieblas” , es por
excelencia, la prosa.
En el primer
acercamiento a la lectura de Pacheco, daré cuenta de pasajes poéticos que
diagnostica, con la prosa,[1]
un presente que lanza significaciones para dar cuenta del estado de sus
componentes.
La obra está
compuesta por 50 poemas en prosa, debido a la extensión haré una selección de
los temas que considero medulares en el libro dejando fuera unos, no por ello
menos importantes. El ejercicio, más allá de hacer un análisis literario es un
esfuerzo para incluir a los lectores potenciales a leer el título, escribir
sobre ello y dejarse afectar.
Existencia:
“La existencia no
sería tal si no pasara. Déjala ir, permítele acabarse, no intentes retenerla.
Si guardas algo es como si quisieras frenar la inmensa ola. De nada sirve
oponer a su estallido la palma suplicante de la mano”.[2]
“Es grato mirar
el mundo cubierto por un velo que afirma su continuidad, la perduración de una
vida en la que ya no estaremos”. [3]
Pacheco, propone
una aceptación de la condición existencial del individuo en el orbe.
Atravesados por la existencia física y sus implicaciones, reducir a ello el
entendimiento de la existencia, resultaría un absurdo. El apego a la
inmovilidad, es vivir en ignorancia. El vivirse como epicentro del acontecer y
regirse, sin concientizar lo Otro en ello, en una especie de humanismo
totalitario, resulta una colonización de aquello que nos conforma despojando a
eso que intentamos descifrar de su identidad y conformación.
La existencia,
comprendida desde occidente, se entiende efímera y dadora de lo que, pensamos,
nos conforma. La muerte, en estos términos, es el despojo de lo adquirido y
retorno al origen, a la nada, al individuo inconsciente de sí mismo. Entender
eso es guiarse por los parámetros que limitan la existencia y no aferrarse,
inútilmente, a lo que ingenuamente, parece ser un principio y un final.
La escritura:
“La escritura nos
hizo humanos. También nos permitió tiranizar al resto de la naturaleza con los
resultados que estamos padeciendo”.[4]
“Herida de hallar
entre papeles destruibles una agenda remota: archivo muerto de los muertos,
necrópolis de las ausencias y los afectos perdidos”. [5]
La escritura,
desde cierta perspectiva, constituye a lo humano. Permite la comunicación y
diferenciación para el entendimiento de quien enuncia, no de lo enunciado. La
colonización se vuelve otra vez presente. Al escribir, hay represiones que son
invisibles en los textos. Hay ausencias. Pacheco, introduce la discusión sobre el
archivo, producto de inscripciones, y su muerte, entendida como la ignorancia
del archivo mismo o lectura cutre, no consciente de la apertura al por venir de
las grafías y nociones. Es, también la escritura, un arma que transforma y
dispone, por la técnica, nuestra relación con el mundo. Qué escribes, qué
piensas, qué hablas, qu(i)e(n) estás siendo.
La muerte.
“[…] la tumba es
uno de los lugares más activos del mundo”. [6]
“Lo que veo es
otro Auschwitz y una escenificación poética de lo que el hiperrealismo de las
pantallas arroja como noticias todos los días”. [7]
Es curioso, en el
apartado de la existencia, Pacheco sugiere un desprendimiento de lo efímero y
el entendimiento de lo que constituye a la vida para no sufrir por la
ignorancia. En los fragmentos arriba citados, parece ser que la existencia no
se limita a la muerte. La muerte, como Pacheco propone, se podría leer como una
continuación, representada por la diferencia, de algo/alguien. La ausencia, la
muerte es de lo que, por más que se quiera ignorar, siempre regresa en
cualquier forma de representación. La muerte está más viva que nunca y nos hace
vivir para ella.
La muerte es más
presencia que ausencia. Una prueba, “tangible” es la cita sobre Auschwitz, que
es por la escritura que nos podemos dar cuenta que el Holocausto no ha pasado,
no se ha “vencido” el nazismo, se ha transformado. Y la muerte de los judíos,
lejos de ser olvido, se manifiesta en occidente, ya sea en discusión o en sus
silencios en las aulas, las discusiones, instituciones, etc.
La utilización de
un lenguaje flexible y accesible, la introducción de discusiones de temas que
permean el presente y las imágenes comprensibles crean coherencia con el
trabajo de Pacheco: escribir para la gente. La pregunta es, ¿su alcance es
retribuido ahí con la gente?. Una intensión, entre las que pueda tener el
texto, es la de servir de bisagra entre una lectura (el lector) y la obra (el
libro) para el intercambio cultural y el enriquecimiento de opiniones que
producen contingencia e ignorancia informada.
JAGordilloL.
[1] Entiéndase que la prosa
NO se entiende como herramienta. Es la relación de un método de escritura que
pretende dar cuenta del acontecer permitiendo la integración del lector en la
interpretación y vivencia de la narración.
[2] José Emilio Pacheco, La edad de la tinieblas, trad. Pilar del Río.(México: El
Colegio Nacional & Ediciones Era, 2009),12.
[3] José Emilio Pacheco, La edad de la tinieblas, 46.
No hay comentarios:
Publicar un comentario